Artesanas con alma, una conexión social en diferentes campos

Dejar de mirar el lado malo de las cosas y evadirse. Que vuele la imaginación. Ese es el pensamiento de Mercedes, Mar, Mariví y Teresa, cuatro mujeres artesanas que de la nada están consiguiendo un todo que cada día va a más. «Teníamos diferentes necesidades heterogéneas pero hemos sido capaces de salir adelante, no solo por la promoción artesanal, sino por la red de apoyo que ofrecemos», afirma Teresa.

Ninguna de ellas, ahora mismo, concibe esta pasión como una salida profesional. Desde un principio, no sabían cómo podría salir el experimento de crear una asociación con artesanías tan dispares entre sí. Aun así, han llegado a ser un conjunto, creando interacciones entre lo que hacen. «Tenemos una conexión humana que es algo muy bonito», explica Mariví.

Pintura, fotografía, casas de muñecas y joyería realizada con cobre esmaltado es lo que ofrecen estas valientes vecinas del barrio. «La idea del grupo surgió hace cuatro años, aproximadamente, gracias a la Asociación de Vecinos de Quintana», comenta Mar. Durante todo este tiempo, han hecho algunas exposiciones y eventos en los que han recibido el apoyo de los vecinos y su colaboración.

Teresa Martín. Fotografía

«Esto me ha aportado la ilusión de ver que los sueños se cumplen»

Amante de la fotografía desde que era pequeña, Teresa no duda en capturar cualquier cosa que pasa por delante de sus ojos. Parada de larga duración, como ella misma se define, reconoce que encontrar trabajo, hoy en día, «es muy difícil».

Por ello, animada por su familia, comenzó a formar parte de este grupo de artesanas del que aprende cada día. Texturas, formas, diferentes tamaños…, cualquier excusa basta para trabajar en sus fotografías hasta llegar a la perfección.

Reconoce que hay personas que muestran una mayor sensibilidad a lo que hacen. A través del enriquecimiento que aporta conocer a mucha gente, la evolución en sus fotografías puede notarse en cada exposición.

Mar Zamora. Casa de muñecas

«Puedo compaginar mi trabajo con mi pasión restándole horas al día»

A Mar siempre le ha gustado todo lo relacionado con las casas de muñecas. Ahora que sus hijos ya son mayores, puede dedicarle un tiempo mayor a su elaboración, ya que crea todas las casitas de la nada. De hecho, solo tiene una de colección, «aunque la he reformado por completo».

Como si de síndrome de Diógenes se tratase, esta artesana guarda todo lo que sea, desde tuercas, plástico, flores… Entra en todas las tiendas de abalorios que ve y siempre está pensando cómo será su siguiente creación, aunque reconoce que tan solo le dedica 3 o 4 horas al día.

Una vez que termina su trabajo, Mar araña minutos y horas al día como puede para dedicárselo a esa pasión en miniatura.

Mariví Fernández. Joyería en cobre esmaltado

«Todas tenemos algo en común: la ilusión de hacer lo que a uno le apasiona»

Como si de una válvula de escape se tratase, Mariví retomó sus estudios en joyería después de ser madre, ya que quería seguir aprendiendo y no estancarse. «Desde pequeña me han gustado mucho los cristales», afirma esta artesana que no duda en innovar en cada una de sus creaciones.

Las peculiaridades de sus joyas la marcan las monedas de céntimos que emplea para su elaboración. Uno o dos céntimos que hacen de todo ello algo único. Aunque viene de otra asociación vecinal, afirma que en este grupo ha encontrado todo lo que quería para exponer aquello que tanto le apasiona.

Mercedes Martín. Pintura

«Desde pequeña me ha encantado dibujar, antes de tener uso de razón»

Llega un momento en la vida donde las circunstancias no son favorables y hay que buscar alternativas. Por ello, Teresa, animada por su familia, decidió volcarse en la pintura, creando objetos y retratos antes desconocidos para ellas. Pero siempre con una esencia: la presencia de alguna espiral en todo lo que hace. Es su sello personal.

Con una formación autodidacta, la evolución que va adquiriendo le permite avanzar con materiales y texturas nuevas, «arriesgando en nuevos modelos». Reconoce, además, que cuando «los cordones de los zapatos apretaban», evadirse mediante colores y trazos fue su mejor medicina.

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A través de todo lo que hacen, este grupo de artesanas pretenden que los visitantes disfruten, ya que son «miradas con alma que pueden aportar sus propias opiniones». Por ello, buscan que el barrio de Quintana sea participativo, conectando con ellas, aunque muchas veces no se haya cumplido.

Con reuniones semanales y un contacto directo, estas artesanas tratan de dejarse el alma para transmitir lo que ellas sienten al elaborar sus piezas. Por eso que dicen que «todo caminante hace camino al andar», buscan que cada vez se las conozca más para poder seguir creciendo.