Giles Tremlett: «Periodismo y luego lo demás»
En el gremio del periodismo hay viejos zorros; personas que no entienden que el mundo pueda girar sin su profesión. Es el caso del corresponsal Giles Tremlett, un hombre que ya sea aquí o al otro lado del Canal de la Mancha disfruta poniendo una palabra tras otra.
Tras unos intensos ojos azules y moviendo sosegadamente las manos el periodista empieza a hablar. Lo hace serio y confiado, solo a ratos se nota su acento británico y combina su impecable manera de hablar con varios tacos de lo más españoles. Giles llegó hace 20 años a la península y no parece que nadie vaya a moverle de aquí. Ha sido corresponsal de The Guardian en Madrid durante muchos años. En la actualidad ostenta en este periódico el cargo de Contributing Editor, una etiqueta que le acredita como colaborador en una sección de largo aliento llamada The long reads. También trabaja para la revista The Economist y ha escrito dos libros: España ante sus fantasmas (siglo XXI) y Catalina de Aragón: Reina de Inglaterra (Critica).
Este es su currículum oficial pero Tremlett guarda mucho bajo la manga. Es de estos periodistas vocacionales, así que tuvo que luchar a capa y espada (o boli y papel en este caso) para lograr su objetivo. Se licenció en Antropología en la Universidad de Oxford porque no había facultades de periodismo en aquella época. Tras ello, trabajó en Fleet Street en los turnos de noches los fines de semana. En 1992 llega a Barcelona, conoce España y, por cosas del destino, se queda aquí. Antes tuvo que pasar algunas cosas, como tener que trabajar para la prensa sensacionalista británica.
«Si sobrevives al rito de iniciación de la prensa amarilla en Reino Unido puedes con todo. Hubo una época en la que no te fichaban si no habías pasado por ese tipo de medios». Por fortuna, su paso por un periódico amarillista fue efímero y de allí pudo saltar a The Guardian. Giles lo define como su periódico de toda la vida. Lo cierto es que el gran periódico de centro-izquierda del Reino Unido es bastante atípico. Curiosamente, no lo gestiona una empresa sino una fundación sin ánimo de lucro. Es una enorme ventaja frente a otros medios y mientras cientos de cabeceras han muerto en los últimos años, The Guardian ha decidido emprender aventuras. Han abierto redacciones en Estados Unidos y Australia, y además están a la cabeza en cuestión de avances tecnológicos. Mientras que en términos de ventas se encuentran en el 6º puesto en Reino Unido, en su versión digital son el periódico serio número uno en internet. El problema es que los ingresos los da el papel, por eso hay que seguir cuidando la prensa tradicional.
«La publicidad es un añadido, pero lo que vende son las palabras de los periodistas», dice Giles, que sostiene que medios como The Guardian o The Economist tienen el mismo lema: «en ambas manda el periodismo. Periodismo y luego lo demás», matiza.
Los dos medios cuentan con gran reputación aunque son muy diferentes. Uno de tendencia liberal, el otro… «vamos a decir la verdad, uno de derechas y otro de izquierdas», dice. The Economist es un medio de gran prestigio no solo en Reino Unido, sino a nivel mundial. Cada vez que Giles Tremlett escribe un artículo ha de pasar por un largo proceso que consiste, sobre todo, en un intercambio de mails entre él y su jefe retocando algunas cosas y peleándose por otras. Además la publicación económica cuenta con la «misteriosa» figura de los fact checkers, las personas que comprueban que todos los datos de los periodistas son ciertos. El británico afirma que jamás ha visto uno, pero que es bueno tener un rifirrafe con ellos «porque es seguridad para mí. Si me equivoco su trabajo es pillarme».
Cataluña y Podemos: qué interesa a los ingleses
Respecto a los temas españoles que más interés suscitan en el Reino Unido van por dos lados: por una parte está el fenómeno de Podemos, único en Europa y que está produciendo cambios en la masa electoral. Por el otro, el independentismo, tal vez especialmente relevante para ellos que tienen en Escocia su Cataluña particular.
«Cuando hablo de Cataluña me llegan palos fuertes por los dos lados. Entonces pienso que estoy haciendo bien mi trabajo», y es que Giles da una de cal y una de arena en el tema de los nacionalismos. Aunque admite que muchos catalanes piensan que es «una especie de diablo», también tiene elogios para el presidente de la Generalitat. «Es tremendamente inteligente. Ha pasado de ir detrás de los separatistas a captar o asegurar el control de todo ese movimiento en Cataluña, y ahora lo lidera. Y eso, en términos políticos, es brillante». El periodista conoce de cerca a Artur Mas, y opina que cuanto más se dice que no, más ganas le das a la gente. Cree que de haberse hecho el referéndum hace unos años, los catalanes habrían votado que no. Pero dentro de unos años, si se vuelve a votar ya no sabe qué saldrá.
El inglés sabe mucho de este tema porque les toca muy de cerca con Escocia. No se puede obligar a nadie «a que pertenezca al «club»», eso sí, que los escoceses sigan perteneciendo al Reino Unido es para Giles algo muy positivo, pues sin ellos opina que «los ingleses serían mucho más antieuropeos». De hecho, el primer ministro David Cameron, ha afirmado recientemente que hará un referéndum respecto a la Unión Europea si le vuelven a elegir. En este sentido, ha tenido peso el UKIP, el partido de la independencia inglés, que está ganado cierto terreno. Giles lo compara con Podemos, en el sentido en que ambos pueden romper con el estado actual de las cosas. Son dos salidas para una situación que no funciona. La gran diferencia es a quién culpan; los ingleses a los inmigrantes, los españoles a los ricos.
Precisamente respecto al partido político español se pregunta: «¿Son una pandilla de locos de izquierdas disfrazados de otra cosa? ¿Son un elemento nuevo que cambia las reglas? ¿O son unos señores de la izquierda que quieren reinventarla?». Aún no hay respuesta, aunque su próximo long read tratará sobre el tema. También continuará escribiendo libros sobre el país que le acogió y su historia. En su libro España ante sus fantasmas, el británico aprovechaba para hablar de la memoria histórica, algo que le fascinó pues estuvo diez años viviendo aquí hasta que oyó hablar de este asunto por primera vez. Opina que respecto a este tema hay que arrojar toda la luz que se pueda y sobre todo debatir. «Yo soy periodista, yo creo en la verdad», sentencia.
Y aprovecha para decir que, como periodista sabe que se puede no ganar mucho, pero que el que quiera dedicarse a este mundo conseguirá hacerlo, a pesar de crisis y malos tiempos. «Yo no he llegado a ser rico tampoco. ¡Vaya putada!, pero sigo haciendo lo que me gusta».