Los comerciantes de Rivas piden auxilio para evitar su ruina
Estos días muchos comercios de la zona ripense de Covibar se tiñen de verde. Muchas tiendas colocan en sus escaparates un cartel de este color con un mensaje incómodo: «El comercio paga cada año dos millones de euros a Covibar» —la cooperativa del barrio— «queremos que nos escuche». Las dificultades económicas han sido devastadoras para ellos y se sienten abandonados por su arrendatario: la cooperativa, poseedora y alquiladora de estos locales. Ahora, piden ayuda para evitar lo peor: la muerte del comercio autóctono. La mejor prueba de esta lenta agonía son los locales vacíos que proliferan en las zonas comerciales. Los escaparates desiertos son las ruinas modernas de la crisis.
Covibar (Cooperativa Obrera para la Construcción de Viviendas Baratas) se creó en 1978 y recibió en 1983 a los primeros vecinos. Su objetivo es la autogestión. Esta organización posee tanto las casas como los locales de la zona y pagan los gastos alquilándolos a los comerciantes. De esta forma se autofinancian bajo la premisa del bien común y de la economía social.
Desde los años 80, Covibar ha experimentado un crecimiento brutal hasta ser una de las colonias más influyentes y poderosas de Rivas. Los comercios han sido una parte muy importante en ese desarrollo. Ahora, algunos minoristas se sienten abandonados por los gestores del floreciente barrio que ellos han ayudado a crear. José Luis tiene una tienda de ropa en esta zona desde hace 18 años. Y se reconoce como parte activa de la colonia, pero él —junto con otras 60 personas— se ha visto obligados en lo últimos meses a crear la Asociación de Comercios y Pequeñas Empresas de Covibar para defender sus intereses. «La mayor parte del dinero que ingresa la cooperativa es a través de los locales», comenta José Luis, «pedimos que nos promocionen y que incentiven el comercio del barrio».
Sus ventas han disminuido y Covibar es inflexible con la renegociación de los alquileres. Estos comerciantes pagan los mismos gastos que hace cuatro años, pero con menos ingresos. Por eso, exigen precios más bajos que les permitan sortear la coyuntura: «Tratamos de negociar a la baja. En Madrid Capital han disminuido un 35% o 40% y aquí se mantienen los alquileres». Esto ha hecho que el perfil de los negocios del barrio cambie. Los comercios autóctonos se ven obligados a cerrar con un precio que ayer podían pagar, pero que hoy les parece excesivo. Las tiendas de toda la vida se sustituyen por bazares chinos, que han proliferado por la zona. «Si te van mal las cosas y tienes que cerrar se lo dan a otro sin ningún criterio. No tienen ninguna capacidad mercantil», comenta José Luis.
Los carteles distribuidos por toda la cooperativa son tajantes: «Un tejido empresarial descuidado en esta zona significaría el fin de la cooperativa en gran medida. También provocaría una pérdida de valor de nuestras viviendas y un aumento de inseguridad de la zona». Desde 2008, hay 32 locales comerciales menos en la esta zona y más de 40 disponibles en la cooperativa. Sus precios rondan desde los 270 euros por 50 metros cuadrados de una antigua tienda de reciclaje de cartuchos hasta los 1.000 por un antiguo bar de 177 metros cuadrados.
Ignorados por la cooperativa
Pese a que no les han recibido desde que se constituyó la Asociación de Comercios y Pequeñas Empresas de Covibar el pasado junio, la cooperativa ha publicado este mes un comunicado donde promete reunirse con los comerciantes «en fechas próximas» para tomar «medidas que podemos arbitrar conjuntamente para incrementar el consumo». La cooperativa alega en el documento que fomenta el comercio desde varios medios: publicidad en la revista oficial, promoción gratuita en el cine y en la web, preparando campañas de Navidad, etc.
Mientras que algunos no quieren hablar para los medios —aunque confiesan que comparten las reivindicaciones— otros resaltan el buen trato de los gestores: «Yo antes estaba en un centro comercial privado y me vine a la cooperativa», comenta el dueño de una librería, «ahora pago la tercera parte de lo que me costaba el local». Además, destaca el importante papel de la cultura en la vida de Covibar, muy relacionada con su actividad comercial. Mientras que para muchos, la multitud de talleres y cursos que realiza son «superfluos», para otros es un complemento más para exhibir sus productos y enriquecer el barrio: «Yo siempre que he querido hacer algo cultural, Covibar me ha apoyado. Si queremos vender más, debemos ponernos las pilas nosotros mismos. A veces estamos demasiado acostumbrados a que otros nos saquen las castañas del fuego».