Ignacio Camacho: «No soy partidario de gritar, yo prefiero la ironía»
Ahora que los géneros de opinión parecen el refugio del insulto y la histeria colectiva, Ignacio Camacho (Sevilla, 1957) sigue empeñado en hacer de la moderación un estilo. Su columna diaria, instruida, prudente e irónica, no parece la obra de un chico que abandonó Periodismo por puro aburrimiento. Por avatares del destino, acabó impartiendo clase en la Universidad de Sevilla de aquellos cursos que nunca completó en la facultad. Este podría ser el único gesto de sutil arrogancia de un articulista humilde desde la firma. Un periodista que, después de barajar varios nombres para su columna, terminó eligiendo «Una raya en el agua». «Fue una forma modesta de referirse a lo poco que dura el periodismo. Era una forma de decir ‘sin pretensiones’».
Con 56 años, ha explorado casi todas las vertientes del oficio. Sabe lo que es hacer guardias en los talleres de impresión y sabe lo que es dirigir ABC en uno de los periodos más tensos de la historia de España. «Fueron 500 días y 19 noches de las que no disfruté ninguna». Su mandato, tras la salida de José Antonio Zarzalejos meses después del 11-M, le pilló «en una época complicada para el periódico y el país. El atentado, la llegada de Zapatero, algunos cambios en el accionariado… No lo pasé bien pero es una experiencia. Eso sí que es un Máster». A pesar de su amplia experiencia, Camacho no pontifica cuando habla. Se expresa con una genuina mezcla de introversión y gracia andaluza, no tiene problema en reconocer las inseguridades derivadas de su propia exigencia.
Tras abandonar la dirección –«era un desgaste para el que quizá no estaba preparado»–, se enfrentó a una papeleta no menos complicada: ocupar el sitio de Jaime Campmany. El periodista y dramaturgo había fallecido en junio de 2005 y el periódico necesitaba de alguien que supiera llenar su hueco en el papel. «Yo era una cosa completamente diferente, y el miedo escénico te pesa mucho, más que en ningún otro sitio», explica. «Los lectores de ABC tienen un sentido muy patrimonial del periódico, se sienten parte de él».
Con el tiempo, Camacho se ha convertido en uno de los articulistas más reputados de la prensa española y ha hecho de la moderación un estilo. Se define «muy beligerante con los insultos» e intenta hacer columnas «más centradas en el análisis profesional que en el espectáculo de la confrontación». También participa de tertulias de radio y televisión, de las que tiene una opinión muy particular. «En la tele no se habla, en la tele se sale, pero ayuda a que te reserven mesa en los restaurantes y te peguen una hostia por la calle», bromea. «Me dicen mucho por la calle eso de ‘tiene usted que dar más caña’». Él se niega: «Yo me hice periodista, no me hice artista de circo».
Camacho se define más como «ave de pluma más que de pico» y tiene su escala de medios predilectos muy definida: prensa, radio y televisión. «Si tú juntas a Marhuenda y Pablo Iglesias no lo haces para buscar un punto de acuerdo. Por eso me gusta más la radio, porque es un medio cálido para el oyente y también para el que está dentro». Al contrario que muchos tertulianos –«una palabra terrible que está degenerando casi en insulto»–, este periodista no tiene un RDSI con el que entrar en la radio desde casa. «Me gusta ir al estudio aunque no haya nadie. Me pongo los cascos y me siento diferente».
«Una columna con muchas ideas se vuelve ingobernable»
Consecuencia de esta exposición mediática, Camacho cree que la calle le tiene por un periodista «muy de derechas». Sin estar de acuerdo, tampoco le preocupa por la confianza que tiene en su manera de escribir. «A mí me enseñaron en el poco tiempo que estuve en la facultad que los periódicos tienen libros de estilo. En opinión, en los artículos, el libro de estilo es el articulista. Cada uno tiene el suyo, pero yo no soy partidario de gritar, yo prefiero la ironía».
A pesar de este ejercicio de mesura, Camacho reconoce que si de él dependiese, quizá sería más crítico en algunas de sus columnas. «Creo ser prudente, sé donde estoy, he sido director y, por mí, sería más duro. Cuando estoy en la radio y me represento a mi mismo lo soy porque tengo menos responsabilidad editorial. Pero insisto: sé quién es el lector de ABC». En el fondo, es un sentimiento de responsabilidad lo que le hace extremar las precauciones con aquello que escribe. ¿Publicaría una exclusiva contraria a la línea editorial del periódico? «Depende», dijo hasta seis veces consecutivas, como dándose tiempo para romper con la concepción de que el periodista es dueño de principio a fin de aquello que escribe. «Hay que pensarlo en cada momento y saber lo que te juegas. El director debe evaluar la potencia de la noticia porque es el responsable del periódico, de su viabilidad y la estabilidad de la plantilla». En circunstancias similares, cuando el tono de un artículo puede herir sensibilidades, este columnista no tiene problema en mostrar su texto al director. «Me parece un ejercicio de lealtad profesional. Creo que es mi obligación enviárselo y la suya verlo».
Camacho es el único columnista de ABC que publica los 365 días del año, un ejercicio que le somete cada tarde a la tensión de dar con algo que contar. Esa presión, asegura, genera en el columnista una magia especial: «A veces ocurre, que cuando te pones a escribir descubres que había cosas que no sabías que sabías». Después de toda una mañana asimilando información, este sevillano se sienta delante del ordenador a partir de las seis y media de la tarde. Como cualquier artesano, el tiempo que tarda en armar las 550 palabras de su columna varía en función de la inspiración del momento: «Si va bien, tardo hora u hora y algo. Si va mal, hasta tres horas».
Su estrategia a la hora de redactar gira en torno a dos premisas: conseguir un buen comienzo y no cargar de mensajes el texto. «Una columna no tiene que tener muchas ideas porque se vuelve ingobernable y te estalla por las costuras. Al final hay que abrocharla con una media verónica».
UN LIBRO | «Cien años de soledad», de Gabriel García Márquez |
UNA PELÍCULA | «El Padrino», de Francis Ford Coppola |
UN ESCRITOR | William Shakespeare |
UN ACTOR/DIRECTOR | Paul Newman |
UN PAÍS | Francia e Italia |
UNA CIUDAD | Venecia |
UN LUGAR VACACIONES | Marbella |
UN PERSONAJE | Pte. Bartlet («El ala oeste de la Casa Blanca») |
UNA NOTICIA | El desembarco de Normandía |
UNA VIRTUD NECESARIA | Honestidad |
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Me ha gustado mucho el artículo. Sólo una apreciación: ¿no se debería escribir que publica los 363 días del año?Hasta donde yo sé, en Año Nuevo y Navidad no se publica el ABC. Otros periódicos también seguían esta tradición, que El Mundo rompió en 2012 a través de Orbyt, publicando todos los días del año.
Muchas gracias por tu comentario Pachi. Hemos puesto que escribe los 365 días del año porque, con la plataforma Kioskoymas, ABC también publica en Navidad, Año nuevo y Viernes santo.
Un saludo.