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Ice Bar: El palacio de hielo de Madrid

Ice Bar Madrid
Ice Bar Madrid – PALOMA RUIZ DEL POZO

Chupitos helados de vodka, sentarse en un sillón de hielo o hacerse un selfie con un oso polar es posible en el único bar de hielo que hay en la capital. En el Ice Bar Madrid se puede hacer esto y mucho más rodeado de más de 200 bloques de hielo a ocho grados bajo cero.

Para combatir el frío polar del interior es necesario ponerse un poncho térmico especial que facilitan con la entrada, cuyo precio es de 15 euros, que incluye un chupito y una copa. El ambiente del local está inspirado en los países del norte de Europa, hasta donde se desplazaron los tres socios y fundadores: José, Luis y Fernando. Se fueron hasta allí para documentarse antes de montar el primer Ice Bar de Madrid y el segundo de España. El primero fue el de Barcelona, que junto con el de Londres, fue de donde cogieron la idea para abrir uno en Madrid.

Por eso, la barra donde sirven y todas las paredes del local, de 70 metros cuadrados, están recubiertas de hielo que elaboran allí mismo: «Nosotros lo fabricamos aquí en una máquina, se llena de agua y a los dos o tres días ya se forman dos bloques de hielo, los subimos y nos sirven para remozar paredes o hacer esculturas», explica José Labandeira, uno de los encargados y socios del Ice Bar Madrid. Las esculturas que se pueden ver en las dos salas con las que cuenta el bar las elaboran «a veces manualmente y otras veces con moldes», prosigue.

«El hielo se pega con agua»

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José Labandeira, uno de los encargados y socios de Ice Bar Madrid – PALOMA RUIZ DEL POZO

José describe que cuando empezaron con el bar, en mayo de 2010, importaron el hielo de Canadá: «Lo trajimos porque no teníamos medios para fabricar bloques de hielo. Cuando llegó a Madrid nos lo tuvieron que montar porque la primera complicación del bar es instalarlo, porque tú teóricamente, pero no de manera práctica. Entonces, la gente que nos vendió el hielo también nos lo montó y ya una vez que supimos nosotros cómo lo hacían, los siguientes los hicimos nosotros».

Tras siete años con el negocio ya se manejan con destreza con su elemento principal. Por ejemplo, detalla que el hielo se pega con agua. «El agua en estado líquido se mete entre las juntas de los bloques y al congelarse es como si fuera pegamento. Para ello, las superficies tienen que estar muy pulidas para que no haya ningún poro o agujero», explica.  

Debido a la fragilidad del hielo, no se puede comer porque hay que procurar que no se manche, ni siquiera con la bebida. De ser así, hay que limpiarlo con alcohol porque «es lo único que sirve», matiza José, que apunta que «una mancha sobre el hielo se quita a costa de que se deteriore un poco la superficie, pero es inevitable».

La norma universal de todos los Ice Bar del mundo

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Una de las esculturas de Ice Bar Madrid – PALOMA RUIZ DEL POZO

Todos los bares de hielo del mundo tienen una norma universal: «no se puede entrar y salir para tomar calor o para recuperarse, solo para ir al baño», comenta el encargado. Explica que la gente puede estar el tiempo que quiera en el interior, pero que por regla general suele aguantar «media hora larga», aunque depende de la resistencia al frío que tenga cada persona.

Esta norma, en parte, se debe al desgaste que sufre el hielo al abrir y cerrar la puerta, sumado al calor humano que hace que se vaya deteriorando. Para mantenerlo en perfecto estado aplican aire para quitar la humedad y conseguir que esté siempre seco. También hay que tener en cuenta las luces con las que se ilumina el bar, las cuales tienen que ser de tipo led para que no den calor. Con estas medidas, consiguen que el hielo aguante mucho más tiempo y lo tengan que renovar «cada mes, mes y medio en el caso de las esculturas, y para las paredes un poquito más de tiempo, dependiendo un poco de la época del año», argumenta el socio.

Vodka y ron, fundamentales

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Chupitos servidos en vasos de hielo – PALOMA RUIZ DEL POZO

En su origen, los primeros bares de hielo del mundo, los nórdicos, solo ofrecían chupitos de hielo con vodka. Ice Bar Madrid, siguiendo con esa tradición, también los ofrece, además de copas, refrescos y zumos. Como algo excepcional también ofrecen alguna vez bombones.

No pueden tener una amplia gama de licores como un bar al uso por sus características, «esa es la particularidad que tenemos nosotros, que no podemos ofrecer toda una gama de bebidas como un sitio normal», comenta el encargado.

Además, ofrecen bebidas sin alcohol no solo por tener variedad, sino porque uno de sus públicos más fieles son los niños. Estos, atraídos por el hielo, «obligan a los padres a ir con ellos, hasta el punto de salir tiritando porque no quieren salir», explica entre risas José.

Al Ice Bar también acuden parejas y grupos de curiosos a disfrutar de un nuevo concepto de tomarse unas copas a ocho grados bajo cero. El socio declara que en verano es cuando suele ir más gente, por el cambio de temperatura; sin embargo, en invierno la gente es un poco más reticente a pasar más frío del que ya hace en la calle.

Las auroras boreales, su show estrella

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Una pareja viendo el documental de las auroras boreales – PALOMA RUIZ DEL POZO

Ice Bar Madrid ofrece un espectáculo único de auroras boreales. «Hicimos una expedición al norte de Europa, a Islandia y Groenlandia, para grabar un vídeo sobre auroras boreales y así tener algo nuestro propio que poder enseñar a la gente», detalla orgulloso José. El vídeo documental lo pasan ininterrumpidamente en una televisión dentro del bar y, a ciertas horas, lo ponen con voz en off que va explicando uno de los fenómenos más sorprendentes del mundo.

Además, el socio comenta con entusiasmo que la barra de hielo del bar y el cuadro de hielo de la Cibeles están en el bar desde el principio del negocio, añade que son los únicos objetos originales que quedan del principio del negocio; los demás han ido renovándolos.

Ice Bar Madrid
Cuadro de hielo de la Cibeles – PALOMA RUIZ DEL POZO

Sin duda, el bar de hielo es una «experiencia única y un sitio con una fisionomía diferente». El ambiente, la temperatura, las paredes y esculturas de hielo, el oso polar, el espectáculo de auroras boreales y la indumentaria especial que hay que ponerse hace que tomarse unas copas en pleno centro de Madrid se torne en un concepto totalmente novedoso y revolucionario que no deja indiferente a nadie.

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