Chamberí, un andén hacia el pasado
Señores vestidos con capa española y chapela pasean por la plaza de Olavide en el corazón de Chamberí, el barrio más castizo de Madrid. El tiempo no pasa en esta explanada. Como cada mañana Rosa abre el quisco de flores que fundaron sus abuelos, y Casa Puebla sirve desayunos como lleva haciendo desde hace más de un siglo. Los recuerdos de otra época saltan hasta un edificio que luce un cartel publicitario de cerveza Mahou de 1899 en la rotonda de Quevedo, y calan hasta el subsuelo donde se entierra Andén Cero, una boca de metro abandonada que se cerró en 1966 y que se ha mantenido intacta durante más de 40 años.
Sofía Castro es ama de casa y aprovecha las tardes libres de sus hijos para llevarles de excursión: «Me enteré de que existía una estación de metro fantasma por una amiga y pensé que sería una buena lección de historia de la ciudad para los pequeños». En 2006 Metro Madrid decidió reconvertir la parada situada en la plaza de Chamberí en un museo que se presenta como una ventana al pasado desde la que asomarse a contemplar el Madrid de otro tiempo. Tras dos años de restauración el antiguo apeadero de Chamberí estaba listo para su exhibición al público. La línea uno de la actual red ferroviaria continúa circulando por la estación lo que otorga a la escena un fuerte contraste entre la estética de la época y la modernidad del siglo XXI.
Museos
Más al norte de Andén Cero, en el Paseo de General Martínez Campos, se ubica el Museo de Sorolla instalado en el mismo edificio donde el pintor tenía su casa y estudio. Carmen Piquero de 26 años no es la primera vez que visita el museo, el colegio del barrio María Inmaculada les llevaba cada año de visita. «Hacía mucho tiempo que no venía al museo y he querido volver. Me encanta la arquitectura del edificio sobre todo el patio». La sala inaugurada en 1932 presenta no solo piezas del artista sino también objetos del autor desde los que se realiza un recorrido sobre su vida y sus obras. La galería ofrece, además, otro tipo de actividades como visitas guiadas, cursos, talleres o exposiciones temporales.
Los castaños de índias acompañan el paseo por la calle de Eduardo Dato y solo un pequeño puesto de flores interrumpe la hilera de árboles. José Valenzuela atiende el puesto que su mujer abrió por primera vez hace 12 años. «Lo que más me gusta de tener el puesto en esta calle es que se está muy tranquilo», dice. Es territorio de comercio local. Los chisperos –seudónimo bajo el que se conoce a los habitantes del barrio– conocen a sus tenderos y conversan sobre sus vidas mientras se produce el intercambio comercial.
La plaza de Olavide marca un punto de inflexión en la vida del barrio. La calma anterior contrasta con el bullicio de la parte alta de calle Fuencarral. Conforma un paisaje urbano residencial. Es un área más enfocada al ocio juvenil donde multitud de bares de copas pueblan las calles que se dirigen hasta ciudad universitaria, sector de colegios mayores y residencias de estudiantes. Es la zona favorita de Javier Martín, regente del portal de internet chamberidigital.com, dirigido a fomentar la vida y el ocio del barrio. Y es que, las calles Bravo Murillo, Fuencarral y San Bernardo concentran seis salas de cines. Javier lo tiene claro: «Chamberí lo tiene todo, y los chisperos no necesitan salir del barrio para buscar ocio y cultura».
Excelente artículo, le auguro un gran futuro como periodista en periódicos como la Voz de Galicia
Me ha encantado este artículo sobre mi querido barrio. Ya era hora de que alguien dijese algo sobre Chamberí, que para algo somos los más castizos de entre los castizos.
Seguiré esta sección con asiduidad. Mi enhorabuena al reportero o reportera que firma este opúsculo.
Napoleón Martínez