Bieito Rubido: «No se puede ser periodista y tener prejuicios»
En una sala de reuniones de redacción más abarrotada que nunca, Bieito Rubido, director de ABC, expone lo que, a su juicio, debe ser la profesión periodística, la historia de la centenaria cabecera que dirige desde hace cuatro años y su impresión del futuro de la prensa. Esta vez, sus oyentes no son los redactores jefe con los que en dos encuentros diarios en esta misma localización decide las páginas del periódico del día siguiente y la portada. Sus interlocutores, esta tarde, son los alumnos del Máster ABC-UCM y los del máster de COPE. Las paredes acogen, enmarcadas, las portadas más destacadas de los 112 años de historia del rotativo: la primera infografía en prensa, la muerte de Bin Laden o la llegada al Vaticano del Papa Francisco.
La primera afirmación de Rubido es contundente: «Somos un periódico de portada, solo tenemos un disparo para acertar, por lo que se convierte en una decisión muy importante». Define los valores que ABC tuvo desde que lo fundara en 1902 Torcuato Luca de Tena, al que Rubido describe como un emprendedor, un adelantado a su tiempo, un visionario «que si hoy en día siguiera vivo, sería de aquellos que investigan para ofrecer una solución a la crisis de modelo que vive la prensa en España: cómo hacer rentable internet». Estos valores, impresos en las páginas de su publicación, son: la unidad de España, el Estado de Derecho, la libertad económica y de libre mercado, la Iglesia o la familia, entre otros.
Desde que tomara las riendas de la cabecera, en 2010, ha apostado por recuperar el espíritu de los fundadores, y los cuatro ejes sobre los que construye su gestión son: transformar la redacción tanto en número como en perfiles, ofrecer calidad, prestar un servicio a la comunidad y recuperar la esencia del ABC de antes de Ansón.Preguntado por posibles «temas tabú» que no tendrían cabida en su diario -por su línea ideológica-, defiende la necesidad de dar la noticia, pero si se trata de una persona que representa una institución en la que el diario cree (como es el caso de la Infanta Cristina), matiza que se deben pedir responsabilidades a esa persona. «En el caso de la Infanta, ABC fue el primer medio español que le pidió que renunciara a sus privilegios, porque defendemos las instituciones, no a las personas». Para su periódico busca anticiparse a lo que va a pasar, proponer grandes temas de calado, diferenciarse en estos de la competencia y aportar calidad.
Lejos de los políticos
Rubido defiende que el periodista no puede ser amigo nunca de un político, porque «después cuesta hacer información en contra de aquellos con quienes te une una amistad». En la misma línea, hay que evitar encuentros y comidas con el poder que «distraigan» del propio trabajo. A los presentes, les regala un consejo, pues «no se puede ser periodista y tener prejuicios, hay que ser profesional». Por prejuicios entiende las actitudes de una sociedad siempre en pie de guerra contra lo que publica ABC, que se queda en el titular y no lee más allá del mismo.
En cuanto a la crisis que atraviesa la prensa en nuestro país, describe tres escenarios afectados por la misma: de mercado, de modelo y de valores. En esta última incluye «el ansia por querer publicar, que nos debilita como entidad». Por esto, aclara que no hay un ABC papel por un lado y un ABC.es digital por otro, sino una gran marca que es ABC y que debe caminar en la misma dirección. Aunque el futuro se le presenta complicado: «Con los 12.000 suscriptores que tiene ABC en Kiosko y Más es imposible cubrir gastos, necesitaríamos un mínimo de 150.000». Además, señala que «el modelo tradicional está en crisis y algún día desaparecerá el papel, pero todavía no», al que le augura un resurgir antes de que acabe, como todo, siendo sustituido.
Interpelado acerca de Podemos, Rubido remite al nombre de la agrupación para definirla. «Podemos es poder, no les interesa ni la libertad, ni la calidad de la Democracia, lo único que quieren es gobernar. Para ello, piden el cabreo colectivo, para aprovecharlo en su propio beneficio». Para explicar este «fenómeno», Rubido habla de la «incultura política presente en España, donde los socialistas se encuentran fascinados por el nacionalismo y los populares, despistados en sus planteamientos ideológicos».
Por otra parte, en cuanto a los estudios del periodismo, el director de ABC reprocha a las universidades una cantidad ingente de recién licenciados que el mercado laboral -particularmente el de la prensa- no puede absorber. «Generar cinco mil personas es un error, porque sobran periodistas», y para ello propone reducir el número de facultades e instaurar un gran centro o dos de investigación de periodismo que marque las líneas para futuros profesionales.
Tras el cristal de la sala se atisba la redacción, ya ha llegado la hora de la reunión vespertina y los que asisten a la misma esperan a que, de un momento a otro, el director toque la campana que avisa de su comienzo. Serán los subdirectores quienes informen a Rubido de la portada para mañana. En un lateral de la sala cuelgan las últimas 30 primeras páginas, que sirven, en palabras del director, para tener una panorámica general de lo último que han hecho. De las que ha ayudado a decidir en sus cuatro años frente a ABC, es incapaz de elegir y quedarse con solo una.