El chocolate con churros de 1913 llega con servicio online
El aroma a chocolate y a churros impregna el local de la calle Conde de Peñalver. Es invierno, está lloviendo y hace frío en la calle. La gente se agrupa en la puerta esperando a que quede algún sitio libre para sentarse. No les importa esperar, saben que allí encontrarán lo que buscan: un buen chocolate caliente a la taza con churros.
Mientras, otros prefieren combatir el frío en casa. Por eso, para aquellos aún así no quieren renunciar a estas delicias, existe una nueva alternativa. Con su móvil y unos simples clicks pueden solicitar que se lo traigan a casa. Una hora después, gracias al nuevo servicio a domicilio de la Antigua Churrería ya tienen el pedido en su hogar.
Esta cafetería, que cuenta con más de cien años de historia y que es una de las más antiguas de Madrid, ha decidido apostar por la era digital y transformarse. Desde el pasado mes de septiembre ofrece pedidos a domicilio y a oficinas. «Hay que adaptarse a las nuevas necesidades de nuestros clientes», sostiene el gerente, Julio Quiroga, bisnieto del fundador.
La Antigua Churrería se ha ido modernizando a la vez que sus clientes. Ahora posee una atractiva página web adaptada a todas las novedades informáticas que obtiene al mes un total de 13.000 visitas. Gracias a su tradición y a esta nueva opción de compra reciben la solicitud de aproximadamente unos diez pedidos al día.
No obstante, a pesar de la renovación el principal valor de este negocio familiar sigue siendo la elaboración artesanal, explica Quiroga. Aunque se cuida el diálogo con los usuarios en las redes sociales porque las estrategias de marketing digital y social media son fundamentales en la actualidad.
Más de 100 años de historia
Julio Quiroga,el actual gerente de La Antigua Churrería, es el cuarto de una generación que convive cada día junto a la masa de los churros. Fue su bisabuelo, Emilio Quiroga, quien fundó el primer local en el madrileño Puente de Ventas. Desde entonces, la empresa ha sobrevivido a momentos históricos como las dos Guerras Mundiales, la Guerra Civil y la crisis.
El primer local se situaba debajo de la casa de la familia Quiroga, lo que facilitaba el trabajo, porque por aquella época el oficio era más manual y requería de mayor tiempo de dedicación. Cada día la bisabuela de Julio, Juana Sánchez, se levantaba a las 1.30h de la mañana para comenzar a calentar las freidoras que eran de carbón. A las 3.00h ya estaba todo listo para que Emilio bajase e hiciera los churros. Un trabajo en equipo para poder servir cada mañana a sus clientes los mejores desayunos. En particular, sus platos estrellas: los churros y la receta secreta de chocolate caliente.
Sin embargo, su bisabuelo murió a los pocos años de abrirla y Juana se tuvo que hacer cargo de la churrería junto a sus hijos. «Mi abuelo, Julio, solo tenía once años en ese momento pero junto a su hermano ayudaron a su madre a salir adelante» declara. Así poco a poco su abuelo también se introdujo en el ‘mundo del churro’ y abrió tres establecimientos en la Calle Zaratán, Carabanchel y Ventas.
Usamos las mismas materias primas que mis bisabuelos
«Todos los fines de semanas los pasábamos en la churrería de Ventas porque toda la familia trabajaba allí». «Me crié entre churros», cuenta con añoranza recordando aquellos tiempo, en especial, a su abuelo. Sin embargo, el ayuntamiento les expropió las tierras para construir un parque y como consecuencia se cerró el local original de La Antigua Churrería. Un duro golpe que supieron paliar con la filosofía de los Quiroga: «constancia y paciencia». Así que su padre, también llamado Julio, y su tío siguieron el oficio familiar y se quedaron con el negocio de Zoratán.
Por su parte, Julio Quiroga,el bisnieto de esta empresa familiar, una vez que acabó sus estudios quiso seguir con el legado familiar aunque esta vez con una esencia diferente. El mercado ya era más amplio y competitivo que en los orígenes de la churrería, así que decidió enfocarla hacia un concepto más amplio: cafetería y chocolatería. Aplicó sus conocimientos teóricos adquiridos durante su época de estudiante y con este nuevo enfoque abrió los actuales sedes de La Antigua Churrería en Bravo Murillo, Conde de Peñalver, Getafe, Móstoles y Alcorcón.
Una receta de tradición familiar
Allí, siguen sirviendo «el mismo chocolate de mi bisabuela y los mismos churros originarios». «Usamos las mismas materias primas como el aceite de oliva y la harina de trigo porque los proveedores son los mismos», afirma el más joven de la familia Quiroga.
Asimismo, La Antigua Churrería ha incluido en su carta algunas variaciones de sus churros: bañados en chocolate, rellenos de crema o de dulce de leche. Pero, el más solicitado sigue siendo el tradicional.
Ya no es 1913, la sociedad ha cambiado. No hay carruajes por las calles, los churros ya no son un lujo e Internet supone el 67% de las compras, según IAB Spain. Sin embargo, este negocio familiar ha sabido sobrevivir a los años para seguir ofreciendo el mismo sabor que en sus orígenes.
Esta será la primera navidad y, en especial el primer 1 de enero, en la que los clientes tendrán la posibilidad de deleitarse en sus propias casas de los productos que seguramente tomaron sus bisabuelos en Madrid hace ciento tres años. Sin duda, una buena opción para empezar el 2017.
Hace un día frío en mi ciudad y al leer el presente artículo he tenido una necesidad urgente de tomar churros con chocolate, yo también soy partidario de tomar los churros tradicionales, ya que tomar chocolate y churros envueltos en chocolate creo que ya es excesivo.
Gracias a la familia Quiroga por mantener lo tradicional en tiempos tan difíciles.
El articulo invita a tomar un buen chocolate artesano y los churros tradicionales, por supuesto me ha encantando el map incluido en el Google para poder localizar las nuevas churrerias , que no sabia que existía , ni sus servicios online.
Pues tenemos que ir, me acaban de entrar muchas ganas de un chocolate con churrros, ademaas con el frio que hace, apetece más aun
Me encantan los churros con chocolate pero prefiero tomarlos en la churreria, despues de haber dado un paseo, cuando tienes la nariz helada y no sientes los dedos de las manos. Rodear la taza con las manos, templar el cuerpo con un sorbo de chocolate y regresar a casa.
Buenidimos, los mejores churros de Madrid.
Pingback: La fábrica de chocolate más antigua de Madrid cumple 150 años
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