Un olvido de pelotas

Una vez más Madrid se calza las zapatillas de deporte y calienta los músculos para emprender una carrera de fondo cuyo ganador se llevará a casa la medalla de oro del sueño olímpico. Por tercera vez consecutiva, la capital de España aspira a convertirse en el centro mundial del deporte, donde los ojos de todo el planeta se clavarán durante unas semanas de gloria. Dorsales repartidos, cordones atados, el dedo del juez posado sobre el gatillo de una pistola de fogueo que ya apunta al cielo… y a la representante española le dan calambres antes de escuchar el disparo.

La candidatura olímpica se ha olvidado del frontón Beti-Jai, que el pasado 9 de febrero cumplió su primer aniversario como Bien de Interés Cultural (BIC). No fue un volcán escupiendo lava el que congeló en el tiempo esta pequeña Pompeya, sino más de 20 años de abandono que han conseguido frenar el reloj en el interior del edificio. Pocos años disfrutó el graderío del espectáculo del frontón. Desde su apertura, en 1894, en el Beti-Jai —que significa «siempre fiesta» en vasco— se han jugado partidos de pelota vasca, se ha galopado en exhibiciones de hípica, se han fabricado vehículos, se ha detenido y encarcelado a personas —durante la Guerra Civil se utilizó como comisaría y cárcel— , e incluso ha vivido la magia del cine durante el rodaje de la película Madrid, de Basilio Martín Patiño.

Se trata, según cuenta el arquitecto de la plataforma «Salvemos el Frontón Beti-Jai», Alberto Tellería, de uno de los estadios de espectáculos deportivos más antiguos que se conserva en el mundo, además de una joya arquitectónica. «Estadios modernos los van a tener todas las candidaturas, pero esto no lo va a tener nadie y el Comité Olímpico (COI) lo valoraría», afirma. Su diseñador, Joaquín Rucoba, proyectó un edificio tecnológicamente muy avanzado para su tiempo, cuya estructura está hecha de piezas de hierro fundida en talleres y colocadas en su espacio, «como piezas del IKEA», señala Alberto. Dos singularidades caracterizan la construcción: por un lado la forma de cesta —raqueta con la que se juega a la variedad de cesta-punta del frontón— que forma las gradas, y por otro, el estilo neomudéjar, importado del tiempo que su autor pasó en Málaga.

La sombra de la especulación de este terreno tan cercano al Paseo de la Castellana siempre pesó sobre el Beti-Jai y hasta se vio vinculado a la trama del caso Malaya que pretendía construir un hotel de lujo en ese solar. El miedo a la demolición hizo saltar las alarmas y en 2008 se creó la plataforma «Salvemos el Frontón Beti-Jai», formado por vecinos y enamorados del espacio. Tres años más tarde consiguieron la declaración BIC, que obliga a la empresa Tarcosul Gestión SL., actual propietaria del inmueble, a la rehabilitación del estadio. En caso contrario la administración pública debería intervenir y sería la encargada de llevar a cabo las obras. Ninguno de los dos supuestos se ha cumplido, y un año después todo sigue igual. Ni siquiera se han llevado a cabo trabajos de conservación para que el estado de ruina en el que se encuentra el frontón no vaya a más.

La lucha de la plataforma no se queda ahí. Ahora cuenta con el apoyo de la UNESCO para declararlo Patrimonio de la Humanidad, pero para ello el frontón debe cumplir dos requisitos fundamentales: por un lado la rehabilitación y por otro que vuelva a utilizarse como espacio para practicar el juego de pelota. Igor González, portavoz de la organización, afirma que es muy complicado que el frontón sobreviva solo con ese uso, por eso propone nuevas actividades, como que se convierta en el centro nacional de teatro clásico. «Lo importante es no realizar una rehabilitación que desvirtúe el espacio, como acristalar las gradas o cerrar el techo», añade.

El propietario y la administración pública se pasan la pelota de unos a otros y ahora ha caído en tejado de nadie. Una pareja de septuagenarios pasea por la acera mientras contemplan lo poco que el andamio permite intuir de la fachada y comentan la tardanza de una solución para ese espacio. En la casa de enfrente se filma una película, de espaldas a un frontón oculto bajo una malla verde y una red de tubos metálicos del que nadie habla. Silencio, se rueda.

 Jesuita, «pelotari» y equilibrista

Uno de los miembros de la plataforma «Salvemos el Beti-Jai» es Fernando Larumbe, ex campeón de frontón en la variedad de pala en 1970. Un accidente de coche hace ya 30 años truncó su carrera como pelotari, aunque no renunció a seguir vinculando su vida a la pelota vasca. «Ahora me dedico como una polilla a la investigación de la pelota», afirma. Larumbe bromea con que quiere que le reconozcan desde Roma su condición de único jesuita campeón del mundo de pelota vasca, y para contrastarlo tiene en su poder una revista en cuyas páginas aparecía el pelotari sosteniendo una silla con la barbilla. «La noticia titulaba: Jesuita, pelotari y equilibrista», cuenta orgulloso.