ARCOmadrid 2015

Dos espacios «dialogantes» para el arte del siglo XX

Puede que quien pase con prisa por las ordenadas calles del Barrio Salamanca de Madrid no repare en un lugar que actualmente sufre las consecuencias de los andamios de una obra cercana. Pero para el caminante distraído, para el observador, para quien transita por Blanca de Navarra buscando el detalle no pasan inadvertidos los dos grandes ventanales que dejan vislumbrar en el interior unas coloridas obras, espaciadas, que no se estorban. Desde fuera solo se ven cuatro; no hace falta más: ni un gran rótulo ni señales luminosas.

«Uno no sabe qué ocurre en el mundo del arte si solo acude a ARCO»

En Blanca de Navarra 7 se encuentra el segundo espacio de la Galería Cayón, el más reciente (inaugurado en 2013), pero en el que Adolfo Cayón, el director, tiene su despacho. El suelo, acabado en cemento, y dos columnas en el centro recuerdan que aquel lugar, hace no tanto tiempo, fue un garaje. En otoño acogió las obras que José Guerrero pintó entre 1970 y 1990. Después hizo lo propio con las de Martí Cormand. Ahora, expone a Marco Maggi. Adolfo Cayón es uno de los galeristas más jóvenes de Madrid y sus dos espacios (el segundo, dos calles al lado, en Orfila 10) responden, precisamente, a su forma de entender el arte, a su preocupación: el espacio.

Adolfo Cayón delante de Frigiliana, de José Guerrero (1985). Foto: N. M
Adolfo Cayón delante de Frigiliana, de José Guerrero (1985). Foto: N. M

«Lo bonito del galerismo es que recoge el espíritu, el gusto y la idea de pensar de los galeristas que lo dirigen. Una persona que se quiera acercar al arte debería visitar cuantas más galerías mejor, ver diferentes opciones, gustos y líneas de trabajo», comenta Adolfo Cayón. La suya, la de su galería, desde que se fundó en 2005, se interesa especialmente por la solución que ofrecen los artistas al espacio. Las obras colgadas de Guerrero dan cuenta de ello: Sombra (1975), Cuatro esquinas (1975), Márgenes (1976). Pero la estancia la preside Frigiliana (1985), de dos metros de alto y más de cuatro de ancho. Es la que ha promocionado la exposición y también la que escoge Adolfo Cayón para salir retratado. Guerrero es uno de los pintores abstractos españoles más destacados de la segunda mitad del siglo XX y desarrolló su obra principalmente en Estados Unidos.

Aficionado adolescente

Comenta Adolfo Cayón que «por suerte» su relación con el arte no es nueva. «Desde muy joven viajaba con mi padre, y eso me permitió conocer los museos y galerías de todo el mundo». El negocio de su familia era el de las monedas antiguas, del que él se desmarcó para estudiar lo que realmente le apasionaba. Así, se licenció en Historia del Arte en la Universidad Complutense de Madrid y «poco a poco», confiesa, fue metiéndose en el negocio, hasta el día de hoy. Su bautismo en el mundo del galerismo fue con «Picasso. Monotipos y grabados de los años 20, 30 y 40», pero también ha trabajado la obra de artistas como Josef Albers y Robert Rauschenberg o Andy Warhol.

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Sombra,de José Guerrero (1975). Foto: N. M

Uno de los principales hitos de la Galería Cayón fue, en septiembre de 2013 la inauguración de un segundo espacio. «Ahora el diálogo de las obras entre los dos ambientes es muy interesante. El espacio en la calle Orfila es muy acogedor, pero los artistas con los que trabajábamos necesitaban un segundo lugar», y añade que no le interesaba que estuviera lejos de Madrid, ni en un sitio donde el acceso fuera muy complicado. «Necesitaba un espacio muy cercano a la galería, para que los visitantes y coleccionistas vieran en cuestión de un par de minutos los dos lugares. Porque la idea, en la mayoría de exposiciones, es tener una dimensión en los dos espacios, que ofrecieran diferentes lecturas. En el caso de la muestra de Guerrero, en el local de Orfila se encuentran pequeños dibujos realizados a lo largo de los años 80.

Cuando Adolfo Cayón habla de ARCOmadrid, sus ojos se abren más que nunca. «ARCO es una plataforma extraordinaria para presentarnos a los coleccionistas extranjeros que vienen a Madrid. De ese contacto personal que entablamos en febrero, el comercial continúa a lo largo del año a través del teléfono, correo electrónico o visitas», señala. Sus clientes son, en muchos casos, de fuera de España. Pero respecto al comprador nacional, apunta que en los últimos años está haciendo «un esfuerzo extra». No olvida en su discurso a sus clientes asiduos, los que visitan la galería tras cada inauguración. «Tenemos un público muy fiel que sabe que cuando viene a Cayón va a ver una galería siempre interesante», apunta.

En esta edición de ARCO y, como hace desde que la visitan, llevarán a los artistas de la galería, a «los suyos»: desde Carlos Cruz-Diez a Soto o José Guerrero. Pero en esta edición, Adolfo Cayón tiene guardada una sorpresa para sus seguidores y para el público latinoamericano en general, que visitará la feria coincidiendo con que el país invitado en 2015 es Colombia.

Aprovechar la feria

«El jueves de ARCO vamos a inaugurar nuestra segunda muestra de Marco Maggi en los dos espacios de la galería. Es el artista de Uruguay que va este año a la Bienal de Venecia (en representación de su país) y esta será su última exposición antes de que se presente en mayo en tierras italianas», señala y no puede esconder la satisfacción que le provoca esta noticia. Como estratega comercial, su planteamiento está claro: llamar la atención de aquellos que se pasen por ARCO y citarlos —indirectamente— en su casa, en sus espacios. «Muchos clientes de la obra de Marco Maggi vienen a ARCO y a Madrid y hay que aprovechar y ofrecerles una buena selección», apunta.

La feria madrileña de arte contemporáneo es para la galería Cayón «un reflejo de la línea de trabajo, un lugar donde se ponen las cartas encima de la mesa y si se ve un trabajo coherente y unos artistas interesantes, eso se tiene que desarrollar en los metros cuadrados de los que dispones en la feria», destaca. Para el galerista, ARCO es muy importante aunque «uno no sabe qué pasa en el arte si solo acude a la feria», y por eso defiende que es muy conveniente para los interesados acudir con regularidad a las galerías y sitios donde «se mueve el arte».

Al hablar de los autores que expone en sus paredes, Adolfo Cayón los hace suyos. Por eso defiende que «la labor del galerista, más allá de lo comercial, es la de ser un apoyo constante al artista, promocionarlos y muchas veces ser un soporte personal». Con frecuencia, insiste, el artista encuentra en su galerista un «refugio natural».

Desde fuera no se puede ver la segunda sala. En su interior, tras el ventanal, cemento, columnas y paredes parecen el lugar perfecto para los lienzos que, en esta ocasión, creó José Guerrero.

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