Alberto Salcedo Ramos: «La crónica es la versión inesperada de los hechos que se ven en la prensa»
Palabras que hacen reír. Palabras que se apoyan en la fuerza expresiva de las manos. Palabras que atrapan tus sentidos y te hacen olvidar el dónde y el cuándo. Sílabas que se unen en un único fin: atrapar todos tus sentidos hasta que Alberto Salcedo Ramos (Colombia, 1963) termine de hablar.
El periodista colombiano, autor de los libros El Oro y la Oscuridad y La Eterna Parranda, colabora en revistas como Soho y El Malpensante. En su visita al Máster ABC-UCM ha impartido una lección magistral sobre la crónica y la narrativa de no ficción. A sus espaldas, una carrera reconocida con premios como el Ortega y Gasset de periodismo 2013.
Su especialidad es la crónica, un género que en los últimos años se ha convertido en una moda o tendencia, que parte de un supuesto erróneo: reducirlo a «escribir bonito», olvidando el trabajo del reportero. Pero, ¿qué es la crónica? Para Salcedo Ramos, «la crónica es lo que verdaderamente quieres contar, aquello que escribirías aunque no te pagasen, es la versión inesperada de los hechos que se ven en la prensa». Un género que une dos mundos: la literatura y el periodismo. Una labor que debe observar la realidad con sus propios sentidos, abandonar la intermediación de la tecnología y «meterse en el alma de la gente y los lugares». Para conseguirlo se necesita ser curioso, ir más allá de la superficialidad propia del turista. Hay que saber mirar y escuchar a la gente, algo cada vez menos frecuente en el periodismo actual. Con una grabadora en la mano se hacen una serie de preguntas al entrevistado y se vuelve con prisa a la redacción para escribir las preguntas. «El periodismo se ha convertido en rehén del entrecomillado», ha sentenciado el colombiano.
El motor que inicia el trabajo de cualquier periodista es la curiosidad. Una cualidad que es capaz de «romper con todo», pero que necesita estar activa las 24 horas del día. El cronista no «programa» su curiosidad durante la jornada laboral. El periodismo es vocacional y el género de la crónica necesita paciencia y tiempo.
Tiempo que Salcedo Ramos necesitó para escribir El enfermero de los secuestrados, un trabajo centrado en el militar colombiano William Pérez. Un cabo que fue secuestrado y retenido por la guerrilla de las FARC durante 10 años y cuatro meses (desde el 2 de marzo de 1998 hasta julio de 2008). Uno de tantos soldados que permaneció en el anonimato durante años. Todo eso cambió cuando fue liberada la política Ingrid Bertancourt, cuyo testimonio ante los medios dio a conocer la historia de William Pérez. La alimentó y curó cada día y cada noche, cuando ésta había perdido las ganas de vivir. Una vez liberado, Salcedo Ramos esperó. Esperó hasta que la noticia se volvió vieja, hasta que terminó el circo mediático. Esperó pacientemente un año, cuando el soldado recuperó su vida, robada tras tantos años de cautiverio. Solo entonces llegó el turno del cronista.
Fueron muchos los apuntes e imágenes que surgieron cuando Salcedo Ramos entrevistó al soldado y a su madre. Una historia de supersticiones, de vidas entrelazadas por un plato de comida que quisieron y no pudieron compartir. Una historia que jamás habríamos conocido sin el tesón de un periodista colombiano llamado Alberto Salcedo Ramos.