La cuesta de Moyano: «La librería más grande de España»
«La nariz torcida y los ojos no solo no situados en el mismo plano sino de diferente tamaño; el ojo izquierdo de un azul mórbido, con un estrabismo alevoso que aunque adquirido de modo involuntario parecía advertir de un poso amargo agazapado en el fondo de su persona». Este fragmento de A sangre fría de Truman Capote no es lo único que un lector puede encontrar en la caseta número 29 de la Cuesta de Moyano; en ella conviven títulos de la literatura moderna con los grandes clásicos de José Ortega y Gasset, Benito Pérez Galdós, Guy de Maupassant o Stendhal, entre otros.
Llegando casi al Retiro, en los últimos puestos de una de las calles más peculiares de Madrid y bajo la atenta mirada de Pío Baroja, en su pequeño habitáculo Armando tiene un total de 3.000 obras, aunque en su almacén guarda unos 15.000 libros. Una caseta desde la que este librero no duda en afirmar que «la cuesta de Moyano es la librería más grande de toda España».
Hablar de su lugar de trabajo es un orgullo debido a la exclusividad de cada uno de los puestos. Esto se debe que sus 3.000 ejemplares «no tienen nada que ver» con los de los demás. Según Armando «cada caseta es única», al contrario que en una librería normal donde puedes encontrar «pilas de premios Planeta o Alfaguara pero esos mismos libros te los vuelves a encontrar en otras estanterías». Eso, en Moyano, no pasa y su encanto se esconde en que cada «librero tiene un ejemplar o dos de cada cosa e incluso los hay que tienen en internet 30.000 o 20.000 obras», explica. En su caso, se dedica a la compra venta en un negocio que, en su gremio, se conoce como librería mixta. Es decir, trabaja con las últimas novedades, con libro antiguo, usado y viejo; el más antiguo de su caseta es una obra de Buffon, titulada Historia Natural, y data de 1856.
Un negocio familiar lleno de historias
Su familia llegó a la calle de los libreros a finales de los años 50. Sus padres no pertenecieron a la generación que puso en marcha la feria de libros antiguos -como se conoce en la capital- pero, como otros muchos, adquirieron la pequeña caseta por fallecimiento del dueño anterior. Él lleva «toda una vida» en el puesto y, después de 40 años al frente, es de los libreros más antiguos de la calle. Las arrugas que aparecen alrededor de sus ojos azules acusan su edad, pero la pasión con la que habla de su profesión eclipsa el rastro que el paso del tiempo deja en el cuerpo.
Durante 40 años Armando ha trabajado detrás de su mostrador sin importar el día de la semana -los libreros de Moyano abren todo el año- o la situación política. El Ayuntamiento, sin importar el color del partido gobernante, «ni se ha preocupado, ni ha molestado. Lo que sí han hecho todos es meter la pata sin darse cuenta». Él, como sus compañeros, ha visto cómo con el paso del tiempo la mayoría de sus clientes han dejado de ser jóvenes amantes de la lectura para convertirse en lectores que visten canas.
Entre sus visitantes, Armando destaca que en el pasado los políticos eran habituales, incluso un ministro le llegó a pedir una novela «porque necesitaba reírse». Aunque ahora, al hacer memoria, no recuerda que los nuevos políticos se acerquen, siquiera, a la cuesta. «En la actualidad, es difícil que la mayoría de nuestros gobernantes sepan leer; lo demuestran a cada momento, solo hay que oír las citas que hacen la mitad mal hechas, y en otras que no saben lo que cuentan», añade entre risas.
«Me hice librero porque me gustaba, y todavía me gusta», explica. Estudió el grado medio de Librería, una titulación que Alfonso XIII creó entre 1912 y 1914, porque al igual que un farmacéutico precisa de formación, Armando tiene claro que «para ser librero tienes que saber de libros». Para él, el mundo del libro es el tesoro más valioso de una sociedad que se ha dejado corromper por inventos como la wikipedia, que es algo «útil, pero lleno de chorradas escritas por cualquiera». «Leer es cultura a pesar de lo que digan o de que se la gente crea que en internet se pueda encontrar de todo. Los libros sí lo son todo y si dejamos que mueran desaparecerán los clásicos. Ya no te hablo de autores griegos, me refiero a autores como Wenceslao Fernández Flórez u otros muchos del siglo XX que se han convertido en grandes desconocidos», cuenta.
A las 18:30, cuando comienza a anochecer, los puestos cierran sus puertas y los libreros retiran las mesas que llenas de libros adornan el paseo. Una calle que, a pesar de ser peatonal, suele estar desierta. El flujo de clientes ha sido inexistente, como casi todas las tardes. De lunes a viernes, «solo los que vuelven a su casa pasan por aquí y hoy, como siempre, nadie compra un libro», explica Armando con resignación. Algo que se ha convertido rutina en un lugar que para muchos es uno de los referentes culturales de la capital y que desde 1925 ofrece la oportunidad de, «a poco que gastes», ir creando una biblioteca única.
En esa libreria son unos antipaticos y unos maleducados
Buenas tardes, quería preguntar si tiene el libro No voy a odiar, de medico y escritor Izzeldin Abuelaish, en castellano. Es sobre Palestina. El escritor es de Palestina pero fui hace un par de años a Canada. Mucho gracias.
Buenos días :
He publicado mi tercer poemario : RIMAS Y ESCULTURAS, consta de 56 poemas ilustrados y comentados y 55 fotos en color comentadas a pie de foto de mi obra escultórica, un libro de ARTE por partida doble.
Distribuye AZETA.
Un saludo de ANTONIO PEREZ GIL : escultor y poeta.