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La historia de Alex: cuando la pasión no tiene límites

Alex posa con dos balones tras marcar dos goles
Alex Redondo posa con dos balones después de marcar dos goles tras su operación

El pasado jueves 17 de noviembre no fue un día cualquiera para el pequeño Alex Redondo. Aquel día, sufrió una profunda picadura de araña justo debajo de su ojo derecho que se complicó y se inflamó en exceso desde el primer momento. Una semana más tarde su médico decidía operarle de inmediato para rebajar la infección y erradicar el problema. Tras ello, el niño, residente en Alcorcón y de solo once años, debía estar unas dos semanas en reposo, pero con lo que el cirujano no contaba era con que el equipo de fútbol sala en el que juega el chaval se jugaba mucho en su partido de ese mismo fin de semana.

Poco más de 48 horas después de su operación, el pequeño trasgredía la razón y decidía jugar con su equipo, el alevín Club Deportivo Alkor-Villalkor, en el vital encuentro ante el CGR Distrito III de Alcalá de Henares. Horas antes, Ana, su madre, había llamado al entrenador de su hijo para comunicarle la decisión. «El chico sabía que el partido del fin de semana era muy importante y quería jugarlo para ayudar a su equipo. Me pareció un gesto muy valiente por su parte y decidimos que jugase bajo nuestra responsabilidad», relata.

El técnico del chico, Mario, apenas daba crédito. «No iba a ir convocado, porque estaba recién operado del ojo. Pero me llamó la madre a última hora y me dijo que iba a ir, que el chaval, que es uno de los capitanes del equipo, no quería perderse el partido. Me pareció un gesto impresionante, que sobre todo demuestra el compromiso y las ganas de un niño al que ni siquiera una operación impide jugar», explica el míster, que consensuó la decisión con David, su segundo entrenador, y optaron por dar rienda suelta al deseo del pequeño.

Alex, en un entrenamiento de su equipo
Alex Redondo realiza un ejercicio en un entrenamiento de su equipo junto al capitán, Carlos Batalla

Pero por si fuera poco, el partido salió a pedir de boca para el chico. Aunque finalmente empataron a tres, Alex, por increíble que parezca vista su convalecencia, fue el autor de dos de los goles de los suyos: el que igualaba el partido a un tanto, y el que hacía el 2-3. Casi calcados ambos, por cierto. Con un parche en el ojo como símbolo de guerra, el chico sorprendió a todos los presentes en la mañana del domingo en el Polideportivo Emperador Fernando de Alcalá de Henares y se erigió como el gran héroe de los suyos apenas dos días después de pasar por el quirófano.

«Un ejemplo para el deporte»

«Cuando le vi con el parche preparado para jugar, aluciné. Creo que es el mayor acto de superación que he visto nunca en cualquiera de los equipos en los que he estado, tanto jugando como entrenando, y que es algo que nunca más voy a vivir», añade su entrenador. «Que un niño que recién operado quiera jugar sin darle miedo, con la herida abierta en el ojo y dejándose todo en el campo y en cada balón me pareció increíble. Sobre todo, porque también saltaba con todo a los balones de cabeza, que era nuestro mayor miedo. Es un ejemplo para mí, para los compañeros y sobre todo para el deporte».

https://youtu.be/x83HRqBsMkA

El protagonista, Alex, vive la situación con normalidad entre la admiración de sus compañeros y entrenadores. «Tengo mucha confianza en mí mismo, me encanta el fútbol y quería jugar. No podía fallarle a mi equipo y le dije a mi madre que tenía mucha ilusión por ir al partido. No podía quedarme en casa. Me daba igual la herida. Tenía que ayudar a mis compañeros, aunque la verdad no pensaba que fuese a marcar dos goles», explica el crío.

A pesar de su corta edad, Alex tiene las ideas muy claras y está muy ilusionado con la temporada de su equipo. «Estamos haciendo un año muy bueno. Vamos cuartos en Liga y estamos luchando por pasar a Fase de Campeones -en la que juegan los mejores equipos de Madrid y para la que se clasifican los dos primeros de cada grupo tras la Primera Fase-. Confiamos en clasificarnos», rubrica.

«Maduro y muy comprometido»

«El cirujano nos dijo que tenía que estar mínimo diez días en reposo, pero él se veía preparado para jugar, a pesar de la infección. Es un niño maduro y muy comprometido con todo lo que hace. Vimos que la herida estaba bien, aunque supuraba un poco, pero decidimos que jugase bajo nuestra responsabilidad y salió bien», explica la madre. «Estaba preocupada por si le daban un golpe o se hacía daño y teníamos que ir de urgencias al hospital, pero el chico confiaba mucho en que no iba a pasar. He sido jugadora de balonmano y siempre he sabido sufrir, y mi hijo es igual», afirma.

Alex posa con su entrenador, Mario
Alex posa junto a su entrenador, Mario, en el polideportivo donde entrenan

En el vestuario, sus compañeros de equipo están fascinados con la proeza de Alex. «Me parece un chico muy valiente. No esperaba que fuese a meter dos goles ni que fuese a hacerlo tan bien, pero la verdad que jugó un partidazo y estamos muy contentos», cuenta Carlos Batalla, el capitán del equipo, y que fue convocado el pasado mes con la Selección Madrileña Sub-11. «Gestos como el que tuvo lo dicen todo del chico. Tiene un compromiso tremendo con todo lo que hace, y me consta que es también así en su casa y en el colegio. Para mí es un privilegio tenerle en el equipo. Es un fuera de serie», concluye su entrenador.

El deporte concede a menudo historias de un tremendo valor humano. Alex, con su proeza, es todo un ejemplo de compañerismo y capacidad de superación y sufrimiento por lo que uno siente pasión. Seguro que aquella araña, la próxima vez, se lo piensa dos veces antes de inyectar su veneno a este pequeño guerrero de Alcorcón que a sus once años, ha dejado claro, una vez más, que la ilusión, en especial la de los niños, traspasa fronteras.

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