Domiduca, una librería para nostálgicos
«Cerramos sólo cuando no podemos abrir». Así reza el cartel de la puerta. Dentro, sentado frente a su ordenador y escoltado por centenares de libros, saluda Marcos González. La estampa recuerda a la librería de Sempere e Hijos que creó Carlos Ruiz Zafón, incluso el mismísimo Cementerio de los Libros Olvidados. Pero está en Alcalá de Henares y es real. Huele a papel antiguo, de ése que fue impreso hace decenas de años y el tiempo se ha encargado de amarillear con gusto.
Licenciado en Historia y amante de los libros emprendió este camino «comprando estanterías». En ellas colocó los primeros ejemplares: fondos propios, donaciones y compras en la mítica Cuesta de Moyano de la capital madrileña. Era 2006 y la librería comenzaba a andar como negocio sin perder la esencia con la que vio la luz en la Plaza del Padre Lecanda, donde muere la Calle Mayor de la ciudad cervantina. Es la única librería de este tipo en Alcalá de Henares.
Marcos González se define así mismo como «un romántico empedernido» y «cronista de pueblo». Es autor de varios libros que recorren la historia de los pueblos del corredor del Henares. Con un brillo especial en los ojos rescata de la trastienda un ejemplar de «Historia de Los Santos de la Humosa». Llevado por la emoción señala la pila de libros sobre los que posa un tomo: «Retrato de una ciudad. Alcalá de Henares (1895-1966)», una recopilación de postales de la ciudad complutense obra de su trabajo como historiador.
Asegura que cada libro tiene una historia: «en el fondo, yo los rescato e impido que vayan a la basura». Comienza un paseo por la vida de los libros que arranca en las primeras ediciones. Son sus libros sagrados y asegura que «si alguien entrase por esa puerta y me ofreciese un pastón, me dolería desprenderme de éste»- confiesa mirando a la edición de «Cántico» de Jorge Guillén. Se da la vuelta y posa los ojos sobre las reliquias de su colección. Desempolva una edición ilustrada de «Don Quijote de la Mancha»: la historia del ingenioso hidalgo en grabados recogida en cuatro tomos. Continuando el paseo por el tiempo regresamos a 1808 con «Antigüedades prehistóricas de Andalucía», que está impreso en dorado: una verdadera joya de colección.
Reconoce que no es un buen momento para emprender negocios y el suyo no es una excepción. Su gran proyecto de futuro es sobrevivir con el catálogo en internet, «sin esta herramienta no sería posible mantener esto en pie» y especializar la librería. «Mi sueño es que en Domiduca sólo se puedan encontrar libros antiguos. Y que me encuentren en la Calle Mayor».
Regresa a su silla y se cruza de piernas, pensativo, intentando hacer balance de la XXVII Feria del Libro Antiguo y de Ocasión, recién celebrada. «En España no hay tanta tradición del libro como en Francia». A pesar de que sólo se reunieron en la Plaza Cervantes una docena de libreros y de que tan sólo cinco tenían libros descatalogados, los resultados no fueron positivos. Define este tipo de encuentros como la «ocasión de encontrar aquello que buscas o de que un libro te encuentre a tí». Se echa a reír al recordar una anécdota de la feria: una pareja pretendía devolverle «La Enciclopedia Álvarez» porque olía mal. «No sabían apreciar el olor del paso del tiempo», lamenta.
Tuve ocasión de conocerla antes del verano y la verdad es que me encantó
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