La crisis ahoga a la EMV de Rivas-Vaciamadrid
Cristina y Javier pagan cada mes dos pisos, aunque no tienen ninguno en propiedad. En agosto de 2012, firmaron un contrato con la Empresa Municipal de la Vivienda (EMV) para la compra de un apartamento aún por construir en la zona nueva de Rivas Vaciamadrid. Pese a que les fijaron un plazo aproximado de 18 meses para construir, su parcela aún sigue desierta y el mínimo necesario de pisos (el 80% de cada una) para comenzar a edificar aún no se ha vendido. Hasta que llegue el esperado momento, la pareja agota sus ahorros en un piso de alquiler en la zona norte de Madrid afrontando ambos pagos.
La EMV de Rivas ha sido uno de los proyectos más exitosos del ayuntamiento ripense. De participación público-privada, en los últimos diez años ha entregado 2.976 llaves en venta o alquiler, divididas en seis planes. El sexto plan nació con 527 viviendas proyectadas y 1.283 demandantes, muchos de los cuales renunciarían después. Los apartamentos, ubicados en el Barrio de la Luna, tienen dos y tres dormitorios, plaza de garaje y trastero, son unos precios oscilan entre 119.000 y 165.000 euros. Además, hay zonas comunes ajardinadas, piscina comunitaria y un plan ecológico. Lo que antes era un regalo, ahora parece un lujo.
El inicio de la crisis paralizó la demanda de pisos y ahora tienen dificultades para vender las viviendas que hace cinco años se colocaban como churros. «A nosotros nos llamaron en verano de 2011 para adjudicarnos las viviendas del quinto plan, pero estuvimos mirando las cuotas y eran una pasada. Han bajado los precios y ya no nos salía a cuenta», explica Patricia, otra vecina a la que le ofrecieron un piso después de que varias personas en lista de espera renunciaran a él.
La entrega de los pisos del sexto plan estaba prevista para enero de 2015, en el mismo momento que los compradores llegan al límite pagado del 20% del piso. Por el momento, no se ha vendido el mínimo de hogares (un 80% en cada parcela) para que el banco pueda conceder un crédito a la EMV para empezar la obra. «Nos explicaron que mucha gente renuncia o no se venden los pisos suficientes», matiza Cristina, «necesitan pasar por los bancos para recibir la financiación».
«Entre la letra del piso, que ronda los 750 euros, y el alquiler, cada mes desembolsamos unos 1.300 euros», comenta Javier, «somos conscientes de que si alguno nos quedásemos en paro, no podríamos pagarlo». Sin embargo, ambos reconocen que la EMV ha flexibilizado sus condiciones, tal y como anuncian en su página web, mediante tres vías: no hay penalización en caso de renuncia posterior, se devuelven aportaciones en 60 días si el comprador se queda sin empleo y ofrecen un plan de pagos personalizado. Cristina y Javier confían en que este organismo cumplirá, aunque no sea en los 18 meses calculados: «El hecho de que sea una empresa del ayuntamiento nos da garantías».
Las dificultades por las que atraviesa la empresa municipal se han saldado con un ERE de diez trabajadores, anunciado este mismo mes. La reacción del Partido Comunista de Rivas, que también forma parte de la junta de Gobierno de IU, no se hizo esperar. El día 28 de octubre, emitió un comunicado pidiendo la dimisión del concejal de Urbanismo, Fausto Fernández, y denunciando «un modelo sin control público y que ha perjudicado a los trabajadores».
«Planteábamos la necesidad de que el ayuntamiento tuviera un control mayor sobre la gestión de la Empresa Municipal de la Vivienda y entendemos que eso pasa por una municipalización, que a su vez nos permita paralizar el ERE», explica Ismael González, responsable político de la formación: «La situación económica ha cambiado. No se puede seguir un plan de desarrollo urbanístico de hace cuatro años en el contexto actual. No tiene sentido crear viviendas que ahora mismo no tienen salida». El comunicado, colgado en su web, anuncia algunas anomalías: «En el proceso de negociación aparecieron varios trabajadores con nómina, sin ningún puesto asignado y cuyo lugar de trabajo nunca fue la EMV, aunque sí cobraban un sueldo mensual».
Durante los primeros meses y ante la ausencia de información oficial, los compradores se organizaron para avisarse de las novedades los unos a los otros y poder hacer fuerza común. Las nuevas tecnologías han sido clave. Contactan en la web nuevosvecinos.com, foros, a través de un Facebook de la sexta promoción e incluso han creado grupos de Whatsapp donde uno de los adjudicatarios llama a la EMV y después retransmite los datos a sus compañeros. De esta forma, estos vecinos ya han conseguido dos reuniones informativas en los últimos seis meses, donde la EMV les comenta la evolución del proyecto.
En el último encuentro celebrado el pasado 5 de octubre, los responsables de la EMV explicaron que el proceso de ventas parece avanzar poco a poco y que ya hay una parcela a punto de construir. Cristina y Javier prefieren esperar y tienen claro que no van a renunciar a su piso: «Tenemos una casa con unas proporciones y una calidad que son difíciles de encontrar en otro sitio al mismo precio. El barrio es bonito, está lleno de gente joven y las zonas comunes están muy bien equipadas», explica Javier. «Yo espero que de aquí a nuestra boda, que es el año que viene, hayan empezado. Es el plazo personal que me he puesto», zanja Cristina.
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