«Vagos Permanentes» se desperezan con su tercer disco
Su lema, ¡Qué la vagueza os acompañe!, poco o nada tiene que ver con su filosofía de trabajo. Comenzaron su andadura en 2006 y, desde entonces, este grupo alcalaíno no ha dejado de montar la comedia por los diferentes escenarios de la geografía española compartiendo cartel con bandas como Reincidentes, Lendakaris Muertos, Mama Ladilla, Trashtucada, Habeas Corpus, Boikot, Koma o Txarrena. Su música ha estado presente en festivales tan sonados como Aupa Lumbreiras!, Tachu Rock, Molina Rock, Desamparados Rock o Migas Rock.
Todo surgió casi por casualidad. Álvaro estaba en un grupo de hardcore y Álex en un grupo de rock «clasicote» y querían hacer algo distinto. Se pusieron manos a la obra. El primer fichaje fue Mireya, la voz punk del grupo y, poco a poco, Vagos Permanentes fue tomando cuerpo. «Nos definimos como un grupo ska-punk con tintes metal, ya que tenemos de todo y para todos los gustos musicales habidos y por haber, desde el punkarreo de Mireya, pasando por el metal de Richard, el hardcore de Supery… en fin, de todo».
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Si algo se puede decir de esta banda es que se caracteriza por su heterogeneidad. Su estilo es, sin duda, una mezcla de ska, punk y metal. O lo que es lo mismo, combina la música negra estadounidense con los ritmos jamaicanos propios del ska y se fusiona con el punk y el metal. Una mezcla explosiva, sobre todo si se adereza con unas letras llenas de una ironía que rozan la sátira. «La idea de Vagos Permanentes siempre ha sido hacer música combativa, pero ya el nombre lleva implícito algo de cachondeo… Mejor tomarnos todo con humor, pero dando donde más duele… Siempre hemos intentado ser ácidos», afirman estos vagos empedernidos. Y aunque parezca que este mix de estilos no es apto para todos los públicos, en este caso se confirma aquello de que las apariencias engañan: «Hemos hecho bailar a niños, gente normal y hasta a mi madre», espeta Aarón entre carcajadas.
De película
Su último trabajo, Regreso al pan duro, es quizás el más humorístico. Las dosis de humor que desprenden sus temas son cosa de Álex, el batería. Para «dar el golpe» cuenta con la ayuda de un antiguo compañero que fue saxofonista y que, por motivos de trabajo, tuvo que dejar el grupo. Todos coinciden en señalar que las letras de este trabajo son las más elaboradas y no dudan en atribuirlo a la madurez de Vagos Permanentes. Ahora, aseguran, se lo toman «más en serio».
Si en anteriores trabajos fueron combativos, éste no va a ser menos. Su objetivo podría resumirse en no dejar títere con cabeza. Han apostado por rescatar los títulos de películas muy taquilleras para retratar el rostro más cruel de la situación actual. Por ejemplo, Yo, Robe es la versión vaga de Yo, Robot y la trama que discurre entre acordes que reflejan la humanización de un banquero arrepentido de lo que hizo. Otra letra que no dejará a nadie indiferente es la que se esconde bajo el título Soy Hacienda, un paralelismo con Soy Leyenda donde un trabajador de Hacienda se encarna en un peculiar Will Smith que no sabe a quién extorsionar. Más historias igual de significativas están escritas en los pentagramas de temas como President Evil, V de Vagueza, La Guerra de los Mudos o El Imperio te atraca.
Cultura copyleft
Uno de los rasgos que caracteriza a Vagos Permanentes es su forma de venderse. Lejos de una música comercial aglutinada en un cd, este grupo alcalaíno apuesta por la denominada cultura copyleft, es decir, una alternativa a las restricciones impuestas por la industria del entretenimiento anquilosada en derechos de autor que explotan tanto autores como editores. En este caso son los propios autores quienes ceden el derecho a la libre distribución de copias y versiones modificadas de su obra exigiendo que esos mismos derechos sean preservados en las versiones modificadas.
Firmes defensores de esta cultura, Vagos Permanentes puso en marcha una campaña para autofinanciar su trabajo a partir de crowdfunding, una forma de mecenazgo que se nutre de donaciones realizadas a partir de una plataforma digital: Verkami. Fue Álvaro, guitarrista del grupo, el autor intelectual de esta estrategia. Llegó un buen día y enseñó al resto de los vagos cómo funcionaba. A partir de ese momento y durante cuarenta días, el grupo se volcó en el proyecto. «Fueron días de mucho curro, moviéndolo para que la gente se enterase cómo funcionaba porque es algo novedoso… pero muy gratificante».
El modus operandi se reduce a un intercambio entre el mecenas y el autor. Vagos Permanentes necesitaba 3.500 euros y sus mecenas fueron contribuyendo con aportaciones económicas recompensadas si todo llegaba a buen puerto. Así, por ejemplo, un mecenas que donase 15 euros tenía derecho a la escucha online del trabajo antes de su lanzamiento, su descarga online y aparecer en los agradecimientos. Ademas, de recibir el cd en su casa y una camiseta oficial del grupo. La cuantía de las donaciones iban desde los 5 hasta los 900 euros. Finalmente, lograron reunir 3.623 euros. Objetivo cumplido. Con ese dinero, Vagos Permanentes han podido grabar el disco, hacer las copias, promocionarlo…
En el calendario del grupo el 2 de marzo está señalado como el gran día, al menos, como un día grande. Es la fecha en que Regreso al pan duro será presentado en la Sala Caracol. Son conscientes de que vender pan duro «según están las cosas, no es para tomárselo a cachondeo». Y rematan: «Pero si ya no nos queda el humor, ¿qué hacemos?».
Tras este pistoletazo de salida, Vagos Permanentes comenzará una gira a lo largo y ancho del país con cita en Valladolid, Palencia, Bilbao, Vigo, Guadalajara, Sevilla… Aunque aún quedan cosas por cerrar, el broche de oro será «un pedazo de festival como es el Aupa Lumbreiras en Villena», confiesa Aarón emocionado.
Y si algo tienen claro es que lo suyo es y será siempre, vaguear. Así pues, ¡que la vagueza os acompañe!