Propaganda en las farolas
Desde el pasado fin de semana las calles están «ataviadas y adornadas», no solo por preciosos y alegres decorados y luces de Navidad, sino también por la multitud de carteles electorales con los rostros o la imagen de los candidatos y su logo. Parece como si quisieran felicitar las fiestas. Cuelgan de las farolas, se sitúan en las marquesinas e incluso ocupan, a través de monumentales carteles publicitarios, fachadas enteras de edificios. El resultado, unas calles abarrotadas, entre las luces, los carteles electorales y los comercios llenos de gente dispuesta a comprar, las ciudades están más vivas que nunca.
Todos ven los carteles en una u otra calle, sin embargo pocos saben cómo se realiza el reparto y la adjudicación de cada una de ellas entre los distintos partidos políticos. ¿Por qué en la calle Orense se encuentra la publicidad de UP-IU? o ¿por qué en la de Serrano se encuentran los del PP o la Castellana están PP, PSOE e IU?.
Existen todo tipo de versiones y rumores, desde aquellos que creen que las calles se subastan al mejor postor, siendo los partidos los que pagan una cantidad, hasta los que creen que el gobierno tiene derecho a elegir y que el resto se las reparten entre las demás formaciones políticas. También hay quien considera que son «propiedad» de compañías publicitarias, que alquilan ese espacio publicitario, con las condiciones económicas que pacten, a los partidos políticos en las campañas.
Pero nada de esto es así. Lo cierto es que todo está regulado, como no podía ser de otra manera, en la Constitución a través de la ley orgánica (LO) 5-1985.
El Ayuntamiento de Madrid determina el número de calles y de farolas por calle en las que estará permitido colocar la propaganda. Estos espacios son gratuitos, pero también existen otros muchos que no. Son espacios publicitarios que se aprueban para que se puedan colocar carteles. Siempre y cuando los gastos derivados de la colocación de este tipo de carteles los asumirá el propio partido político.
En cuanto a la adjudicación de las calles, la referida LO establece que el Ayuntamiento realiza su distribución «atendiendo al número total de votos que obtuvo cada partido en las elecciones anteriores, atribuyéndose según las preferencias de los partidos con mayor número de votos».
Sin embargo, no todo el mundo está de acuerdo con esta ley. Rosa, vecina del barrio de Tetuán, en el que predominan los carteles de Izquierda Unida, es una de ellas «no me identifico para nada con los carteles que hay en mi calle, me gustaría ver los de mi partido». Su marido Juan es más radical, pues piensa que la gente no cambia su voto por la publicidad de la calle «es un gasto innecesario de dinero, no sirven para nada».
Sin embargo son muchos los estudios en los que se ha demostrado que este tipo de propaganda tiene la capacidad de influir en el votante, como por ejemplo el estudio de los efectos de la publicidad sobre la opinión pública de la Universidad de Navarra. Así lo demuestra Juan mientras sonríe viendo el inmenso cartel de ciudadanos en Atocha que ocupa la fachada de un edificio entero: « Aún no sé qué votar, sin embargo, él me gusta, se le ve fuerte y con carácter».
En el barrio de Salamanca aunque predominan los carteles del Partido Popular, no son pocas las calles que comparten con otros partidos como Izquierda Unida o Ciudadanos. Maribel vive en Velázquez, lleva más de diez elecciones a sus espaldas. «Todas las elecciones generales son iguales, parece que el PP es dueño del barrio de Salamanca, ¡y yo encantada!», dice riendo.
Sea como fuere, hasta el 18 de diciembre estos carteles adornarán las farolas, marquesinas, muros e incluso edificios de nuestras calles, intentando influir de alguna manera en ese voto tan importante y necesario que decidirá el futuro del país para los próximos cuatro años.