Dos años más de nicotina cultural
La antigua tabacalera es un gran edificio de 32.000 metros cuadrados que sobresale en la glorieta de Embajadores. Por fuera parece un edificio sin vida, ya que hace trece años se abandonó la actividad industrial que mantenía; pero un graffiti en una puerta verde, y unos carteles pegados en sus grises paredes plasman actividad cultural. En uno de sus laterales, y pasando por unos eternos andamios, encontramos la entrada principal.
El experimento de la cultura libre y la gestión ciudadana en el Centro Social Autogestionado La Tabacalera de Lavapiés (LTBC) sigue funcionando, al menos, por dos años más. A finales de 2011, el Gobierno socialista prorrogó el convenio de cesión de uso, de 8.200 metros, con el Ministerio de Cultura que mantienen desde marzo de 2010.
Dos años más significan una oportunidad y un desafío para «corregir, afinar, ampliar y mejorar este proyecto. Tiempo para seguir investigando y perfilando», afirma el comunicado de prensa de LTBC.
Este laboratorio cultural es pionero en nuestro país. Es un proyecto importado de Alemania, donde nacieron las primeras casas «okupas»; la diferencia es que no es una obra ilegal sino que es un edificio de titularidad estatal que es, además, Bien de Interés Cultural y patrimonio histórico. Cuentan con un presupuesto mínimo, ya que no reciben subvenciones y se financian con la recaudación de las cañas, comida, repostería y cafés que ponen en la cafetería.
La oferta de La Tabacalera es amplia y variada: clases de idiomas (árabe, inglés, lenguaje de signos, italiano o castellano), informática, diseño, música y danza.
Los criterios que sostienen esta iniciativa son la cultura libre y gratuita; el uso no lucrativo ni privativo, sino participativo y solidario. Velan por el intercambio de espacios, conocimientos y materiales.
En Embajadores hay una actividad vecinal que pretende que los edificios que están en desuso, se rehabiliten para crear centros sociales y culturales que ofrezcan prestaciones gratuitas. Primero lo intentaron con la antigua Sala Olimpia, reconvertida en el Teatro Valle-Inclán, situado en la Calle Lavapiés. También con la fábrica de galletas Pacisa, el actual Teatro Circo Price, en la Ronda Valencia. Desde 2004, ha ocurrido con La Tabacalera.
A cinco minutos a pie de la LTBC, en la Ronda de Valencia, se sitúa La Casa Encendida, centro cultural de la Obra Social de Caja Madrid, donde también se celebran exposiciones, jornadas, talleres, conciertos o seminarios. El director de este centro, José Guirao, celebra la proximidad de este proyecto porque «suma» la oferta social y cultural del barrio. «Es una apuesta muy interesante y, sobre todo, muy participativa», destaca.
Por otro lado, David Calzado, coordinador de comunicación y marketing de La Casa Encendida, considera que «el modelo está demostrando que funciona y por eso puede ser implantado en otras instancias de la cultura y fuera de ella».
Un proyecto congelado
Mientras que el antiguo Ministerio de Cultura- ahora denominado como de Cultura, Educación y Deporte- decidiera conceder un nuevo acuerdo de cesión a este experimento, el proyecto de reconversión de La Tabacalera en el Centro Nacional de Artes Visuales (CNVA) ha quedado estancado.
Esta iniciativa fue aprobada por el consejo de ministros en 2009. Se trata de un ambicioso plan que costaría treinta millones de euros, que pretendía inaugurarse este año, y, debido a la situación económica, ha quedado paralizado.
«El proyecto sigue en pie, pero aún no se ha podido debatir. Eso no quiere decir que en un futuro se repiense. Ahora mismo la situación no ha variado; continuamos con la previsión presupuestaria de 2011, donde no hay cabida para ello», explica Mª Victoria Sánchez Gómez, vocal asesora de Bellas Artes.
El Gobierno socialista pretendía reconvertir La Tabacalera en el Centro Nacional de Artes Visuales, que albergaría el Museo del Cine y de las Artes Audiovisuales, el Centro de Fotografía y de la Imagen y el Instituto de Creación; además de exposiciones.
«Nuestra intención es que el edificio tenga lo que se merece, en cuanto a la formalización de los espacios, que aunque ahora son preciosos, no están a la altura de lo que deberían estar. Están suficientemente bien para trabajar en ellos y, por eso, el Programa de Cultura Abierta del ministerio decidió darles un uso cultural aún sin tener la presencia y dignidad que va a tener en un futuro», comenta Sánchez Gómez.
Aunque el ministerio no sabe cuándo va a retomar el proyecto del CNVA, ya que, «es algo futurible», cuando comiencen a ejecutar las obras, han pensado en la convivencia de ambos proyectos «aunque no fuera en los mismos espacios, pero que la gran parte de su actividad pudiera permanecer». Esto «está sin determinar». «Una convivencia siempre que fuera posible desde el programa de trabajo», concluye la vocal asesora de Bellas Artes.
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