David Gistau: «El columnista se ha comido al periódico»
Columnista accidental por definición propia, reconoce no sentirse cómodo hablando en público. Una descripción que no sorprendería a muchos si no fuese porque David Gistau (Madrid, 1970) se ha convertido en un referente en el periodismo de opinión, reconocido por sus toques de humor ácido y satírico y participar con frecuencia en tertulias televisivas como la Liga ABC y radiofónicas, como en La brújula, de Onda Cero. Una paradoja que nos ayuda a entender cómo este afamado periodista puede asegurar con honestidad y sin acritud que «el columnista se ha comido al periódico».
A pesar de ser una cara conocida, no pisó una redacción hasta los 28 años, en la recién fundada «La Razón». Antes de que su nombre se relacionase con una mirada crítica de la actualidad, Gistau comenzó labrándose una carrera como guionista de televisión. Sin embargo, tenía muy claro que «quería trabajar en una redacción». Esa determinación le llevó también a trabajar para El Mundo en 2005 como columnista, cronista y reportero hasta que, hace seis meses, fuera fichado por ABC.
Década y media después de iniciarse en el periodismo, Gistau dice que no tiene un discurso firme sobre la profesión -siempre le habían parecido «demasiado solemnes»-, pero sus años de experiencia le llevan a defender que la vocación del periodista joven debería ser la de escribir crónicas y reportajes, que para él son los géneros estrella del periodismo, no la columna, algo característico de España, no de otros países. Intenta mantener viva la figura del «Gistau corresponsal», la misma que le llevó a Afganistán a principios de los 2000 y a cubrir el Mundial de Fútbol en Suráfrica en 2010. «Yo no me siento periodista cuando estoy en mi casa encerrado, rodeado de diccionarios de la RAE y pensando en cómo hacer un chiste sobre Artur Mas».
Tener muy claro dónde reside la vocación es una cosa y otra muy distinta es poder llegar a ejercerla. Gistau reconoció a los alumnos del Máster de ABC-UCM que han llegado a la profesión en un momento muy complicado: cuando el periodismo está atravesando una «crisis de concepto» donde, a día de hoy, «desprenderse del papel es como desprenderse del alma». Una visión del periodismo prácticamente apocalíptica en la que nadie encuentra la manera de convencer a la gente de que hay que pagar por leer. «Los links nos están matando», dice.
La clientalización de un periodismo débil
Esta precariedad y el pavor a la «oscuridad del desempleo» ha convertido a los periodistas en un colectivo demasiado vulnerable a la intervención del Estado. Y para Gistau «un periodismo subvencionado es incompatible con el periodismo libre». En un contexto en el que el miedo mata «el alma crítica de la profesión», según explica, el periodismo se encuentra en un momento de debilidad, propicio para sucumbir a la «clientalización» del oficio. Para él, la situación ideal sería que los medios perteneciesen a grupos empresariales que no dependiesen de las subvenciones del Estado. «Pero claro, en tiempos de crisis es difícil». Pese a las dificultades, es consciente del estatus que disfruta en el periódico. «Cuando me han rechazado algún tema ha sido solo porque salía caro hacerlo», comenta entre risas.
David Gistau tiene claro que el periodismo ha perdido la batalla de la inmediatez pero sigue defendiendo que los periódicos aún dictan la conversación nacional y que siguen teniendo esa capacidad de influencia. Mirando hacia el futuro, opina que la prensa vivirá esencialmente de la complicidad con las firmas y de las exclusivas. Aunque estas últimas «a veces les salgan rana».
El columnista nunca se ha sentido una persona censurada pero sí reconoce que se piden favores. «No habría tolerado un ejercicio puro y duro de censura, pero a veces he calibrado». Con ese mismo tono de autocrítica definió Gistau sus inicios: «Yo me hice periodista para salir de noche». Y con esa misma sinceridad debatió con los alumnos de la XXV promoción del Máster ABC-UCM temas de actualidad y del pasado; de los Juegos Olímpicos y de los futbolistas; de la crónica argentina y de la columna de opinión. Y del Sporting, también hubo tiempo para hablar del Sporting.
UN LIBRO | «La conjura de los necios» |
UNA PELÍCULA | «El hombre tranquilo» |
UN ESCRITOR | Norman Mailer |
UN ACTOR/ACTRIZ | John Wayne |
UN PAÍS | Inglaterra |
UNA CIUDAD | Buenos Aires |
UN LUGAR VACACIONES | Cantabria |
UN PERSONAJE | Corto Maltés |
UNA NOTICIA | El 11-S |
UNA VIRTUD NECESARIA | Empatía |
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Estupenda lectura. Muy grave me parece confundir censura y conjura, siendo tan magna la obra a la que se refiere Gistau.
Muchísimas gracias por avisar del error, Antonio. Un saludo!
Me imagino que el bueno de Gistau se refiere a LA CONJURA DE LOS NECIOS, libro conocidísimo de John Kennedy Toole. No me consta que «La censura de los necios» exista como libro.
Yo me lo he leído y es un libro peculiar. El protagonista, Ignatius Reilly, es un joven gordo, grasiento y guarro que vive con su madre. La narración nos traslada su visión original, patética y divertida del mundo y de la vida.
La obra también tiene una historia trágica. Escrita a principios de los 60, el autor se «desgastó los nudillos» llamando a las puertas de las editoriales. Todas rechazaron la novela y Toole se suicidó en 1969 (con 32 años) considerándose un escritor frustrado.
Sin embargo su madre siguió luchando por su publicación, y la consiguió en 1980 (con 79 años) en una editorial universitaria de Louisiana. La novela alcanzó en pocos meses un éxito inmenso; en 1981 ganó el premio Pulitzer y la crítica la laureó durante muchos años.
Muchísimas gracias por avisar Pachi, ya lo hemos cambiado. Un saludo!