«España no está preparada para la transparencia todavía»
Para poner fin a las conferencias del XVII Congreso de Periodismo Digital de Huesca, se ha llevado a cabo la ponencia «Transparencia en los medios: máxima apertura, máxima opacidad», en la que varios expertos en comunicación y en transparencia han hablado sobre la aplicación de esta última en la labor periodística.
El moderador, el periodista Pedro de Alzaga, ha comenzado la charla preguntando si la transparencia que se exige a las administraciones públicas, partidos políticos o empresas, entre otros, se puede aplicar también a los medios de comunicación. Jesús Lizano, presidente de la ONG Transparencia Internacional, dedicada a denunciar la corrupción, ha asegurado que la transparencia es en todos los campos «el mejor método contra la corrupción».
Ha mostrado la labor de la organización que preside, destacando sobre todo la elaboración del Índice sobre la Percepción, un Barómetro y un Informe Global sobre la Corrupción. En este último caso, el informe elaborado recientemente ha estado dedicado al mundo del deporte.
Lizano ha destacado la «clara demanda de la sociedad» de que los medios de comunicación sean transparentes y objetivos «en la medida de lo posible». Ha asegurado que se trata de un desafío, al mismo tiempo que de una oportunidad para ganar credibilidad respecto a sus usuarios.
Por otro lado, ha presentado un estudio sobre los lobbies en España, elaborado en 2014. El informe concluye que los medios de comunicación han reducido la investigación sobre corrupción en los últimos años y se han centrado más en ofrecer información de fuentes policiales y judiciales que en crearla ellos mismos.
El segundo turno de palabra ha sido para David Espinar, que ha hablado de una falta de confianza como principal causa de la necesidad de transparencia que existe. Ha asegurado que esta es escasa en los medios de comunicación, aunque de forma contradictoria sean los que más la reclaman al resto de organismos. «España no está preparada para la transparencia todavía», ha afirmado con contundencia. Lo que realmente da poder a las personas, opina, es saber el porqué de las cosas, y por tanto es en ese punto en el que la transparencia adquiere una mayor importancia.
Para finalizar su intervención, ha dejado clara la postura que debe tener esta transparencia en la vida de las personas, ya que ha asegurado que esta «se ha inventado para proteger a la ciudadanía, no a los políticos o a las empresas».
La profesora de la Universidad del País Vasco María José Cantalapiedra ha sido la siguiente en intervenir en la ponencia. Ha manifestado que la opacidad y la transparencia están perfectamente reguladas en los manuales de estilo y códigos deontológicos de la profesión, y que es en la práctica empresarial donde existe un menor nivel de transparencia.
La solución, ha concluido, se encuentra en la conciliación por parte de los medios de comunicación de su labor social y su visión empresarial. Sin embargo, Cantalapiedra no ha desaprovechado la ocasión para hablar de la precariedad laboral del periodismo como un importante condicionante en cuanto al tratamiento de las informaciones.
El veterano periodista Miguel Ángel Bastenier, por su parte, ha afirmado «asustarse» ante la palabra transparencia. Aunque ha advertido que ya está jubilado y por tanto habla «desde la trinchera», ha dejado claro que la transparencia es importante y necesaria, «pero alguien tiene que hablar de los límites».
El periodismo es legítimamente un negocio, ha dicho en un primer momento para preguntarse luego si se tiene que suicidar una empresa periodística publicando lo ruinoso que ha sido el año en cuanto a su economía. Sin embargo, ha manifestado que el lector tiene derecho a saber cuántos ejemplares vende su periódico, cosa que en América Latina no ocurre. El límite, ha asegurado, está en no proporcionar información que pueda beneficiar a la competencia, «simplemente porque vivimos en un sistema capitalista».
Para concluir con las mesas redondas del congreso, Bastenier ha declarado que a los poderes públicos hay que exigirles una transparencia total, ya que han sido elegidos democráticamente por los ciudadanos. Sin embargo, esta transparencia debe ser mayor que la que los medios, tanto digitales como impresos, puedan ofrecer, ya que como empresas «no estamos obligados al suicidio».