Hortaleza

Cuando el fútbol es algo más que competir

Foto JP Trashorras
Un equipo del Canillas celebra un gol. Foto: J. P. Trashorras / CD Canillas

Un par de camisetas del Chelsea llaman la atención de los visitantes del bar del Club Deportivo Canillas. Una bufanda con la leyenda «Special One» adorna una de las vigas. Son los restos del buen recuerdo que dejó José Mourinho en este club de Hortaleza. Confió en ellos para formar a su hijo, lejos de la exigencia competitiva de las divisiones inferiores del Real Madrid. Igual que hizo Zidane con su hijo y Amancio con su nieto. 

El Canillas se ha ganado la fama en el fútbol modesto madrileño. Pero no por su juego ni por su fútbol, sino por sus valores. Se trata de un club de base en el que no importan tanto los resultados como las sensaciones que transmite. No se verá nunca a un entrenador del Canillas haciendo un cambio para perder tiempo o diciéndole a un jugador que se tire en el área para engañar al árbitro. Va contra sus valores. Allí se enseña fútbol. Fútbol de verdad.

«No buscamos futbolistas, sino personas que jueguen bien al fútbol», explica el director deportivo del club, Rafael Nuche. La estrategia es dedicar los entrenamientos diarios a enseñar a los niños a jugar, reservando los partidos para competir. «Igual que a leer se aprende leyendo, a competir se aprende compitiendo». Por ello, todos los niños deben jugar un mínimo de minutos en un partido, una filosofía que les costó inculcar tanto a los técnicos como a los padres.

«Muchos piensan que tienen ‘Maradonas’, pero son solo niños que juegan a fútbol»

El club cuenta con un psicólogo deportivo para tratar algunos temas con los padres de los jugadores. «Muchos piensan que tienen ‘Maradonas’ y lo que tienen son niños que juegan a fútbol», indica el presidente del Canillas, Fernando Herrero, que llegó esta temporada al cargo después de vencer en las elecciones al mediático Manuel Álvarez. «Si el árbitro no pita una falta se piensan que está matando la carrera del niño», comenta. Ante este tipo de situaciones, se reúnen con ellos y les llegan a aconsejar que no acudan al campo a ver jugar a su hijo.

Son este tipo de actuaciones las que llamaron la atención del Real Madrid para firmar un convenio de colaboración con ellos. De esa forma, el traspaso de jugadores y entrenadores del Canillas al club de Concha Espina se convirtió en una tónica habitual, mientras que el club de Hortaleza mantiene una opción preferencial sobre los descartes que realiza el filial «merengue».

La confianza del club que dirige Florentino Pérez llegó a tal punto que cuando José Mourinho llegó a Madrid le aconsejaron meter a su hijo en las filas del Canillas. «Fue algo fruto del buen trabajo que realizamos. Alguien le dijo que se trataba de un buen club», destaca el presidente. José Mario, hijo del polémico entrenador, defendió durante los años que estuvo en la capital la portería del Canillas, con su padre siguiendo su evolución escondido en un córner, intentando evitar que las cámaras se fijasen en el cancerbero.

Pero el caso del hijo de «Mou» no ha sido el único con el que ha tenido que lidiar el conjunto de Hortaleza. Enzo –hijo de Zinedine Zidane– también comenzó su andanza futbolística en el Canillas, antes de pasar a las divisiones inferiores del equipo blanco. Fue en 2004, cuando la cantera «merengue» transitaba entre la antigua Ciudad Deportiva y Valdebebas. Le siguieron los pasos los hijos de Ronaldo y Cannavaro. Y también el nieto de Amancio.

Un momento del Canillas - San Roque. Foto: E. R.
Un momento del Canillas – San Roque. Foto: E. R.

El éxito se basa en la filosofía de un club que nació en una tertulia de bar en 1961. Han pasado 53 años desde que un grupo de amigos se preguntaran por qué no crear un equipo de fútbol en el bar Los Merinos, de la calle Nápoles, 32. Así se fundaba el Club Deportivo Los Merinos, que tardaba tres años en inscribirse en la Liga de Educación y Descanso y empezar a jugar en el campo San Juan Bautista. En 1975, el club había crecido tanto que se valoró la opción de cambiar el nombre al club y adoptar el del barrio. Nacía el Canillas, que tenía que esperar hasta los años 90 para trasladarse a las instalaciones que hoy utilizan en la calle Agustín de Iturbide. Un campo pequeño en el que entrenan los 29 equipos del club, cuadrando horarios a ritmo de «controladores aéreos», como comenta el presidente.

El ejemplo del «Diamante negro»

Uno de los jugadores clave del primer equipo, que esta temporada lucha por ascender a Tercera División, es el malí Alassane Diakité. El futbolista, que inspiró la película «Diamantes negros», llegó a Europa por medio de unos supuestos representantes que acudieron a su escuela de fútbol en Mali. Allí no encontró nada de lo que le habían prometido y lo abandonaron a su suerte, teniendo que recurrir a unos familiares que vivían en Madrid.

Al llegar a España, empezó a jugar en el Canillas antes de probar suerte en el profesionalismo en equipos de Segunda División B y Tercera. No era lo que él esperaba y regresó al Canillas, que siempre había sido su casa. «Estamos muy implicados con él y él lo está con nosotros, no solo a nivel profesional sino también personal», comenta Rafael Nuche. Hoy ocupa un puesto privilegiado en el centro del campo del primer equipo y trabaja con la escuela del club. Quiere transmitir a los niños los valores que le enseñó el Canillas.

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