¿Lo natural puede ser ilegal?
¿Le han recomendado alguna vez alguna planta de difícil pronunciación para aliviar alguna dolencia? ¿Ha tenido dudas respecto a su eficacia y procedencia? Un estudio realizado por científicos canadienses concluyó que una mayoría de los productos de herbolario comercializados en Estados Unidos y Canadá incluían restos de plantas y hierbas que no figuraban en las etiquetas. Incluso algunos se vendían con elementos contaminantes o sustancias de relleno.
En declaraciones al New York Times, el director científico del Consejo de Botánica de América, Stefan Gafner, criticó la metodología del estudio (la codificación con ADN de productos orgánicos) por imprecisa, aunque reconoció que los controles de calidad son un gran problema en la industria. Pero, ¿qué sucede en nuestro país? ¿Está igualmente afectado el sector por los controles de calidad?
«La legislación es suficiente pero hacen falta controles. No hay inspecciones en los locales y la venta ambulante, pese a estar prohibida, se permite con total impunidad», explica el abogado especialista en el tema, Fernando Frías. Este es un problema que también preocupa a los farmacéuticos. «La farmacia vende productos perfectamente envasados y registrados. No solo están los mercadillos que tienen expuestos los productos al CO2 de los coches, también hay herbolarios que venden a granel, sin ningún tipo de envasado», agrega Luis González, secretario del Colegio Oficial de Farmacéuticos de Madrid. «Los controles de Sanidad se realizan a las grandes empresas pero lo que es venta ambulante, al por menor o por internet no se controla. En muchos casos es competencia de las autonomías pero ya sabemos cómo están de medios y recursos. Si nadie inspecciona, no hay solución», concluye Frías.
Para el abogado, uno de los mayores problemas es que la falta de control impide conocer las condiciones de conservación de los productos, pero a ello hay que sumarle otros «sonados fraudes». Por ejemplo, cuando se comercializan complementos alimenticios que aseguran que pueden prevenir, tratar o curar enfermedades. El Real Decreto (1487/2009) prohíbe expresamente que a los complementos se les atribuyan propiedades terapéuticas.
La organización de consumidores de España CEACCU, denunció el año pasado a 36 webs y 60 marcas por irregularidades en su etiquetado y su publicidad online. El estudio «Los complementos alimenticios ¿cumplen con la legislación?» concluía que prácticamente todas las páginas incluían declaraciones sobre la prevención o tratamiento de enfermedades (incluso para curar el cáncer). «Comprobamos que en un porcentaje altísimo, en torno al 80%, incorporaban declaraciones sobre curación de enfermedades», explica Isabel Ávila, presidenta de CEACCU. «Se usa la palabra “complementos” porque parece que son naturales e inocuos y en muchos casos la concomitancia de estos con los medicamentos puede generar efectos secundarios», añade.
El problema de estos productos es que, al ser alimentos, no tienen las mismas exigencias legales que los medicamentos. «Lo que aparece en el etiquetado y en la publicidad es una mera declaración del fabricante», explica Ávila. «Encontramos páginas en las que se vendía como complemento lo que por su composición era en realidad un medicamento».
Inspecciones «diarias»
Pese a las acusaciones, muchas empresas del sector defienden que superan todos los controles y que las inspecciones de Sanidad se hacen incluso «a diario». Además, muchas empresas aseguran que tienen sus propios sistemas de calidad. «Se realizan análisis, controles y se comprueban los productos, las materias primas y componentes», explica Gonzalo Irigoyen Barranco, del Departamento de Marketing de Soria Natural, una empresa referente en comercialización de productos derivados de plantas medicinales. «El problema está en la legislación, que no es clara», asegura. Reconoce que existen casos de fraude pero «también se han llegado a comercializar medicamentos caducados, la industria farmacéutica también ha tenido sus pufos», concluye.
A su juicio, y el del sector en general, representados en la Asociación Profesional de Dietética y Herbolarios de Madrid, la industria farmacéutica es más fuerte y ha conseguido quedarse con la parte más grande del pastel. «Siempre ha habido una discriminación, el sector farmacéutico tiene mucho poder y ha conseguido, por ejemplo, comercializar los productos homeopáticos y también los oligoelementos que antes vendían los herbolarios», explica Raquel Meseguer, secretaria técnica de la Asociación. Asegura que tienen muchas inspecciones y que la legislación se cumple a rajatabla. «Llevo ocho años y no ha habido ningún caso de fraude», añade. «Las empresas y las tiendas saben que vender plantas medicinales como medicamentos está prohibido, otra cosa es lo que sucede con las páginas de internet». De hecho, la ley 29/2006, de 26 de julio, de garantías y uso racional de los medicamentos y productos sanitarios, solo permite la venta de plantas tradicionalmente consideradas medicinales siempre que no se haga referencia a sus propiedades terapéuticas. «Esto ha provocado que las empresas vendan el mismo producto: uno con indicaciones para la farmacia y otro sin ellas para los herbolarios», explica.
«Se pueden comercializar productos siempre que no hagan daño, puede ser un producto de consumo con propiedades saludables y eso no quiere decir que sirvan para tratar o curar enfermedades», matiza César Hernández, jefe del departamento de medicamentos de uso humano de la AEMPS (Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios).
El drama de la talidomida, que ha afectado muy de cerca a España explica, en parte, la rigidez de la legislación de los medicamentos. «Todo pasa por controles de calidad, seguridad y eficacia. La talidomida hizo cambiar la legislación, ahora se piden garantías que antes no», concluye.
El dilema de la profesionalización
En cualquier caso, y legislaciones aparte, el sector «natural» cree que puede convivir con el convencional y que el problema radica en la negativa a profesionalizar la labor de los herbolarios. Según la secretaria de la Asociación de Herbolarios, «si la profesión estuviera reglamentada, estaríamos en el mismo nivel que cualquier otra. Se hicieron todos los trámites pero no salió a la luz en el BOE», lamenta. Esta diferencia es precisamente la que remarcan los farmacéuticos. «El farmacéutico ha tenido que hacer una carrera, es un experto, y sabe de plantas medicinales porque estudió botánica. Además, cualquier producto, aunque se diga que es natural, tiene que estar bajo el control de un técnico sanitario, es decir, un médico y un farmacéutico. Y la gente, cuando tiene alguna dolencia lo primero que hace es ir a la farmacia, porque tiene confianza», concluye Luis González, secretario del Colegio de Farmacéuticos.