NF Galería: más de 25 años de arte crítico
La transición suele dejar coja la mesa cultural en las monografías olvidándose del arte. Éste fue sin duda clave en la constitución de grupos opuestos a la dictadura. Asociaciones como Trama, con Broto y Grau, disfrazaban bajo sus lienzos una feroz oposición al franquismo. Esta vinculación entre el arte contemporáneo y el discurso político tiene en la galería Yerba (fundada por Nieves Fernández el 19 de enero de 1977) uno de sus mayores hitos. La galería estaba situada en Murcia, donde se unía en inicio a una librería de pensamiento crítico. Sus exposiciones, muy pendientes de Latinoamérica (Chile o Cuba), pusieron en contacto a la galerista con gran parte de la contracultura oficial. Su temprana colaboración con el Equipo Crónica, en su mayoría valencianos, la llevó poco a poco a acceder a artistas consagrados como Chillida o Tàpies. En los 80 las galerías comenzaron a trasladarse a Madrid, donde la Movida había consolidado un circuito de arte moderno vinculado a la nueva ola. En 1988 la Galería Yerba, llamada ya Nieves Fernández, dará ese paso consolidando su oferta artística. En este proceso Fernández se convertirá en una figura de renombre en la capital, colaborando con las colecciones estatales o fundaciones privadas como Telefónica o Manhattan Bank. Todo un éxito de esta chica de origen vasco, que gracias a los consejos de Tàpies y su pasión por el arte contemporáneo lo ha conseguido.
Nuevos tiempos
La galería ahora es dirigida por las hijas de la fundadora, y en los últimos años ha tenido un proceso de renovación acorde a las últimas tendencias. Nerea Fernández cree que había que «refrescar el logotipo, y crear una nueva programación». 2014 ha sido para Fernández, «un año realmente interesante, ya que se están abriendo a colaboraciones y organizando nuevos eventos». Pretenden así dar una oportunidad a nuevos talentos, y fomentar exposiciones conjuntas. Las obras expuestas recientemente de Chiharu Shiota y Mateo Maté muestran los cambios en la galería, y cómo se está optando por artistas de ruptura lejanos al marco. Precisamente, Mateo Maté estableció su reciente exposición aquí en reinventar el marco pictórico a través de la creación de collage de madera y pequeños laberintos con piezas. Una deconstrucción bien llevada que condujo a la exposición a ser un éxito, y tener el reconocimiento de la comunidad de Madrid. El caso de Shiota, más duro, fue la catarsis de un aborto y su canalización a través de obras artísticas bajo la liturgia de la sangre. Las composiciones estilizadas, algo de gran tradición japonesa, completaban el marco en el que se mueve esta artista. Este año, además, ha sido elegida para representar a Japón en la Bienal de Venecia.
El próximo 17 de diciembre la luz, tal como la interpreta Pipo Hernández Rivero, dominará la galería a través de obras que juegan con su uso. «Luz de occidente» es el apelativo con el que se mueven estas obras en cierto sentido minimalistas, que buscan que el ojo desvíe su atención en cómo el destello lumínico fluye entre las estructuras. La obra mostrada, que mezclaba una entramando blanco con rayos azules emitidos desde una linterna, es un buen ejemplo del propósito de traer luz a las tinieblas del autor. El público que acude a estas galerías para Nerea es «de todo tipo». Ve, además, que recientemente vienen «más estudiantes, gente joven, además de turistas». Las galerías, asociadas en ArteMadrid, han creado un pequeño circuito con un plano que permite conocer todas las exposiciones que están en activo.
El lado más oscuro de México para ARCO 2015
¿Tiene sentido el mundo de las ferias de arte en plena globalización? Para Nerea Fernández sí, ya que «las ferias son siempre buenas para descubrir artistas». Parece ser que la gran época de la grandilocuencia en las ferias de arte ha finalizado, y pocas pretenden ya alcanzar los presupuestos de la Bienal de Venecia. «En las bienales, continúa Nerea, puedes ver a un representante de un país ya establecido, mientras que las ferias pretenden descubrir artistas jóvenes que a lo mejor no tienen reputación para estar en la Bienal, o que ni siquiera tienen reputación para estar en muchas galerías extranjeras».
De hecho, la apuesta de NF Galería por Moris (Israel Meza Moreno) para ARCO quiere dar visibilidad a Latinoamerica, y especialmente a este “arte de la violencia” que citan algunos autores en relación con el hampa allí. Moris, comenta Nerea Fernández, «sigue viviendo donde ha vivido siempre, en México D.F. , y hace arte con la violencia cotidiana de la calle. Muchas de las armas que utiliza para sus obras las recoge por la calle como cuchillos, herramientas carcelarias que la gente fabrica para defenderse».
Esta cotidianidad de la violencia en tierra caliente, tan bien descrita en las últimas novelas de Roberto Bolaño, suponen la basa de obras tan perturbadoras como un cristal de un vehículo agujereado por un impacto de bala, o sus polémicos collage. Para la galerista «son sociedades que han vivido épocas de violencia muy largas y continuadas, como el caso de México o Colombia, y es lógico que esto sea fuente de inspiración». Existe en los últimos años un «boom latinoamericano» según Nerea Fernández, y hay una mayor visibilidad de este arte, que está también segmentado en los distintos países del continente. Cada país, nos dice la galerista, «tiene su propia cultura determinada, y es difícil de englobar una tendencia general». Se buscar dar a conocer culturas y tendencias que quizá han estado alejadas del continente europeo por el propio localismo de los artistas. Y, precisamente, la obra de Moris con su exposición cruda de la violencia no remite a un fenómeno únicamente local, sino que llama la atención a cualquiera. Las divisas que construyen sus obras («Ladren perros», «Corriendo a la velocidad del vértigo», «Cuando el león mata el chacal se beneficia») son plenamente apelativas y buscan cierta catarsis. Moris afirma sobre la violencia que «…no es importante señalar el problema o la queja o la pretensión de dar soluciones, sino hacer evidente este funcionamiento y la manera en que todos somos cómplices.». La obra de Moris ha sido expuesto tanto en las galerías de México (Jumex o FEMSA Collection) como en Estados Unidos (museo de arte moderno de Nueva York-MoMA-, museo de arte contemporáneo de Los Ángeles -MoCA-), etc. Representó también a su país en la novena bienal de la Habana, Cuba, y la de São Paulo en Brazil.
Uno de sus collage más líricos, utilizando distintas letras en el estilo de las cartas de los extorsionadores, resume bastante bien su objeto artístico: «El cielo se aprecia mejor desde el infierno».
Moris o el arte del dolor
Moris, nacido Israel Meza Moreno en la Ciudad de México para 1978. Vive todavía allí, como observador de su entorno, en un estudio en Tenayuca cerca los límites de la capital. Su trabajo es una mirada crítica a la realidad social del país, casi siempre urbana, y que busca hacer visible la violencia cotidiana en la que se ve sumido. La supervivencia de los más necesitados, las tribus urbanas, las mafias, los narcos: todo ello es el reflejo del espejo que supone su obra artística. Así, su visión de la violencia «vuelve a un punto muy primitivo. Todos tenemos violencia acumulada internamente que se manifiesta bajo ciertas circunstancias». Para Moris «cualquier objeto se vuelve un arma . Se rompe el límite entre bien y mal, el objeto está dado y la culpa es de quien lo manipula». Sus últimas exposiciones en Nueva York, y São Paulo son una muestra doliente de ello.