«¿Existe el orientalismo? No me lo he planteado»
Como un caracol, lleva la casa a cuestas. En este caso, una mochila en la que guarda dos cámaras de vídeo, una de fotos, un micrófono, un teléfono satélite… y una vocación: la de periodista. Es Mikel Ayestarán (Guipúzcoa, 1975), corresponsal con un recorrido geográfico por países como Pakistán, Afganistán, Irán, Irak, Libia y el Líbano.
Mikel asegura que el periodismo internacional es una profesión en declive, pero a él le gusta. Según cuenta, está disponible 24 horas al día, 365 días al año, pero a la pregunta de si es posible compaginar el trabajo con la vida personal, el vasco responde: «Casado y con dos hijos».
Ni analista ni conflictólogo
A pesar de su dilatada experiencia, reconoce que le cuesta hacer una fotografía general de la situación. «¿Existe el orientalismo y el choque de civilizaciones? No me lo he planteado. Yo soy un currito, no soy analista ni conflictólogo». Lo suyo es el reporterismo a pie de calle. «El periodismo internacional no deja de ser periodismo local llevo a estos lugares», afirma.
Su predilección por el momento es Oriente Próximo y Medio y reconoce que trabaja «en países musulmanes porque la gente es buena». Ha sido testigo de la «primavera árabe» y fue el primero en llegar a Libia cuando murió Gadafi. «Lo de Libia era una guerra en toda regla», reconoce Mikel. «En Trípoli, había rotondas llenas de muertos, pero te acostumbras», añade. Eso sí, perder el miedo en estas situaciones sería de «descerebrados». «Es bueno tener miedo cuando estás en una guerra y caen bombas a tu alrededor», confiesa.
Actualmente, le describen como un periodista de guerra, un oficio que, según él, está muy estereotipado. «No somos Rambo», bromea. Con humildad y rompiendo con el prototipo de corresponsal, se describe como una persona «familiar, hogareña y tranquila».
Puedes leer más sobre la visita de Mikel Ayestarán al Máster ABC-UCM en «Sueño con cubrir la revolución iraní», de Andrés Aragón.