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La necesidad de ideas frescas en el séptimo arte español

Cartelera de las jornadas. Foto: Iván Gurrea
Cartelera de las jornadas. Fotos: I. Gurrea

El Centro Cultural Buero Vallejo de Canillejas acogió la tercera edición del Encuentro con el Cine Español, un ciclo con lo más reciente y representativo de la producción cinematográfica española de la temporada. Las jornadas incluyeron películas como Blancanieves de Pablo Berger, una obra inclasificable, realizada en blanco y negro, que inserta la tradición del cuento popular en una rica y sugerente estampa de la antropología histórica española.

En clave policíaca y adscrita a los elementos más genuinos del cine negro se proyectó Grupo 7 de Alberto Rodríguez, un exhaustivo y documentado reportaje fílmico sobre un episodio poco conocido de la reciente Historia de España. Además el filme cuenta con el protagonismo de Mario Casas, un actor de moda en la actualidad.

La comedia, también se encontró magníficamente representada con el documental que el artista Paco León realizó sobre su madre en Carmina o revienta. Como novedad, esta edición hizo un guiño a los más pequeños con la película de animación hispano-británica Planet 51 de Jorge Blanco.

Pero, sin duda, la cartelera incluía una obra (El artista y la modelo) reflexiva  sobre las relaciones humanas, por uno de los directores más importantes del país, Fernando Trueba. En su intervención, analizó temas presentes en la película como la función del arte, el suicidio, las reacciones de los personajes y temas metafísicos tales como el efecto pigmalión y la conveniencia del suicidio.

Hasta aquí, esos cinco de los seis títulos eran los propuestos como destacados entre la crítica, el público y los festivales. Pero llegó el momento de clausurar el Encuentro con la primera película de Jonás Trueba, hijo del director citado en el párrafo anterior. Todas las canciones hablan de mí fue la proyección que más gustó entre los asistentes a las jornadas de cine, que llenaron las butacas todos los días. «Es la mejor de las películas que el ciclo me ha mostrado», afirmaba Carlos Robisco, un joven estudiante de 2º de Bachillerato y apasionado del cine y el teatro. Este aficionado y otros muchos asistentes al Centro Cultural Buero Vallejo se implicaron notablemente con los diferentes largometrajes y sus autores.

Como la película apuntó maneras, era un encargo obligado recoger las impresiones del director de la película sobre el estado del cine español, las dificultades que atraviesa y nuevos proyectos en los que trabaja. Así que durante más de tres cuartos de hora, un servidor de Madrilánea.com pudo conversar tranquilamente con Jonás Trueba y Miguel Ángel Rodríguez, coordinador de Cineproyecto, la empresa de servicios cinematográficos que se encarga de gestionar cada año las jornadas de cine en Canillejas.

Cierto es que el cine español y el cine en general sufren una falta de expectación. Las nuevas generaciones muestran un nulo interés por este arte. Pero quizás ellos no tengan la culpa. Una educación eficaz desde abajo y la visión de películas puede provocar una afición por el cine que ya se ha perdido en la nueva generación de jóvenes. Si comparamos este grupo social con el de sus padres, la diferencia es abismal. Las generaciones anteriores a los jóvenes de entre 10 y 30 años sabían apreciar con mayor deseo el cine y eso que disponían de menos medios tanto tecnológicos como económicos para poder acceder a él. En conclusión, la edad del público ha cambiado: hace 30 años, la media de edad del público del cine en general (filmotecas, salas, cineclubs, etc) era de 25 años. Actualmente, la media de edad es de 55 años. El resultado es que han pasado 30 años y los grandes cinéfilos siguen siendo los mismos. «El cine tenía un valor y una importancia social e intelectual que hoy ha perdido», lamentó Jonás Trueba.

El problema es parecido al de la lectura. No se puede obligar a leer. El libro más obligado en los institutos es El Quijote. Muchos de los alumnos cogen manía a la obra de Cervantes por la acción imperativa de los profesores. Por eso, la afición a la lectura tiene que surgir en uno mismo desde su infancia. Ese y muchos temas se trataron en la conversación.

Miguel Ángel Rodríguez (izq.) y Jonás Trueba (dcha.) en uno de los pasillos del Centro Cultural Buero Vallejo. Foto: Iván Gurrea
Miguel Ángel Rodríguez (izq.) y Jonás Trueba (dcha.) en uno de los pasillos del Centro Cultural Buero Vallejo

Implicación del público

Tanto Miguel Ángel Rodríguez como Jonás Trueba quedaron impresionados con el interés y las ganas del público. «Según entra el director a la sala, le aplauden», comentaba impresionado Rodríguez. «Ha sido muy bueno, nunca me había pasado», afirmaba sonriendo Jonás Trueba. Además, Rodríguez detalló que «Pablo Berger, el primer día, se fue emocionado porque la ovación fue más larga que la del Festival de San Sebastián». En definitiva, fue un público muy agradecido con la presencia de los autores y muy participativo.

Dificultades del cine español

Una de las mayores problemáticas que sufre el cine nacional son los canales de distribución. Determinadas películas encuentran serias complicaciones para llegar a públicos mayoritarios. En ocasiones, se publican películas que luego no se estrenan. Miguel Ángel Rodríguez lleva años trabajando en la construcción de salas estables repartidas en diferentes barrios madrileños para emitir películas con continuidad temporal, acompañada de talleres de cine para acostumbrar a la población madrileña a ver cine.

El año pasado, Cineproyecto llevó a cabo un taller de cine de dos semanas de duración. Contaron con una participación de 60 alumnos y la presencia de ilustres como Carlos Heredero, para explicar las claves del cine; Carlos Aguilar, para enseñar a hacer guiones; Berta Frías, para hablar del montaje y Eduardo Chapero, para revelar la técnica del cortometraje. Con todo ese trabajo pedagógico, los alumnos realizaron un cortometraje titulado Momentos, como trabajo final del taller. «Habría que modificar la estructura de la Academia del Cine. Estaría bien que premiasen películas con menos posibilidades económicas y que les diesen esa cabida que necesitan», propuso Miguel Ángel Rodríguez.

A ello, hay que añadir que los grandes culpables de la problemática de los canales de distribución son los exhibidores. Este gremio se ha contaminado paulatinamente, ya que los intereses económicos son las «margaritas» que más florecen.

Actitud positiva

«Creo que hay una cinefilia joven y buena, pero que está en otra parte. Ya no va tanto a las salas convencionales y ve las películas de otra manera. Pero existen jóvenes con un conocimiento amplísimo de cine. Por tanto, no debemos reducir el cine a solamente lo que se estrena en las salas convencionales», aseguraba Jonás Trueba. Este joven director, de 31 años, comparte teorías parecidas a las de su padre Fernando, pero adaptadas a esa generación de jóvenes cinéfilos. «Como espectador, nunca he sido un fan reconocido del cine español, pero este año se han hecho unas películas ‘underground’ que están entre mis favoritas y curiosamente no se han estrenado en salas», desveló Jonás Trueba. Son películas de producción barata, como Ensayo final para utopía de Andrés Duque, que la hizo con un iPhone. Lamentablemente, es una película ignorada por la Academia del Cine al igual que otras películas predilectas de Jonás Trueba y Miguel Ángel Rodríguez como Ori, dirigida por Miguel Ángel Jiménez o Mercados de futuros, de Mercedes Álvarez.

Francia, un ejemplo de afición cinéfila

A veces, porque el mobiliario de casa esté formado por libros, películas y cd’s de música, no quiere decir que vayamos a acogernos a ello. En Francia, se hizo un experimento en la década anterior en el que se llevaba el cine a las escuelas. Una especie de videoteca de 100 títulos elegidos a conciencia para prender desde pequeños al cine. Eran películas conductistas que no tenían por qué ser las mejores, pero son claves para la introducción en el cine desde una edad infantil. «Mi padre nunca me impuso ver una película en especial. La imposición muchas veces provoca la huída de la gente», comentaba Jonás Trueba. Una de las películas estrella de este proyecto francés era Los contrabandistas de Moonfleet, dirigida por Fritz Lang. Seguramente la identificación con el niño que aparece en esta obra es la clave que impulsaba a los más jóvenes a consumir cine.

Una imagen no siempre vale más que mil palabras

Preguntado por el tópico Una imagen vale más que mil palabras, Jonás Trueba se mostró muy claro: «No soy partidario de esta frase. Habrá puristas del cine que opinen que el cine tiene que desligarse de la contaminación de otras artes como la literatura, el teatro, la música etc. Pero yo creo que no», dijo un Trueba que apuesta por un cine bastardo por naturaleza y por una mezcla de todas estas cosas: «El cine no solo es imagen. Muchas veces está mal vista y se considera poco cinematográfica una película en la que se habla mucho o hay mucho texto. Sin embargo, si se cuenta la historia solo en imágenes es muy cinematográfica. Eso es una tontería, pero sigue generando mucho malentendido. Lo reconfortante está en la mezcla de todos estos elementos y no hay que hacerle ascos a esto. No hay que imponerle nada al cine ni al periodismo. Soy un poco dogmático y hermético en eso».

Miguel Ángel Rodríguez (izq.) y Jonás Trueba (dcha.), respondiendo a las preguntas de los asistentes. Foto: Iván Gurrea
Miguel Ángel Rodríguez (izquierda) y Jonás Trueba responden a las preguntas de los asistentes

 

«Pienso en fomentar espectadores al cine porque creo que no hay educación cinematográfica en España ni en el colegio, ni en el instituto y prácticamente ni en la universidad. Solamente existe la carrera de Comunicación Audiovisual, pero tras finalizarla, los estudiantes muestran lagunas muy grandes», argumentaba Jonás, que imparte clases de actuación e interpretación en el Máster de Actuación Cinematográfica de la Escuela TAI (Escuela Superior de Artes y Espectáculos). El joven director madrileño creó, el pasado mes de octubre, un club del cine en la librería La Buena Vida y ha llegado a un acuerdo con un portal online de descargas legales (www.filmin.es), donde todos los jóvenes cinéfilos están invitados a visionar películas seleccionadas por Jonás Trueba y a charlar sobre ellas en la librería. El único requisito es la inscripción para, posteriormente, obtener unos códigos y poder disfrutar de las películas en sus propias casas. «Al principio venía gente mayor, pero ahora acuden también jóvenes y se crea un choque en el diálogo entre ambas generaciones muy enriquecedor. Es una experiencia preciosa», recalcó Jonás.

La participación femenina hasta el momento supera a la masculina. Es frecuente que el consumo de cultura sea mayor entre las mujeres que entre los hombres. Es cierto que ellas se especializan menos —hay menos directoras de cine; menos escritoras; menos críticas de cine, libros o música —, pero consumen más cultura y abarcan más campos.

Al margen de la edad y el sexo de los suscritos, el proyecto ideado por Jonás Trueba ofrece la posibilidad de ver películas difíciles de encontrar. Por ejemplo, un ciclo sobre cine narrativo iraní, que se llevará a cabo en los próximos días y que es fundamental para comprender la realidad que sufren los habitantes del país asiático. Son películas desconocidas que se producen bajo el régimen iraní y ofrecen una crítica política, lo suficientemente estable para evitar la censura.

El cine, al igual que el periodismo, es un vehículo narrativo y audiovisual imprescindible para conducir a las personas hacia lugares desconocidos o inmersos en problemas y que tienen la necesidad de mostrarlos al exterior.

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