Opinión

La invención de Hugo Chávez

El comandante Hugo Chávez mezcló fe cristiana con socialismo del siglo XXI
El comandante Hugo Chávez mezcló fe cristiana con socialismo del siglo XXI

La noticia no ha podido coger de sorpresa a nadie: el comandante-presidente Hugo Chávez Frías, que gobernó la República Bolivariana de Venezuela durante los últimos 14 años, ha muerto. Deja, como encarnación del poder en Venezuela y referencia del socialismo hispanoamericano, un gran vacío político.

El peligro de que un gobernante permanezca al mando de un país durante 14 años es que el segundo acabe adoptando el carácter del primero. En el caso venezolano, la singular personalidad protagonista y expansiva de Chávez no ha hecho sino acentuar este proceso. Lo expresaba así Ruth Pérez, una venezolana de nada menos que 72 años: «No concibo este país sin Chávez».

Hugo Chávez se dirige a los venezolanos con el puño en alto
Hugo Chávez se dirige a los venezolanos con el puño en alto

Los politólogos no han logrado ponerse de acuerdo acerca de si Chávez fue un presidente con tics dictatoriales o un dictador con tintes democráticos. Tan cierto es que por cuatro veces las urnas le refrendaron y que contaba con la incondicional adhesión de muchos compatriotas, como que intentó un golpe de Estado en 1992 y que era miembro del ejército. Su alianza estratégica con la Cuba dictatorial de los Castro, de cuya amistad presumía, sus políticas autoritarias de encarcelamiento de adversarios políticos, de confiscación de medios de comunicación, de expropiaciones «express», y, en no menor grado, su personalidad estrambótica, provocaba que en las más maduras democracias europeas no fuera tomado como un presidente muy serio. Más allá de su incesante y poco productiva palabrería, el invierno del «patriarca» deja a Venezuela en una delicada situación política, económica y social, y al Partido Socialista Unificado de Venezuela (PSUV) huérfano de carisma.

Veremos si tras el paso de Chávez vuelve a crecer la hierba en Venezuela. Por de pronto su designado sucesor, Nicolás Maduro, que en teoría representa a la llamada facción «civil» del partido, compareció ante la televisión pública parapetado de militares y puño en alto. Su contricante en la lucha por el control del partido, Diosdado Cabello, es militar y participó junto a Chávez en la asonada del 92. Dos perfiles que no auguran significativos avances.

En el otro lado pide turno Henrique Capriles Radonsky, líder de la coalición opositora Mesa de la Unidad Democrática (MUD), que levantó grandes esperanzas y expectativas de cambio en las últimas elecciones de 7 de octubre de 2012. Político y abogado, su voz y su rostro tal vez sean los idóneos para devolver al país a la normalidad (alternancia) democrática. Esto será posible siempre y cuando Maduro haga cumplir la ley y convoque elecciones, lo cual no está nada claro. La ley es muy flexible, incluso maleable, en manos del chavismo.

Henrique Capriles, candidato de la Mesa de Unidad Democrática, representa la esperanza de cambio
Henrique Capriles, candidato de la Mesa de Unidad Democrática, representa la esperanza de cambio

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