¿Deben los medios pagar por las entrevistas?

¡Quieren cobrar por vender información! ¡Qué infamia! Una entidad privada quiere cobrar por las entrevistas que concedan sus empleados y los hijos morales de Bernstein y Woodward no han tardado en llevarse la mano a su espada dorada del periodismo idílico. Menuda alegría se van a llevar los directores de los medios cuando se enteren de que los periodistas se conformarían con cobrar en satisfacción moral y gozo intelectual. Por favor, Angie, baja la espada. Seamos claros: los periodistas casi siempre dan algo a cambio de la información que obtienen. Ya sea notoriedad, favores, influencia, una comida o en muchos casos dinero. El Newcastle United FC plantea un sistema transparente de tarifas en un área informativa donde reina la opaca relación entre futbolistas y periodistas. No hay nada inmoral en pagar por una entrevista, otra cosa es que la información pueda quedar diezmada. Sin embargo, el discurso de un futbolista parece inmune a un escrutinio de tales matices: suele ser información tópica y manida. Sin buscarlo, quizá la iniciativa sirva para exigir un dialogo más coherente a los principales actores de la información deportiva. Tampoco hay que olvidar algo fundamental: cuando un medio deportivo depende al 100% de las declaraciones de unos pocos hombres –en su mayoría sin estudios básicos– que a duras penas articulan frases de más de diez palabras el problema es del periodismo.

¿Se puede saber a qué estamos jugando, César? Si las nuevas generaciones de periodistas entramos en la dinámica de conseguir información a golpe de talonario socavaremos, más si cabe, nuestra amada profesión. Con decisiones como la que ha tomado el Newcastle FC se devalúan las noticias. Que Tómbola marcase un hito en la historia del periodismo no es algo baladí. Desde que el programa de Canal 9 comenzó a pagar a sus invitados y a llamar a esas declaraciones «exclusivas», el periodismo perdió cualquier tipo de credibilidad. Pusieron precio a la información, consiguieron que el morbo inundase la prensa rosa y que el consumidor se volviese escéptico. Desde entonces hay gente que chupa del bote y vive del cuento de vender información a medios de comunicación. Con tal de sacar una buena tajada, el entrevistado hará lo que quiera el periodista. Las grandes cabeceras deberían preocuparse por hacer un periodismo de calidad basado en la persecución de la noticia y en ganarse a personajes relevantes, con métodos éticos y ortodoxos. Si al final se accede a este tipo de corruptela y los medios terminan pagando por cualquier información, caerán en un bucle que terminará tumbando el oficio del buen periodista.
