El crepúsculo de los emprendedores
Era un mundo de idealistas, de soñadores. Un lugar donde no había limitaciones, donde todo era posible. No existían las barreras. Sepa el lector que no se trata de un cuento; en la actualidad tenemos todo a nuestro alcance, aunque algunos traten de impedirlo.
Hace escasos días Isabel recibió en su casa a Pebble. No es un gato, ni un perro, sino un reloj que ha revolucionado el mercado de las nuevas tecnologías. Isabel creyó en este proyecto desde el principio. Con su pequeña aportación económica consiguió que una idea se hiciese realidad. Pebble es un reloj que se sincroniza con su iPhone y, gracias a él, ya no tiene que llevar el teléfono en la mano cuando corre y quiere cambiar de canción, ni para contestar una llamada. Con él puede conocer cualquier notificación que llega a su móvil.
Isabel se suscribió a Kickstarter en 2011. Esta empresa es una de las principales plataformas a nivel internacional que se dedica al crowdfunding. Gracias a esta página web, se han hecho posibles más de 550 proyectos de jóvenes emprendedores. Una mañana de mayo, Isabel entró y leyó la propuesta de Eric Migicovsky, un joven canadiense de 27 años. La idea le pareció tan buena que decidió apoyarla y cada día entraba en la página para ver cuánto había aumentado la inversión en Pebble. Se sorprendió al ver que Migcovsky buscaba obtener 100.000 dólares y en un mes los usuarios habían invertido diez millones de dólares en el proyecto que cada vez estaba más cerca de convertirse en una realidad.
El crowdfunding es una nueva forma de negocio que con el paso de los años suma más adeptos. Si un joven como Migcovsky tiene una idea, puede hacerla realidad con este sistema. Mientras su regulación en nuestros países vecinos establece limitaciones de cien mil euros al año -en el caso de Alemania-, o de cinco millones de euros al año -en Reino Unido o Italia-, hace unos días España se levanta con una noticia grotesca para los usuarios de estas plataformas: El gobierno limita el crowdfunding a tres mil euros en un proyecto y seis mil euros totales por usuario y año.
Con esta medida lo único que consigue Luis de Guindos es mermar, todavía más, las ayudas para los españoles que quieren materializar sus ideas. Los jóvenes tienen en sus manos la posibilidad de cambiar España. Si el gobierno coarta la creatividad y el desarrollo de nuevas ideas, los jóvenes emprendedores optarán por la deslocalización. Acudirán a países que apoyen sus proyectos, donde los idealistas y soñadores tienen oportunidades. Países en los que las fronteras solo aparecen dibujadas en los mapas.
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