La capa: una estampa madrileña
En la memoria colectiva de los españoles todavía perdura la imagen de Ramón García despidiendo el año con una capa a la espalda. En Madrid, existen personas para las que la capa no es una anécdota folclórica sino una prenda útil para guardarse del frío, elegante para pasear por cualquier calle y lo bastante amenazada de extinción como para agruparse en una asociación que fomente su uso.
Ha pasado mucho tiempo desde que la capa fuera una prenda habitual en el Madrid de las Escenas Matritenses de Mesonero Romanos o en el más tardío de Fortunata y Jacinta de Galdós. Posiblemente a principios de siglo, sólo Valle Inclán se atreviese a vestir con ella con regularidad. Quizá al contemplar el desuso en el que estaba cayendo una prenda tan española, el periodista Antonio Zazo Velayos fundó en 1928 la Asociación de Amigos de la Capa de Madrid, la decana y más activa de las asociaciones capistas.
Alberto Cabestrero es su actual secretario general y resume en una sola frase todo el espíritu de la asociación: «Aquí la amistad se presupone. Aquí lo que prima es la amistad, la amistad y después la amistad». La asociación suma 395 socios en Madrid capital y está integrada en los actos más castizos de la Villa, como el día de la Almudena o el de San Isidro.
Los amigos de la capa tienen dos encuentros fuertes a lo largo del año: el sábado más cercano a San Martín —patrón de los capistas— y la procesión de San Isidro, donde acompañan al santo por las calles de Madrid. La primera reunión hace las veces de apertura de la temporada de la capa. Se celebra una misa en la catedral de La Almudena, presidida por el canónigo que actúa como capellán de la Asociación. Al acto religioso sigue la recepción de nuevos miembros en la pañosa —apelativo cariñoso para referirse a la Asociación—con la imposición de capas. El ritual, con fórmula de profesión y entrega de diploma e insignia incluidos, combina emoción y simpatía a partes iguales.
En la última reunión se impuso la capa a Miguel, onubense venido a Madrid ex profeso para un día tan importante en la vida del capista: «Llevo capa por amor a una tradición española». Francisco Rodríguez Velasco, miembro de la asociación, es claro cuando le preguntan por qué viste con capa: «Capas ha habido desde antes de los romanos. Para mí, la capa es algo cotidiano. Me gusta pasear por el Madrid castizo con ella. No quiero que se pierda la costumbre».
Pasado, presente y futuro
Los orígenes de la capa se encuentran en Béjar, provincia de Salamanca, y por eso su patrona histórica es la Virgen del Castañar. La salmantina Sastrería Rodríguez va por la quinta generación dedicada en exclusiva a la confección de la capa y aseguran vender «100 capas al año». Allí, «sí se conserva la tradición de la capa, la gente la lleva». En Madrid, la referencia indiscutible desde hace más de un siglo es Capas Seseña. «De Semana Santa a octubre viene mucho público extranjero», comenta Carmen, dependienta de la tienda. «También enviamos capas por correo. Hemos enviado a México, Australia, Canadá… De Japón nos llegan encargos sobre todo de mujeres para sus maridos», continúa Carmen.
Si vestir con capa es una poderosa manera de llamar la atención en España, más lo es todavía si se pasea con ella por el extranjero. Inocencio Arias, diplomático y ex embajador de España ante la ONU, se puso una capa heredada de su padre con 17 años y desde entonces son pocos los actos solemnes a los que ha asistido sin ella: «Cuando estaba en Estados Unidos, me la ponía para todo acto relacionado con España. A los americanos les gusta, pero les da pudor ponérsela. Una vez le regalamos una capa a García Márquez». Algo parecido cuenta Jacques, de nacionalidad francesa y director jubilado de Liceo, que todos los años viene al inicio de curso capista: «En Francia llevo capa en las grandes ocasiones, como bodas. La gente me para por la calle y yo les explico qué es». A veces, la sorpresa de ver una capa por la calle también despierta el ingenio de los sorprendidos: «¡Drácula!», es lo que asegura el capista Francisco Rodríguez que le gritaron mientras paseaba por Buenos Aires.
Aunque no es muy común que la gente joven se interese por esta prenda, hay esperanza en la continuidad de la capa. «Hace poco vendimos una capa a un chico que la había pedido como regalo de fin de carrera», comenta Carmen tras el mostrador de Capas Seseña.
Las modas pasan. La capa siempre permanecerá como sinónimo de elegancia y buen gusto.
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La historia de San Martín
El patrón de la Asociación de Amigos de la Capa es San Martín de Tours. Martín fue un soldado romano del siglo IV. Según la tradición, se encontraba a las puertas de la ciudad de Amiens cuando encontró a un mendigo aterido por el frío. El soldado partió su capa y le entregó la mitad al pobre para que tuviera algo con que cubrirse. La sorpresa llegó cuando, a la noche siguiente, aquel mendigo se le apareció y resultó ser Cristo en persona agradeciéndole el gesto.
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Qué bien escribe este tío coño! Así da gusto
Lo mejor que he visto sobre nuestra Asociación , en este relato , quizás corto (como me indica su autor), pero denso y certero. Bueno lo de «secretario general» es un «broma» de nuestro Presidente Rafael Florez, en la Asociación la denominación del cargo es simplemente SECRETARIO.
Este periodista debería publicar más artículos. Qué gusto leerlo.
Artículo interesante que divulga la razón de ser de una prenda española con solera.
Curioso, ágil, bien documentado. Miguel J. Garcilópez, una joven promesa.