Fútbol Chapas, sueños de infancia que se reinventan en la madurez
Un trozo de suelo y un puñado de chapas. Era todo lo que necesitaba un grupo de amigos para poder emular a las estrellas de fútbol que veían por televisión. Hoy esos niños han crecido, se han hecho adultos, pero lo que no ha cambiado es su pasión por compartir la afición por el Fútbol Chapas.
Las cajas de zapatos se han convertido en porterías con redes, el garbanzo en un balón de fútbol y de la arena del parque se ha pasado a una mesa con una moqueta que simula el terreno de juego. Una evolución que no afecta lo más mínimo a la parte esencial, las ganas de competir y disfrutar.
A la hora de retomar este juego de la infancia, internet y las redes sociales están jugando un papel fundamental. Es el caso de Juan Carlos Pendolero, o simplemente «Pendo» como es conocido por todos dentro del mundo del Fútbol Chapas. «Yo jugué hasta los 18 años con mis primos y compañeros de instituto y buscando en foros encontré un torneo que se jugaba en Alcobendas una vez al año», explica.
Unos campeonatos que provocaron que se fuese profesionalizando esta afición, hasta que en 2002 nació el primer club de Fútbol Chapas en Madrid con algo más de cincuenta integrantes. «Yo estuve en las votaciones previas que se hicieron del reglamento», afirma Pendo con orgullo. Había surgido una fiebre por las chapas que desde ese momento no ha dejado de extenderse desde la capital hacia todos los rincones de la Península. En la actualidad, solo la Comunidad de Madrid cuenta ya con cinco grandes sedes (Madrid, Alcalá de Henares, Móstoles, Valdemorillo y Fuenlabrada) y más de 150 jugadores. Además existen clubes en Almería, Cáceres, Asturias o Zaragoza, entre otros lugares.
Del ocio al negocio
Todo este crecimiento y una buena dosis de sana locura llevaron a Pendo a convertir su hobby en una forma de ganarse la vida. En 2012 montaba en Móstoles Fútbol Chapas Store, la primera tienda física dedicada en exclusiva al Fútbol Chapas.
«La idea surgió al ver el movimiento que había en la tienda online de la web del club de Madrid», confiesa. Un negocio digital que, sin publicidad, estaba logrando unos aceptables niveles de ventas. Un futuro prometedor que llevó a este emprendedor a dejar de ser un vendedor de sanitarios en una gran superficie de bricolaje y dedicarse en exclusiva a su pasión.
Sin embargo, la realidad no suele mostrarse demasiado amable con los sueños. «La tienda no tiene viabilidad por sí sola, no da dinero para vivir», reconoce Pendo. «El único mes bueno es diciembre porque los padres compran más material para regalar a sus hijos por Navidades», indica. Un obstáculo que no ha hecho que este madrileño ceje en su empeño por sacar adelante su proyecto, aunque para ello tenga que compaginar su negocio con otros trabajos a tiempo parcial. Porque si algo le ha dado el mundo de las chapas son alegrías, buenos amigos y un millón de anécdotas.
La última de ellas tuvo lugar en el Campeonato de España que se celebró el pasado 23 de noviembre en San Roque (Cádiz). Un par de jugadores fueron a Gibraltar a comprar tabaco y la Guardia Civil les retuvo en la aduana. Hasta las nueve de la mañana no les iban a dejar marcharse y para esa hora tenían que presentarse en el control de firmas del torneo. «Tuve que acercarme a negociar una aduana previa y rescatarles. La verdad es que se tiraron el rollo», recuerda. La crisis de Estado se había solucionado.
Una pasión para todos
«Sí, soy un friki y lo digo con orgullo», sostiene Pendo sin pensárselo dos veces. Pues bien, el Fútbol Chapas es una afición que recibe con los brazos abiertos a frikis de toda índole. Niños y niñas, hombres y mujeres. Pese a que el perfil medio de jugador es el de varones de entre 30 y 40 años, cada vez son más los jóvenes y las chicas que se interesan por este mundo.
El problema con los más pequeños son los videojuegos. Competir con el Fifa o el Pro Evolution Soccer parece una batalla perdida de antemano. Si a ello se le suma que los niños cada vez se quedan más en casa jugando solos, el resultado parece de lo más desalentador para el futuro de esta afición. No obstante, los chavales que acompañan un día a sus padres, se enganchan. «Cuando lo prueban, se apuntan a la liga e incluso traen a sus amigos y compañeros de clase», dice Pendo.
Por su parte, el número de mujeres que se apuntan a las chapas no deja de aumentar. No son muchas todavía, pero se hacen notar y llegan pisando fuerte. Un claro ejemplo es Iria García, que juega en el club de Fuenlabrada. «Mis dos hermanos y mi pareja empezaron a jugar y ya se sabe, si no puedes con tu enemigo únete a él», asegura con una sonrisa. Así, la niña que de pequeña no se había interesado por esta afición porque la gente que jugaba «no estaba a la moda», le dio una oportunidad a los 20 años.
Respecto a su relación con el resto de jugadores masculinos tiene muy claro que no ha sufrido ninguna actitud machista por parte de sus compañeros. Sí ha llegado a escuchar comentarios desafortunados por parte de algunos espectadores. «Para mi sorpresa provenientes sobre todo del público más joven», denuncia.
Armas de mujer
Para combatir los «qué fácil, juegas contra una chica, la vas a ganar», cuenta con dos armas secretas. Por un lado, jugar con tacones. «Soy más bajita que la mayoría de mis contrincantes», acepta. De esta manera, mata dos pájaros de un tiro, llegar bien a todas las zonas del campo y acabar con el estereotipo del futbolista con las botas de tacos. Por otro, dejarse las uñas largas. «Me he acostumbrado a ellas y me vienen de lujo al jugar», asegura. Aunque el truco no está solo en el tamaño, también en la forma de pintarlas porque avisa que tiene «colores de la suerte».
Una de sus referencias en el Fútbol Chapas es otra mujer, compañera en el club fuenlabreño, Diana Hurtado. Diana no considera que exista ninguna desventaja por jugar en una liga en la que predominan los hombres. Es más, ha sabido hacer de la diferencia, una virtud.
Actualmente está esperando la llegada del que será su cuarto hijo. «Siempre que estoy embarazada juego mejor, será cosa de las hormonas», comenta entre risas. Casualidad o buena suerte, la verdad es que los datos le da la razón. En 2006, año de nacimiento de su primera hija, Diana batió todos sus récords. El subcampeonato en el Open de Ciudad Real y la consecución del Torneo por parejas de Alicante son solo dos ejemplos de los éxitos cosechados.
A lo que todavía no se ha acostumbrado es a jugar un partido luciendo tripa. «No la controlo y no hace más que tirarme la portería cada vez que me agacho», reconoce sin poder evitar una sonrisa. Este buen humor que la caracteriza no se ve afectado ni cuando habla de los aspectos más negativos de su maternidad respecto al Fútbol Chapas. «En cuanto juego dos o tres partidos seguidos mis lumbares se resienten bastante», afirma. Lo cierto es que hasta la fecha Diana se mantiene invicta en la liga de Fuenlabrada y estará, sin duda alguna, entre los primeros puestos cuando acabe la competición.
Pero, más allá de títulos y victorias, lo que queda claro una vez que descubres a esta gran familia chapística es que como nos decían cuando jugábamos de niños, lo importante es participar.
Para que luego digan que las chapas es solo un juego de niños.