No te dije…
No te dije que temo las despedidas, fatídicas como la muerte, porque en definitiva, representan siempre el último adiós…
No te dije que espero ansiosa tu llegada, como un niño que sueña con ver el mundo girar subido a un carrusel…
No te dije que me duele tu dolor y las lágrimas que te arranco de ese océano azul y a veces verde, que mira y devora, sin pedir permiso…
No te dije que cuento contigo para saltar al precipicio todas las tardes, en las que el frío tiñe de silencio tus labios…
No te dije que amo tus pausas, tu suave ritmo y cansado, tu presencia infinita, aún en el más sepulcral de tus silencios, esos que auguran mis tempestades…
No te dije que te arrancaría la paciencia y la haría mía, para tener así un pedazo de tu grandeza…
No te dije que odio mi memoria, mi nostalgia y mis arrebatos…
No te dije que me odio a mí misma, por no saber qué hacer con el mundo que tienes en las manos y que me regalas como una ofrenda, todos los días…
No te dije que tu risa de niño me derrumba, me hace frágil e inerme…
Pero tampoco te dije y tal vez no te diga nunca, que te tiendo mi mano para caminar juntos, sin océanos que nos separen…
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