Centro

Los pintores que ya no dibujan sonrisas

Las pinturas de José Rojo, entre vallas y contenedores. Foto: E.C.
Las pinturas de José Rojo, entre vallas y contenedores. Foto: E.C.

El arte de pintar cuadros a plena luz del día, en la Plaza Mayor de Madrid, ha perdido encanto. Los dibujantes que antes reproducían obras de los grandes artistas de todos los tiempos o sorprendían a sus clientes con divertidas caricaturas, no se sienten a gusto y han perdido la sonrisa que les caracterizaba.

Un canal en YouTube con más de 200 vídeos es lo que José Rojo, pintor de cuadros en la Plaza Mayor desde hace cuatro años, utiliza para denunciar la mala situación laboral por la que considera que pasan tanto él como sus compañeros. Desde intrusismo en su trabajo hasta falta de atención por parte del Ayuntamiento, en su canal de YouTube, llamado Pintores Plaza Mayor, se pueden encontrar vídeos que denuncian numerosas situaciones, como manteros vendiendo productos —actividad ilegal— por la Plaza Mayor, o personas no autorizadas que sacan un caballete y un pincel y venden cuadros a los paseantes.

José cuenta que cuando llegó en 2012 a esta plaza se percató de que muchos de los pintores que había en las zonas de alrededor no pagaban nada por estar ahí. Él, como el resto de sus compañeros, tiene una licencia que le acredita para poder ejercer su profesión. Sin embargo, asegura que no todos los que venden cuadros por las zonas más céntricas de Madrid tienen este permiso.

Actualmente, según el Ayuntamiento de Madrid, solo hay 23 personas que tienen autorización para poder pintar y vender sus obras en la Plaza Mayor. Por ello, José ha enviado más de cien solicitudes al consistorio y a la Comunidad de Madrid para denunciar la presencia de pintores ilegales. En varias ocasiones ha recibido cartas como respuesta, en las que se le asegura que la Policía Municipal vigila esta situación y trata de controlarla. Pero este madrileño de 52 años asegura que las cosas no cambian.

 «Yo conseguí la licencia por sorteo público, me tiré siete años esperando, pero solo la obtuvimos por este método un compañero y yo, el resto no», confiesa José Rojo. Para obtener este permiso, informan desde el Ayuntamiento de Madrid, se realiza un sorteo entre todos los solicitantes.

Otro de los principales problemas a los que se enfrenta este gremio es al de la falta de promoción. En ninguna guía turística ni página web oficial, afirma José, se hace mención a los pintores, por lo que los visitantes que llegan a Madrid no tienen ninguna referencia que les haga acudir a ellos. Si a eso se le suma la inseguridad que sienten muchos de estos turistas en la Plaza Mayor a causa de los carteristas que hay por la zona, explica, su situación laboral se vuelve muy complicada.

 «En comparación con otras ciudades europeas —cuenta José— aquí se nos trata muy mal. Si vas a París o Roma los pintores que hay llevan ahí muchos años, y se les promociona, cosa que aquí no ocurre. Mientras en Suecia tienen hasta un local donde pueden meterse a pintar sus cuadros, aquí estamos luchando para que nos promocionen a través de la recogida de firmas».

«Intrusos» con pinceles

Pero esta situación va más allá, ya que José Rojo asegura que hay dos hermanos que se dedican a llevar a dibujantes ilegales por la zona, y a ganar dinero a través de ellos, como si de una especie de mafia se tratase. Además, se queja José, como estos «intrusos» no tienen que pagar ningún tipo de impuesto, se dedican a copiar sus cuadros y venderlos más baratos, por lo que cada día tienen más difícil el poder vivir de lo que además de su trabajo, es su pasión.

Por ello, José Rojo no duda en denunciar cualquier irregularidad que observa y que pueda perjudicar su trabajo y el de sus compañeros. Pensaba que con el nuevo gobierno municipal la situación cambiaría, pero tras casi ocho meses, no ha notado ningún cambio. Además, cada vez que hay algún espectáculo o celebración en la plaza se les arrincona, de manera que no cuentan con el espacio necesario para llevar a cabo su oficio. Tampoco el hecho de que haya obras les ayuda, porque se ven obligados a trabajar entre vallas y contenedores.

«Hay mucha gente buena. Hay algunos que pintan muy bien. Fernando, un compañero, se ha tirado quince años haciendo unas reproducciones de Goya y Murillo impresionantes. Otro de ellos ganó un premio importante de pintura en Holanda… Hay algunos que valen mucho, pero ven la situación en la que nos encontramos, sin ningún tipo de facilidad, y se van», sostiene.

 «Cada vez resulta más complicado vivir de esta profesión. Durante el verano, como mucho hemos sacado 100 euros cada uno, no nos promocionan y estamos perdidos», se queja José. Antes, continúa, se vendían muchos más cuadros, pero ahora es posible estar semanas sin vender ninguno, por lo que muchos de los pintores escapan a zonas de playa cuando pueden. Una situación muy difícil que puede llevar a la ruina a los profesionales de este arte callejero.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *