Una Complutense muy socrática
Los alumnos sacan sus bolígrafos en mitad de una plaza, los curiosos se apelmazan y los periodistas no se hacen esperar. La Complutense salió a la calle, impartiendo sus clases por varios rincones de Madrid. Pero esta lección tuvo algo muy especial. Los protagonistas no eran ni profesores ni alumnos, eran los perros.
Como si del ágora se tratara, ayer, Plaza de España se convertía en el escenario de una clase de la Facultad de Veterinaria. Al más puro estilo socrático, Carmen Pérez y Paloma Toni, profesoras de la Universidad Complutense, explicaban en plena calle el tema «Exploración neurológica en el perro».
Cada alumno venía acompañado de su mascota y Plaza de España se llenó enseguida de estas originales parejas. En pocos minutos una marea de batas blancas poblaba el lugar. La lección comienza, y la profesora, megáfono en mano, lee el manifiesto, que puede consultarse en su propia página web. Los alumnos escuchan sonrientes la lección intentando controlar a los protagonistas de la jornada que campaban a sus anchas, muchos con la correa en la boca, e impacientes por convertirse en el centro de atención. Las profesoras supieron atraer las miradas. Más de cien pares de ojos fijaban la vista en ellas, e incluso los ajenos al curioso mundo de los animales se iban acercando ante tan particular escena. Resultaba irresistible.
La universidad está en pie de guerra. Los recortes han caído como un jarro de agua fría. El pasado 17 de octubre un profesor de la Facultad de Filología decidió romper el hielo e impartió una clase en la calle Juan Bravo. Esta iniciativa causó furor. Fruto de ella se organizó el evento de ayer: «La Complu en la calle».
Mediante esta medida, los integrantes de esta plataforma quieren dar a conocer su forma de ver la situación de la universidad pública y denunciar las consecuencias a las que están llevando los recortes en educación y las subidas de tasas. El portavoz de la plataforma comenta: «Puede que los recortes sean necesarios, pero no se puede meter la tijera sin más en sectores como la sanidad y la educación».
La profesora que acababa de impartir la clase relata después de su intervención: «La Complutense ha sufrido un recorte de 107 millones de euros en dos años, el hospital veterinario ha tenido que cerrar, se ha despedido a muchos investigadores y hay cinco millones de euros de matrículas aún no pagadas en 2012». Pero no solo los profesores están molestos. Sara Benito, estudiante de 4ª de veterinaria, confiesa: «He tenido que matricularme de menos asignaturas porque no me llegaba el dinero. Están dejando desierta la universidad».
Los perros y sus amos, un reflejo
Es evidente que la veterinaria es algo vocacional. Pablo, un veterinario haciendo ya la residencia, nos presenta a Ris. Nuestro protagonista peludo tiene 13 años, una edad más que respetable para un perro. Ris es ya un venerable anciano que no duda en posar para la cámara con la mirada perdida, quizá cansado después de la lección teorica. Se aprecia a simple vista, la conexión de este leal compañero con su dueño. Ris menea el rabo de felicidad cuando Pablo le dedica unos segundos de atención.
Aunque el frío enrojece las caras y permanecer sentados en una escalinata es solo apto para valientes, lo cierto es que allí estaban. Unos por apoyar la iniciativa, otros por no perderse clase, algunos por mera curiosidad, en cualuqier caso una forma original de protesta. A ningún transeúnte le deja indiferente. Es evidente que poner un pie fuera de la rutina llama la atención. Ya lo hacía Sócrates con sus alumnos, eso sí, tal vez, con mejor tiempo.