«Un mundo con transparencia 100% sería una pesadilla»
«Llegué al periodismo por amor», aseguró Borja Bergareche en la presentación de su libro «Wikileaks Confidencial» en el Museo ABC. Es un bilbaíno de 34 años que, actualmente, vive un «exilio dorado londinense» como corresponsal para ABC. Su libro rebusca en las entrañas de Wikileaks y de su figura central, Julian Assange. Pero Bergareche no demoniza ni santifica. Para él, «Wikileaks no cambió el mundo, pero ayudó a entenderlo mejor». Tampoco cree que haya sido «la filtración más importante de la historia», aunque reconoce que «tiene elementos que la hacen única».
Arropado por los periodistas Ana Pastor, presentadora de «Los desayunos de TVE», Gumersindo Lafuente, adjunto al director de «El País» y Bieito Rubido, director de ABC, el corresponsal apuntó al hecho de que en Estados Unidos hay 750 millones de páginas clasificadas como «Top Secret». «Hay funcionarios que se dedican a sellar y clasificar estos documentos. El gobierno de EE.UU. es un monstruo de generar secretos», afirmó Bergareche. Sin embargo, también reconoció que un mundo con transparencia 100% sería una pesadilla. «Lo importante es saber dónde ponemos el umbral». Por ello, el bilbaíno aprovechó para aconsejar a los gobiernos: «Que tengan menos secretos, pero mejor guardados», ya que, hasta el momento, la base de datos estadounidense era, como explica en «Wikileaks Confidencial», semejante a un «queso gruyère».
Wikileaks y el periodismo
Bergareche cuenta en su libro que, en plena tormenta periodística en Reino Unido por el escándalo de las escuchas de «News of the World», un político socialista español le preguntó: «¿Y cuál es la diferencia entre lo que hacían estos tíos y lo que hizo Wikileaks?». La misma pregunta la planteó ayer Edurne Uriarte, también periodista de ABC. Para contestar a esta cuestión, Bergareche aludió a su libro, en el que establece una clara diferencia: «El material publicado por ‘News of the World’ provenía de la vida íntima de las personas; el de Wikileaks, de la vida íntima de los estados». Y añadió que mientras los periodistas y detectives del medio de Murdoch «delinquían, los periodistas de los diarios que colaboraron con Assange hacían periodismo».
Sin embargo, el periodista y escritor Doménico Chiappe no está de acuerdo con esta afirmación. Según su artículo «Wikileaks y el mal periodismo», los periódicos renunciaron al contraste de información. «El periodismo jugó mal sus cartas», asegura Chiappe, «otorgaron credibilidad a la información por el mero hecho de provenir de Wikileaks; los periódicos endosaron su responsabilidad». Bieito Rubido también destacó que fueron los medios los que «le dieron carta blanca y credibilidad» a los cables de Assange. Por ello, Chiappe matiza lo que Bergareche explica, que el trabajo de los periodistas estaba en «verificar los contenidos, no en transcribir, resumir o traducir».
Yves Eudes, periodista de «Le Monde», asegura que Assange «supo cortejar a los medios desde el principio», por lo que Bergareche augura que él y el fenómeno que le acompaña están aquí «para quedarse». Eso sí, la lección está aprendida y, como expresó Gumersindo Lafuente, ni políticos ni medios se librarán del «escrutinio de los ciudadanos».
Puedes leer más sobre la presentación de «Wikileaks confidencial» en Wikileaks como desinfectante, de Andrés Aragón.