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«Doc Caribbean», una vida sobre un skate

«Doc Caribbean» sostiene una de sus primeras tablas. Foto: G.P.
«Doc Caribbean» sostiene una de sus primeras tablas. Foto: G.P.

En los años setenta España atravesaba momentos trascendentales, acababa una dictadura, se establecía un régimen de transición y nacía la democracia. Mientras todo esto ocurría, un grupo de jóvenes importaba por primera vez algo totalmente desconocido en nuestro país: el skate. José Antonio Muñoz, conocido como «Doc Caribbean» en el mundo del patín, forma parte de esa generación que dio a conocer un deporte innovador en aquellos tiempos de incertidumbre. Entonces rondaba los veinte; hoy, a sus 61 años, sigue patinando con la misma alegría.

Para «Doc», el skate es una forma de vida. Viste con ropa juvenil: zapatillas, vaqueros anchos y una sudadera chillona estampada. Habla de este deporte con una ilusión más propia de un principiante que de un auténtico veterano y usa la jerga de quienes lo saben todo del skate. Cada fin de semana sale a patinar junto a su «familia» de skaters en el Parque del Oeste, haciendo slalom —una modalidad que consiste en sortear conos mientras se desciende— y dando consejos a quienes tienen menos experiencia, que son todos. No se conforma con demostrar que es posible seguir practicándolo al filo de la tercera edad, sino que su pasión lo lleva a competir cada año en pruebas nacionales e internacionales. Son fijas en su calendario las más importantes, como las de París, Amsterdam y Milán, así como el campeonato del mundo, que este año se celebrará en Praga. «Soy parte de un grupo de personas que amamos este deporte y vamos a todas las competiciones que podemos sin importar el lugar», afirma orgulloso, y añade que ocupa el primer puesto en el ránking en España y el décimo sexto de la clasificación mundial en categoría Másters (mayores de 45 años), «a pesar de competir con personas diez o doce años más jóvenes».

«Doc» se declara un «súper aficionado» al skate y recuerda que su interés en esta disciplina empezó cuando era un adolescente, a principios de los setenta. Fue cuando compró su primera «Sancheski», nombre del fabricante español de monopatines basados en modelos americanos, un hito para los skaters de la época. «Las tablas eran de madera maciza, las ruedas de caucho y los rodamientos de bolilla. Nos sentábamos sobre ellas y nos lanzábamos cuesta abajo», recuerda con nostalgia. Señala que los inicios del skate en España fueron «muy cortos» y que tuvo una aceptación bastante rápida entre los más jóvenes. En muy poco tiempo eran muchos los adolescentes que querían comprar patines. Bastante tuvo que ver en ello el empeño de «Doc»y sus colegas pioneros, que se las arreglaban para construir sus particulares skateparks con cualquier tabla de madera que conseguían en la calle. «Cuando acababa la Feria del Libro, usábamos la madera de las casetas para construir rampas. Lo hacíamos en Nuevos Ministerios y en Azca en el Paseo de la Castellana, que tenía cuestas muy buenas para deslizarse en velocidad. La gente se acercaba y alucinaba viéndonos».

En un viaje de estudios a Estados Unidos descubrió la que, según él, fue «la verdadera revolución en el mundo del skate»: la rueda de uritano. «Recuerdo que estando en la calle pasó un chico a toda velocidad sobre un monopatín que no hacía ningún tipo de ruido, era alucinante». «Doc» estaba tan fascinado con el nuevo invento que se gastó el dinero que le había mandado su padre para la comida en dos monopatines «fabulosos». Al regresar a España, su nuevo patín impresionó a sus amigos y se dio cuenta de que podía empezar un negocio importando modelos «silenciosos» de Estados Unidos. Su hobby podía convertirse en un negocio. No lo sabía entonces, pero sólo un par de años más tarde esa sería su manera de ganarse la vida. En 1975 abrió la primera tienda de skate en España: Caribbean Sports. El negocio, ubicado en la calle Columina en Madrid, es desde hace 39 años la referencia de todos los skaters en la capital.

«Doc» disfruta cada segundo sobre la tabla como si fuera el último. «Patinar es sinónimo de libertad y adrenalina al mismo tiempo, una sensación que es difícil describir con palabras». La importancia que le da al skate se evidencia en el hecho de haber transmitido el amor por el patín a su hijo, que tiene 30 años y acude cada fin de semana a patinar con él. «Este se ha convertido en un deporte generacional, donde padres e hijos vienen a patinar juntos. Desde niños de cuatro años hasta personas como yo», comenta entusiasmado.

En este sentido, no duda al señalar que «este deporte ha evolucionado» y que ahora no sólo consiste en hacer piruetas difíciles y saltos imposibles, sino que una nueva modalidad, llamada new school y en la que se usan patines más largos y anchos (longboards) ha animado a una mayor cantidad de gente a patinar. «No hace falta ser habilidoso o hacer muchas piruetas para disfrutar del monopatín, basta con deslizarse sobre el asfalto y quedar enganchado con la sensación de libertad».

Este sexagenario skater no se plantea dejar su pasión y confía en seguir surfeando sobre ruedas «hasta que el cuerpo no pueda más». Sin embargo, no escapa al paso de los años y admite que su condición física no le permite rendir al mismo nivel que en su juventud. «Antes podía bajar toda la Plaza de Castilla, subir por Sagasta, ir por Fuencarral, bajar por la Gran Vía, ir a Atocha y pasarme cuatro horas en Moyano patinando. Ahora me dan muchos calambres y hay pruebas de descenso que ya no puedo hacer porque se me bloquean los músculos». Su mujer le ha pedido en varias ocasiones que lo deje, pero él se niega: «Sé lo que puedo arriesgar y lo que no», dice con tono firme. Con ese espíritu y esas ganas, no es descabellado pensar en la posibilidad de ver algún día a «Doc» bajando la cuesta de Moyano con un nieto, siempre con ganas de divertirse, porque al fin y al cabo, «el skate es un deporte para todos».

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Un comentario en ««Doc Caribbean», una vida sobre un skate»

  • Me ha encantado el artículo, solo citar que la tienda la abrimos en la calle Columela y actualmente estamos en la calle Ayala.

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