Amor no cotidiano
No tocaba el piano porque el piano no se dejaba tocar,
ni jugaba bien al fútbol porque la pelota huía.
Tenía el pelo raro y fumaba demasiado,
y pedía más azúcar con el café del que su cuerpo podía soportar.
No cantaba bien porque las letras se le escurrían entre los dientes,
y si alguien le decía que quería hacer algo memorable para el mundo,
ella le imaginaba cocinando una paella gigante.
A veces pataleaba, gritaba, lloraba, y estar con ella
era pasar del verano al invierno sin contemplaciones.
Pero la quería, porque su amor no era ciego, ni tuerto, ni cojo.
Su amor era torpe, dramático, cómico, ingenuo. Real.