¿Me compensa ir a juicio?
Los españoles somos devotos de los tribunales. Nos gusta el pleito más que un festivo. No pensamos en la satisfacción de resolver el conflicto sino en el placer de hundir al otro. Y ante esta situación uno piensa que hemos perdido el juicio.
Por eso, magistrados, notarios y abogados recomiendan una vía alternativa al juicio para resolver los conflictos: la mediación. A diferencia del proceso judicial, la mediación no busca contar lo peor del otro para obtener una sentencia favorable, sino utilizar el diálogo para que los implicados resuelvan sus conflictos.
El mediador, que no toma partido por ninguna de las personas enfrentadas (generalmente abogado o psicólogo), las ayuda a ponerse en la piel del otro para resolver su problemática. No impone una solución como hace el juez, sino que facilita la comunicación para que los implicados decidan cómo arreglar su conflicto.
María sonríe a costa de muchas lágrimas. «Mis padres murieron sin testamento, por lo que el piso donde vivíamos era tan mío como de mis hermanos. Con la crisis me propusieron venderlo, pero yo no tenía otro sitio donde ir. Un día me llegó una demanda. Mis propios hermanos me querían echar de casa. Fuimos a juicio, pero el juez nos mandó a mediación. Al final vendimos una finca del pueblo (…). Después de tres años, estas navidades vamos a pasar la nochebuena juntos».
Ana -nombre ficticio- acudió a mediación hace dos años. «Mi ex marido y yo pudimos ahorrarnos el calvario que vino después del divorcio. Los niños no querían ir con su padre y él no hacía más que demandarme por incumplir el régimen de visitas. Mi abogada le propuso al juez que fuéramos a medicación. Allí renegociamos un convenio regulador (…). Seguimos sin llevarnos bien, pero no hemos vuelto a pisar el juzgado».
Cada vez más personas acuden a mediación. Y lo hacen por varios motivos. No sólo porque el acuerdo surte los mismos efectos que una sentencia judicial sino también porque supone un claro ahorro de dinero. Según datos del Parlamento Europeo, el coste medio de un procedimiento judicial en primera instancia ronda los 8.000€ mientras que un procedimiento de mediación alcanza los 1.000€. A ello hay que sumar el ahorro de tiempo. Mientras que los juzgados tardan una media de dos años en dictar una sentencia de primera instancia, un proceso de mediación tiene una duración máxima de seis meses.
Moncloa, un barrio que media
En el número 27 de la calle Donoso Cortés se levanta el Centro de Apoyo y Encuentro Familiar Mariam Suárez. Se trata de una institución perteneciente al Ayuntamiento de Madrid que a diario realiza mediaciones gratuitas.
Marta Gordillo es una de las abogadas y mediadoras del centro. Actividad que compagina con la docencia. También es directora del Curso de Experto en Mediación impartido por la Universidad Francisco de Vitoria. Además, forma a nuevos mediadores en distintas instituciones, Colegio de Abogados de Madrid incluido.
Está a punto de entrar en una sesión de mediación. Fuera la aguardan dos personas que ni si quiera se sostienen la mirada. El resentimiento y los reproches mutuos se palpan. Sin embargo, esperan que este proceso les ayude a regular la custodia de sus hijos y a romper su vínculo de pareja. Como les dice, «aunque hayáis decidido separaros como pareja vais a seguir siendo padres toda la vida. Por vuestros hijos y por vosotros mismos vale la pena alcanzar un entendimiento».
¿Por qué es necesaria la labor del mediador si no decide una solución al conflicto ni obliga a su cumplimiento?
El juez impone una solución, lo cual no implica que esa sea la solución válida para ambas partes. Con total seguridad, la solución impuesta por el juez no será válida por lo menos para una de ellas. El mediador no decide, pero ayuda a explorar todas las alternativas posibles, con el objetivo de encontrar una solución que sea válida para todas las partes. Cuando se encuentra una opción válida ésta se cumple por voluntad propia, porque es una decisión nacida de ellos, no impuesta por un tercero ajeno a su conflicto. Si uno decide libremente que lo mejor es hacer algo de una forma determinada lo normal es que lo haga.
¿Qué lleva a dos personas enfrentadas hasta el punto de odiarse a dialogar para resolver su conflicto?
Diversos factores. A veces acuden porque saben que es mejor encontrar una solución válida para ambos, ya que si no lo logran el camino judicial puede ser eterno y no les ofrece garantías de éxito. La perspectiva de vivir en un conflicto constante es terrorífica, asusta. Otras veces el criterio es económico. La mediación siempre va a ser más barata que cualquier procedimiento contencioso. Cuando se trata de ruptura de pareja a veces acuden por los niños, porque saben que sus hijos merecen que sus padres al menos intenten encontrar un entendimiento. Es algo que necesitan hacer por ellos, para poder explicarles en el futuro que a pesar de las dificultades siempre merece la pena buscar la solución a través del diálogo.
¿Las personas que solucionan sus conflictos a través de un proceso de mediación salen más o menos reparadas que las que acuden a los tribunales?
Muchísimo más reparadas, sin duda. Si son los protagonistas los que deciden qué solución les resulta válida, se encuentran mejor que si se les impone algo con lo que no están de acuerdo, y esto no es algo solo fruto de mi opinión personal. Cuando acaba un proceso de mediación las personas dejan registradas en un cuestionario sus impresiones, y además a los seis meses volvemos a llamarles para ver cómo están funcionando las cosas y si han surgido nuevas dificultades. La gran mayoría dice que no saben cómo no llegaron antes aquí, que gracias a este proceso han encontrado la paz, que han retomado una comunicación, que sintieron que el otro escuchaba, y que ha acabado la guerra. Dicen que sus hijos notan el cambio, que las relaciones se mantienen, aunque sean diferentes, y que han aprendido a gestionar los conflictos desde un lugar mucho más sano. En el aspecto emocional la reparación no es comparable.
En la mediación no hay un ganador y un perdedor, sólo dos personas intentando reorganizar sus vidas, que se esfuerzan en conseguir sus objetivos, pero sabiendo que es importante tener en cuenta las necesidades del otro, pues solo con el otro el problema podrá quedar resuelto de verdad. Esto no ocurre en los tribunales, y es normal que así sea. El juez ha de decidir qué se hace cuando no hay acuerdo, pero es consciente de que su decisión no es una solución de paz sino más bien de desempate, lo que lleva a las personas a seguir intentando ganar en un próximo partido. Además, en sede judicial no se trabaja la reparación emocional, no cabe, no cabe hablar de cómo se sienten las personas, ni de lo que de verdad necesitan para sentirse reparados.
¿Cuál es el coste de un proceso de mediación? ¿Hay procesos gratuitos?
Depende del ámbito. Un proceso de mediación familiar normal puede costar aproximadamente 1.000€ (precio que se divide entre todos los intervinientes), aunque este coste está en función del número de sesiones que finalmente sean necesarias. En cualquier caso, el coste siempre es menor que un procedimiento contencioso.
En cuanto a si existen procesos gratuitos la respuesta es sí, por lo menos en Mediación Familiar. Casi todas las comunidades autónomas y muchísimos ayuntamientos ofrecen mediación familiar de forma gratuita. En Madrid hay 3 centros gratuitos de la Comunidad de Madrid y 7 del Ayuntamiento de Madrid, además de otros centros en Ayuntamientos como Valdemoro, Coslada, San Sebastián de los Reyes, etc.
Un magistrado pro-mediación
Luis Aurelio González es el «padre» de la mediación en España. Magistrado titular del Juzgado de Familia nº 29 de Madrid, es además el presidente del Grupo Europeo de Magistrados por la Mediación (GEME). Entre los éxitos que cosecha destaca el Premio a la Calidad de la Justicia que le otorgó el Consejo General del Poder Judicial en 2011.
Acaba de aterrizar en Madrid después de participar en un congreso de mediación celebrado en Tenerife. Antes estuvo en México fomentando la solución pacífica de conflictos. Su conversación es una radiografía de los problemas de la calle. Cuando él habla uno piensa: “ojalá la Justicia tuviera un poco más de Luis Aurelio”.
¿Qué tiene de bueno la mediación que no tenga el proceso judicial?
El mediador promueve el diálogo entre aquellos que tienen un conflicto, desatascando, sobre todo, nudos emocionales. Eso es fundamental en cualquier conflicto. Los jueces al dictar sentencia aplicamos la ley, pero no podemos entrar en cuestiones más emocionales. Y a lo mejor la sentencia que dictamos no es la más adecuada para resolver el conflicto porque hay algo de fondo que sólo conocen las partes. Pero en mediación todas esas preocupaciones se ponen sobre la mesa. El mediador tiene herramientas para hacer que salgan a la superficie.
Aparte de eso está el tema de la judicialización de los asuntos. En un proceso judicial hay un vencedor y un perdedor. La parte a la que se le desestiman sus pretensiones tiende a pensar que el juez no se entera, que no sabe y recurre todas las resoluciones. Yo tengo casos que llevan más de 20 años en el juzgado, cuando a lo mejor con una mediación se podría haber resuelto el conflicto.
¿Cuáles son los conflictos más idóneos para resolver en mediación?
Sobre todo los temas de familia: ruptura de pareja, hijos menores, etc. También las cuestiones hereditarias. Los conflictos en materia de propiedad horizontal: vecinos que discuten si una avería es problema de la comunidad de propietarios, que se enfrentan entre sí por una obra y después llevan años sin hablarse, etc. Disputas en materia de arrendamientos. Responsabilidad contractual y extracontractual. Sobre todo en accidentes de tráfico, como aquel vehículo que se salta un ceda al paso y le causa una avería a otro. La mala praxis sanitaria. Muchas veces los pacientes sólo buscan que se les pida perdón, que los profesionales reconozcan que las cosas se podrían haber hecho mejor. Todos los temas societarios, sobre todo disputas en empresas familiares, etc.
En nuestro país hay una tendencia a judicializar todo. Los ciudadanos tienen que aprender a ceder y a negociar. Lo más preocupante es que todavía se concibe el proceso judicial como un método para obtener venganza social y no justicia. Muchos de estos conflictos podrían resolverse dialogando. Y cuando no se llegase a un acuerdo, entonces sí, ahí estaríamos los jueces para imponer una solución.
¿Cómo es la situación de la mediación en la Unión Europea?
En algunos países de la Unión Europea intentar un proceso de mediación es un requisito obligatorio para admitir a trámite una demanda. Primero se tiene que ir a mediación, y sólo si fracasa se abre la posibilidad de acudir al proceso judicial. Pero hay que acreditar que realmente se intentó, que se celebraron una serie de reuniones, que las partes discutieron su problemática durante un número determinado de horas, etc. No como ocurre en nuestro proceso laboral, en el que las partes dicen que intentaron la mediación sin éxito y se acabó. Un ejemplo de ello es Reino Unido pero también Italia, Rumanía o Bulgaria. Y fuera del territorio de la Unión, Argentina.
¿Qué le diría a aquellos profesionales que dudan de que la mediación sea un buen método para la resolución de conflictos?
La mediación no es algo en lo que se crea o no. Es un método científico contrastado. Los mediadores utilizan técnicas y herramientas con las que consiguen que las partes alcancen una solución a sus conflictos. Pero incluso cuando no llegan a acuerdos, el proceso les sirve para retomar la comunicación. Prueba de ello es que su desarrollo es un objetivo principal del Parlamento Europeo. Como ha declarado, la mediación forma parte del espacio de libertad, seguridad y justicia, pilar más importante de la Unión.
Excelentisimo articulo que vislumbra y aclara el buen uso del acceso a la justicia. Brsvo por el autor del articulo,, Marcelino AbD.
Un artículo maravilloso.
Además, la Mediación no cierra la puerta para acudir al Juzgado si el caso no llega a un Acuerdo.
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