Unión Gastronómica Troglodita (U.G.T.)

Cándido Méndez Rodríguez,
que es el líder ugetista,
sufre pasión gastronómica
según enseña la vista.
Mas lo que no sabíamos
es que está bajo el influjo
de un poder subyugador:
los restaurantes de lujo.
En efecto, camaradas,
si escuchan lo que revelo
sabrán que Cándido Méndez
de cándido no tiene un pelo.
El de barbas bolcheviques
socialista antes que jefe,
entre posadas de lujo
siempre elige su más prefe.
Cuando es la hora de comer
y no tiene ningún plan,
Méndez va como un cohete
a sentarse en El Chaflán.
Cuando sigue los dictados
de su ingeniería magna
señala rumbo de aguja
al chino del Villamagna.
Si su lengua sibarita
le dice tilín-tilín,
Cándido oye la señal
para ir a Zalacaín.
Si los jugos le despiertan
su fiero instinto glotón
se va sin remordimientos
a comer al Bodegón.
Y si se le antoja un día
cordero a la butifarra,
acude en un santiamén
al Asador Donostiarra.
Las sus fondas favoritas,
no son sólo de Madrid,
pues visita a sus homólogas
también en Valladolid.
Cuando el líder izquierdista
viaja a Castilla y León,
no tarda ni dos segundos
en subirse al Torreón.
Cada dos por dos por tres
el líder de los obreros
cae rendido a los pies
de sus caros hosteleros.
Para mejor degustar
sus placeres paladinos
se los ordena regar
con los más selectos vinos.
Y si consigue llegar
sano y salvo hasta la meta
invita a toda su gente
por medio de su tarjeta.
Según mis informaciones
el sucesor de Redondo
desea superar a este
haciéndose más orondo.
Cuando el cabeza visible
del potente sindicato
se sienta frente al mantel
deja limpito su plato.
Subvención tras subvención
va llenando su barriga,
a la que siempre hace caso
porque es su mejor amiga.
El líder sindicalista,
natural de Barcarrota,
deja rotas las cocinas
y a España en la bancarrota.
Parece que en UGT
quieren que, mande o no mande,
aquel que les represente
sea de tamaño grande.
Y por eso le permiten
esas grandes comilonas
que distan de las usuales
de las normales personas.
Los sindicatos de hoy
ya no son como los de antes,
ahora viven del lujo:
cruceros o restaurantes.
Mas si sigue así comiendo,
con ansia descomunal,
un día le va a estallar
la burbuja sindical.
