Periodismo de datos: la sociología del día a día
Hecho por: Raúl Martín y Julio Tovar
La relación del periodista con los datos parece natural, es la materia prima fundamental con la que desarrolla su trabajo. Sin embargo, al hablar de periodismo de datos no hay que entender el simple manejo de cifras y estadísticas, sino que va más allá: se trata de analizar grandes cantidades de información, o Big Data. De este modo, se puede llegar a hablar de patrones, de aquello que ocurre de manera sistemática. Es una buena forma de alejarse de la opinión y de fuentes interesadas para basarse más en los hechos.
Conocido también como periodismo de precisión, permite llevar a cabo investigaciones que revelen exclusivas informativas, sin necesidad de filtraciones o rastreos de fuentes documentales o testimoniales. Se trata de una especialización que pone en valor al periodista por saber hacer algo que desconocen muchos de los profesionales en las redacciones tradicionales.
En la actualidad, se impone un nuevo modelo de «cero desperdicio de datos» (Zero-waste data journalism), que considera cualquier bit de información como un elemento aprovechable desde el punto de vista periodístico, incluso con datos históricos.
El 1 de enero de 2010 el periodista Paul Bradshaw publicó en The Guardian un sencillo manual de cómo ser periodista de datos. Bradshaw, pionero en este ámbito desde la pasada década, sintetizó la dificultad de esta disciplina de manera precisa. «Representa la convergencia de un número de campos que tienen significado propio: desde investigación y estadísticas hasta diseño y programación. La idea de combinar todas estas habilidades para contar historias importantes es poderosa, pero también temible: ¿quién puede hacer todo eso?».
El dato, con el avance de la técnica, permite que cualquier periodista pueda construir historias precisas con apenas dos o tres variables, y un programa de hoja de cálculo. Las cifras en bruto, que solían quedar olvidadas en los ordenadores de los gobiernos e instituciones, ahora permiten descubrir elementos nunca pensados y agudizar el olfato del periodista astuto detrás de una historia. La reivindicación del dato no es un hecho novedoso, sino que está ligada a los viejos cánones de la sociología de Auguste Comte: todo puede ser cuantificable y analizable.
La editorial O’Reilly publicó otro manual con los mayores expertos de este periodismo que exponía bien la definición de dato: «El zumo de naranja que bebes por la mañana, el café que preparas: en la economía global de hoy, hay conexiones invisibles entre los productos, entre la gente y contigo. El lenguaje de esta red es el dato: pequeños puntos de información que no son relevantes aislados, pero que sí lo son vistos desde el ángulo correcto».
Para Philip Meyer, gurú de esta disciplina, el modo de hacer periodismo ha cambiado por completo y el nuevo concepto de hacer información, de construir una noticia, tiene una nueva metodología. Lo resume de este modo: «Los profesionales de la información deben de estar familiarizados con el corpus periodístico de conocimiento, que antes que nada debe incluir estos elementos: dónde encontrar información, cómo evaluarla y analizarla, como llegar al gran público, y como se puede construir una historia particular con esos datos».
Ahora bien, ¿de dónde procede este periodismo? ¿Cómo es posible que un periodista pueda realizar el trabajo de un sociólogo o un estadístico en cuestión de horas?
Periodismo en hojas de cálculo
La revolución de la microinformática tiene una tradición superior en Estados Unidos ya que las grandes empresas como IBM o General Electric empezaron a colaborar con las empresas de información privadas desde finales de los años sesenta.
Un poco antes, el periodismo de datos comienza a cobrar importancia en los años cincuenta con el análisis de campañas electorales en Estados Unidos. Un auge que provocó que, a finales de los sesenta, los disturbios de Detroit fuesen analizados por primera vez con un ordenador, encontrando escasas diferencias sociales entre los grupos protagonistas de la revuelta. A lo largo de los setenta los diarios estadounidenses de la costa este van a utilizar los datos de la administración o la policía para apoyar sus testimonios de periodismo en la calle, especialmente en cuestiones relacionadas con tensiones raciales.
En Europa, estos avances informáticos llegaron más tardíamente a la prensa, que era todavía fuertemente literaria. Sin embargo, en las últimas décadas se ha producido un gran desarrollo del periodismo de datos, y medios como The Guardian se han convertido en todo un referente. De hecho, el Data Blog creado por Simon Rogers en este diario británico es considerado la Biblia del periodismo de datos.
Dentro de nuestro país, esta especialización también ha alcanzado un considerable crecimiento y son cada vez más los medios de comunicación y los periodistas españoles que apuestan por desarrollar proyectos.
Un claro ejemplo de ello es la iniciativa Madrid en bici, una web que emplea el periodismo de datos para mostrar estadísticas sobre el uso de la bicicleta en la capital española. Su creador, el periodista Antonio Delgado, tiene claro que internet supone la mayor base de datos de información pública o publicada, donde hay «miles de historias y exclusivas sin contar». Delgado reivindica que España no ha llegado tarde al periodismo de precisión, sino que lo han hecho los medios tradicionales. «En nuestro país hay grandes profesionales en datos con proyección internacional que realizan trabajos de vanguardia e innovación que están cambiando la profesión», asegura. Un nuevo perfil de periodista que, a su juicio, requiere de formación en disciplinas como la estadística, la sociología, la investigación, la programación o la «ciencia de datos». Aunque sin dejar de hacer con todo ello periodismo. «Lo importante siempre es saber contar una historia», sostiene.
Respecto al futuro de esta disciplina, Delgado se muestra tajante: «El medio que no empiece hoy a invertir en tecnología que permita encontrar historias basadas en datos estará muy perdido dentro de un lustro. Será como querer competir con las fábricas de telares intentando tejer a mano más rápido».
La información política, no solo la social o la económica, también se ha beneficiado del periodismo de datos. El escándalo de las «tarjetas black» de Caja Madrid tuvo a El Confidencial o El País como medios de referencia que hicieron estadística rápida con el volumen, tipo de gastos y clientes. Una actualización del viejo periodismo de investigación en la cual la libreta se sustituye por la hoja de cálculo.
Para Borja Bergareche, director de Innovación Editorial de Vocento, esta especialización periodística es el reflejo de una tendencia hacia la apertura de los datos en el entorno institucional y político. «Las nuevas tecnologías han propiciado un auge del movimiento de la transparencia, del acceso a la información y del gobierno abierto», explica Bergareche.
Una nueva manera de entender la relación entre gobernantes y gobernados basada en el derecho a saber. En este sentido, destaca la Ley de Transparencia, Acceso a la Información Pública y Buen Gobierno, que entró en vigor el pasado 10 de diciembre y que busca reforzar la transparencia de la actividad pública y garantizar el derecho de acceso a la información de los ciudadanos.
«Hasta ahora los administradores daban por hecho que la información pública era de su propiedad y no del administrado. La Ley de Transparencia está invirtiendo esa relación, es un mecanismo para poder acceder a información que las instituciones públicas generan», indica.