Reporterismo

La Escocia sin límites

El pintor escocés Cliff Colman
El pintor escocés Cliff Colman vive en el pueblo más pequeño de Galicia

Las fronteras no están claras en Negueira de Muñiz. La niebla se encarga de desdibujarlas cada día bañando el valle del río Navia, que separa Galicia de Asturias. Los habitantes de este pueblo fantasma –el más pequeño de Galicia- provienen de uno y otro lado de la raya. Por eso no es extraño cruzárselos en la carretera zigzagueante, a más de 1000 metros de altitud, y que respondan en castellano con acento bable. Algo más sorprendente es que lo hagan en inglés. O no tanto…

En la orilla oriental del Navia, a la que se llega cruzando un puente o, más rápido en barca, se encuentra la aldea de O Foxo. La construcción de la presa de Salime hace medio siglo dividió Negueira en dos partes, obligando a muchos de sus vecinos a abandonar sus casas. A finales de los setenta se instalaron en ellas varios hippies extranjeros. Aunque alcanzaron los doscientos habitantes (más de los que hoy viven en todo el municipio), actualmente sólo permanecen cuarenta y cuatro. Entre ellos Ingeborg quien, además de belga, es representante del BNG (Bloque Nacionalista Galego) en el ayuntamiento.

Pero hay un hombre en Negueira que, aunque por su origen cualquiera lo situaría en O Foxo, escogió la otra margen del río. Se llama Cliff Colman, tiene 59 años y llegó a Ouviaño  en 2009 inspirado por la imagen de su paisaje en Internet. Las “vistas, el silencio y el fresco” de la instantánea empujaron a este escocés, pintor retirado, a abandonar Londres por Lugo. La elección también estuvo condicionada por el precio de su nueva casa, la mitad que en Tarragona, su primera opción. Se trata de la rectoral de Ouviaño, situada junto a la iglesia parroquial y cuatro vecinos.

A pesar de su buena planta, la casa estaba en ruinas cuando Cliff la encontró -llevaba treinta años sin tejado- y debido al elevado coste de rehabilitarla decidió hacerlo él mismo. Acababa de llegar y desconocía la comuna de O Foxo, pero en seguida conoció a varios de sus integrantes, uno de los cuales trabajó durante unos días en su tejado. Orgulloso de sus avances en la reconstrucción –fruto de su voluntad y corpulencia- Cliff se mueve por el patio abarrotado de escombros explicando dónde ubicará cada dependencia. “No se acaba nunca…”, se resigna con una sonrisa.

HISTÓRICO REFUGIO

Las obras de su casa centenaria se han convertido en la principal actividad de Cliff. Sin embargo, la Historia es su verdadero hobby. De pequeño, cuando su padre Juan Torrents combatió en la II Guerra Mundial en las filas de la Legión Extranjera. Durante la Guerra Civil ya había formado parte de la Guardia de Asalto. Quizás por eso Cliff se detiene al entrar en la zona habitable de la vivienda, y explica que en ella vivió una pareja de guardias civiles durante la contienda, y cómo él mismo encontró una bala bajo el suelo y varias clavadas en la pared.

Cliff Colman junto a la placa franquista que destruyó
Cliff Colman junto a la placa franquista que destruyó

Las convicciones progresistas de Cliff sufrieron un impacto cuando, nada más instalarse en su nuevo hogar, descubrió junto a su puerta una fuente. Sobre ella una placa proclamaba: “Reinando Francisco Franco y siendo alcalde D. José María López se inauguró esta el día 24-5-1953”. La presencia de la placa, restaurada en 1995, indignó tanto al escocés que se quejó al alcalde. José Manuel Braña, del PSOE, le prometió retirarla si le daba su voto en las elecciones, pero no cumplió su palabra.

Como consecuencia, Cliff la rompió él mismo con un martillo. y ahora espera noticias sobre la demanda que el regidor ha presentado contra él. «No estoy haciendo nada ilegal. Ilegal es dejarlo como estaba porque la Ley de Memoria Histórica obliga a retirar todos los símbolos franquistas», se defiende atónito.

Junto a la sala donde se alojaba la benemérita (hoy llena de polvo y cachivaches) está el dormitorio, el único rincón habitable por el momento. Escasos 25 metros cuadrados llenos de recuerdos, CDs musicales y una enorme pantalla de ordenador que Cliff utiliza para su nueva ocupación: el diseño gráfico. Pero si algo abunda en la habitación son los libros, libros de Historia. Paul Preston, James Michener, Anthony Beevor… dominan los ejemplares de pintura. Ante semejante reunión de cultura, y a sabiendas de que Cliff es miembro de la Mensa (asociación internacional de superdotados), surge la pregunta obvia:

 -¿Cómo es posible que, con un padre español y tras tres años viviendo en Galicia, no domine el idioma?

 -“Mi padre no me enseñó a hablar castellano por tres razones: porque trataba de olvidar su pasado en la guerra, porque no tenía paciencia enseñando y porque se crió obligado a hablar español y con la prohibición de hablar catalán”.

Torrents sí trato de enseñar a su hijo a jugar al fútbol, pero su experiencia como jugador reserva del FC Barcelona no fue suficiente. “Lo intentó, pero yo ya tenía veinte años y era muy tarde para aprender. No obstante más tarde jugué contra veteranos profesionales y me defendía bastante bien”.

TROTAMUNDOS

Aun desconociendo sus dotes futbolísticas, no parece que el idioma sea un problema para un hombre que después de tres años de retiro en la montaña tiene amigos locales y extranjeros. Probablemente el  mundo que lleva a sus espaldas, sin fronteras –ha vivido en Cardiff, Penarth, Windermere, London, Southampton, Derby, Sunderland y Manchester- y su abultada experiencia –ha sido profesor de tecnología, cartógrafo y profesor de autoescuela para poder costearse su vida de artista- tengan algo que ver.

La cuestión que queda por resolver es: ¿Piensa quedarse en Negueira para siempre? “No, siempre he tenido la norma de mudarme de ciudad cada veinte años. Si ahora tuviera dinero suficiente me iría a Barcelona, porque me parece una ciudad muy intelectual, perfecta para un pintor”.

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