Malasaña se encuentra en sus páginas
En su blog, «Palabras de Arena», el periodista David Barreiro escribe: «En Malasaña hay más librerías que supermercados, ferreterías o inmobiliarias. Malasaña es una isla llena de libros». Y no es descabellada esta metáfora. En el barrio, de estrechas calles adoquinadas, delimitado por lo metros de Tribunal, Gran Vía, Callao, San Bernardo y Bilbao, se pueden encontrar 32 espacios dedicados principalmente a la venta de libros y cómics. Las variantes son amplias: desde de libros de cine, de literatura infantil, manga, hasta uno sólo para libros de yoga. Entre los 32 comercios está la emblemática Fuentetaja, fundada en 1959, aunque lleve más tres meses en el limbo de un eterno y misterioso inventario. Y también hay que mencionar, aunque no se incluyan, otros dos espacios, cerrados y de aspecto abandonado, con todavía rótulos referidos a su pasado literario.
Si se busca una calle con gran concurrencia comercial, esa es Libreros. En la pequeña calle, cuyo nombre no deja lugar a dudas, hay ocho tiendas. Se dedican mayoritariamente a la venta de libros para estudiantes. «Antes llegamos a ser 11 o 12, todos los locales de la calle eran librerías. Cada vez se vende menos y ahora peor con Internet», cuenta Roberto, el dueño de la librería Alcalá. «Antiguamente los estudiantes venían por aquí a vender y a cambiar. Ahora se mantiene esa tradición y se venden y se compran libros usados», explica.
En la calle San Joaquín, que une la plaza de San Ildefonso con Fuencarral, está la librería Tipos Infames. La plaza, dominada por la iglesia que le da nombre, es muy cinematográfica: Jim Jarmusch la utilizó para alguna escena de «Los límites del control» y, sobre todo, porque allí se rodó «La estanquera de Vallecas», de Eloy de la Iglesia. Tipos Infames ofrece vinos aparte de libros, a esta curiosidad se añade que en el lugar gestionado por los jóvenes Curro, Alfonso y Gonzalo se realizan también pequeños conciertos. Abren todos los días de la semana de 10 a 10 y los viernes y sábados hasta la una de la mañana. «Tormented by unemployment, Spain needs new firms like Tipos Infames», escribió «The Economist» acerca de la pequeña librería.
Por el Madrid de los Cómics
En el barrio de Malasaña hay nueve locales que se dedican a la venta de tebeos. «Esta tienda estaba antes en Gran Vía y luego nos vinimos a Malasaña», explica el regente de Madrid Cómics, el primer espacio del estilo en Madrid, con más de 35 años de historia. A partir de esta mudanza muchas tiendas de tebeos decidieron agruparse en torno suyo, nacía «La Ruta del Cómic». En Europa ésto sólo ocurre en Bruselas, que incluso supera el número de tiendas concentradas. «En Bruselas toda la ciudad prácticamente está dedicada al cómic, tienen un museo del cómic, tienen muchas tiendas y también están agrupadas en el mismo sector», describe el dueño de la tienda madrileña.
En la paralela a la calle Silva, donde está Madrid Cómics, las luces navideñas (que a día 12 de Enero persistían) parecen no haber sido colocadas con mucho criterio. Es la calle de los Tudescos. Bloqueada por obras, desde su nacimiento en Gran Vía hasta la mitad de la pequeña calle, las bombillas de colores comienzan abruptamente al final de los andamios y acaban en la plaza Santa María Soledad. O sea iluminada, pero sin transeúntes. Las luces se extienden de allí hasta el centro de la plaza, ocupada en gran parte por una pista de hielo de escasa afluencia, donde el final de esta cadena lumínica se asemeja antes a una araña o palmera que a un árbol navideño al uso.
También, en la esquina de Silva con la plaza, se ubicaba años atrás el mítico local de Atlántica Cómics, donde ahora hay un comercio de productos artesanales chinos. Si bien no ha desaparecido. Actualmente está separada en dos tiendas independientes y contiguas en la calle Estrella. Una, dedicada al anime (Atlántica 3.0), y otra al mundo del cómic en general. «Aunque somos amigos no compartimos administración», cuenta Juan el dependiente de la primera.
Y a menos de un minuto cambia todo: en la calle Puebla donde está Generación X, otra tienda de tebeos. Al caer la tarde, si se sale de este local, se pasa uno de las viñetas y bocadillos a un desdichado entorno con prostitución y mendicidad. En un lateral de la Iglesia de San Antonio de los Alemanes gente en situación precaria hace cola para conseguir alimento. En la calle del Desengaño, un grupo de indigentes comparte cartón de vino y charla. Por Lorenzo y Chicote, Ballesta y en la misma Desengaño numerosas prostitutas ofrecen sus servicios.
Comparaciones odiosas
Por su apego a las tendencias más vanguardistas y chic, Malasaña se podría comparar con el barrio londinense de Brick Lane. Aunque comparten muchos aspectos, como la pasión por la música y la fiesta, los mercadillos o las galerías de arte, hay diferencias sustanciales entre ambos. En el español, el trazado laberíntico de las calles, sus cuestas o animadas plazas hacen que pienses en un pueblo en la ciudad. En Brick Lane jamás te olvidarás de esta pertenencia. En el barrio inglés no se ven ancianos, mientras que una de las señas de identidad de Malasaña es el contraste de las tiendas más modernas y excéntricas con los viejos vecinos de toda la vida, que recorren las calles llenas de grafitis sin la menor fascinación. Concentrados, a lo suyo.
Curiosidades y personajes
El barrio no existe como tal, oficialmente está dentro del de Universidad (Malasaña y zona Conde Duque), donde viven unas 35.000 personas. Su nombre tiene origen en la sublevación contra los franceses del 2 de Mayo y concretamente en la heroína Manuela Malasaña, una costurera de 15 años que traía y llevaba munición a los rebeldes. No se sabe si a Manuela la fusilaron por amenazar con unas tijeras a unos soldados franceses que la querían chantajear, si fue arrestada por participar en la defensa del Parque de artillería de Monteleón o si fue alcanzada por fuego francés al lado de su padre que disparaba un cañón. Desde entonces, el nombre popular del barrio pasó de Maravillas a Malasaña.
Me ha parecido curioso: parece que no falta detalle de la zona; invita a recorrerla.