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«No es casual que el Congreso de Huesca se acuerde de nosotras en el año del feminismo»

June Fernández posa con el Blasillo. Foto: Marco Naya
June Fernández posa con el Blasillo. Foto: Marco Naya

AUTORAS: MARÍA ALCARAZ Y CARLOTA BARCALA

Tan solo dos mujeres han recibido el Premio Blasillo durante las 15 ediciones de este galardón promovido por el recién fallecido humorista gráfico Forges: Melisa Tuya y Pikara Magazine. «El prestigio y la sabiduría todavía tienen voz de hombre», afirma June Fernández (Bilbao, 1984), fundadora de la revista galardonada este año debido a la inclusión de la perspectiva de género que realizan en su trabajo periodístico. Fundada por Fernández en un momento de «incertidumbre laboral personal», Pikara es a día de hoy un referente para las publicaciones feministas. Pero ellas no solo realizan temas por y para las mujeres, sino que hablan de todo para todo el mundo, con una mirada transformadora que hace hincapié en las desigualdades.

¿Cómo surge Pikara?

Pikara nace en 2010 por dos motivos. Uno de ellos es que en ese momento varias periodistas estábamos organizadas en una red de profesionales de la información con visión de género en el País Vasco, que a su vez era parte de la red internacional que sigue en funcionamiento. En principio trabajábamos en medios muy distintos: generalistas y alternativos, y llegó el momento en el que nos apetecía hacer algo propio. Queríamos tener un espacio en el que poner en práctica el periodismo en el que creemos sin tener un jefe que nos limite y que nos cuestione.

Además, coincidió con un momento de incertidumbre laboral personal. Pikara se creó en un momento de crisis total de los medios de comunicación y yo pasé de trabajar de falsa autónoma en un periódico a tener que trabajar fuera de los medios. Pensando cómo volver al periodismo, una profesora de la universidad, que ha sido muy importante en mi vida, me sugirió poner en marcha una publicación. A raíz de esto, me pareció que había un hueco para montar un medio con una perspectiva feminista, de calidad y que atrajera a un público amplio.

¿Qué han conseguido en estos siete años de trayectoria?

Consolidarnos, profesionalizarnos y ofrecer unas condiciones laborales dignas en estos tiempos de precariedad. Demostramos que se puede, y se debe, hacer un periodismo de calidad, que no invisibilice a las mujeres y que no recurra en estereotipos sexistas, porque creemos que el sexismo es una miopía que no nos deja analizar la realidad social. Tenemos una comunidad de personas que no solo leen nuestros contenidos, sino que se sienten parte del proyecto y lo sostienen económicamente. En estos siete años lo más emocionante para mí siempre es la gente que se acerca contando lo importante que hemos sido en sus vidas. Desde «leyendo Pikara fue cuando me reconocí como una persona transexual, porque antes no tenía referentes» a «leyéndoos entendí que la agresión sexual que viví a los 15 años no fue mala suerte, sino que a las mujeres nos violan por ser mujeres».

Es casi más una labor social que periodística…

Sí, un poco las dos cosas. Nosotras nos reivindicamos como periodistas y lo que hacemos es periodismo. Nos cansa un poco la idea de pedagogía social, pero indudablemente la hacemos. Muchas veces se ha hablado de nosotras como medio especializado que hace feminismo, y no, somos un medio de periodismo crítico que analiza las realidades sociales pero desde una realidad patriarcal. Hacerlo desde un punto de vista feminista es una contribución social.

Explican que su nombre es un guiño a la feminidad subversiva. ¿En qué consiste este concepto?

Lo de la feminidad subversiva recae en que, en ese momento, había un libro muy de moda de una periodista feminista, Itziar Ziga, sobre estas feminidades. Muchas veces para las feministas un camino de empoderamiento es romper con nuestra feminidad impuesta, y por eso muchas nos cortamos el pelo o cuestionamos si maquillarnos o depilarnos. Ziga también reivindicaba una feminidad libre e irreverente, como ella dice, de carreras en las medias y de rímel corrido. En definitiva, lo que defendemos es flexibilizar los modelos de feminidad y masculinidad, que cada quien viva el género como quiera.

¿Dentro del feminismo existen diferentes tipos?

El feminismo es un movimiento muy plural, pero considero que estamos en un momento de bastante fragmentación, para bien y para mal. En los años 70 y 80 se hablaba de diferentes feminismos y ahora, de repente, el protagonismo que han tomado mujeres que se estaban sintiendo fuera del feminismo más visible ha sido muy importante. Veo muy importante poner en valor que el feminismo es una escuela del pensamiento muy rica que sigue siendo cuestionada. Hay muchas universidades en las que hay ataques a los estudios de género. Tenemos sectores de la derecha hablando de la ideología del género como algo que va a destruir nuestra sociedad, cuando en realidad el feminismo es una escuela del pensamiento muy lúcido que merece la pena conocer.

Defienden que sigue habiendo estereotipos que recaen sobre los que luchan a favor de los derechos de la mujer…

En el caso de las mujeres, cuando te significas como feminista enseguida ves que la gente sigue llamándote feminazi, te caricaturizan como una amargada, odia hombres y violenta. Creo que en la huelga de ayer se demostró, como decía Ana I. Bernal en Twitter, que salimos millones de mujeres a protestar en las calles sin ejercer nada de violencia, sin dañar bienes públicos y sin amedrentar a ningún hombre. Somos un movimiento trasformador, en defensa de los derechos humanos, y sin embargo se nos siguen colgando un montón de etiquetas, que muchas veces reapropiamos. Cuando nos llaman feas, putas, gordas y lesbianas, que es lo típico que nos dicen los machistas, para nosotras no es algo malo.

Tengo una experiencia de mis años de bloguera, cuando escribí un artículo sobre micromachismo y me insultaron mucho con esos términos que he mencionado. Un compañero periodista, Ander Izagirre, hizo un artículo en apoyo y lo único que le llamaron fue pagafantas y lametacones. Eso revela que puede haber gente muy machista que al hombre pro-feminista le tilde de calzonazos pero en general hay una doble moral. A las mujeres nos pasa factura significarnos como feministas, en cambio los hombres es como: «qué progres, qué enrollados”.

Ayer Pikara hizo huelga, más de 7000 periodistas han firmado el magisterio… ¿Acciones como esta cambian el papel de la mujer en el periodismo?

Yo estoy ilusionada, pero como comentaban en la charla de clausura del Congreso Pepa Bueno e Ignacio Escolar, creo que ahora hay que ver en qué se materializa esto. Por lo pronto es maravilloso que estemos organizadas. Se pueden retomar iniciativas del pasado que fueron más discretas y revitalizarlas. Yo ponía en el acto como ejemplo un manifiesto que lanzaron las mujeres desde la cultura, «No sin mujeres», animando a los hombres a que se negaran a participar en espacios en los que se excluían a las mujeres. Pepa Bueno comentaba que este manifiesto puede servir para que en cada redacción las periodistas lo lean a sus jefes y a sus jefas y digan «¡Venga, ya! No vamos a admitir más brecha salarial, queremos protocolos de acción en caso de acoso sexual…». Se tiene que materializar en algo concreto.

¿Ser mujer se puede considerar un impedimento para ascender en el periodismo?

Indudablemente sigue habiendo techo de cristal. Se nos exige demostrar más. No creo que, por ejemplo, sea cuestión de que haya directores machistas que no promocionan a las mujeres, sino que es algo más sutil. Se habla mucho de las redes informales de poder. ¿Quiénes son los que se van a tomar cañas con el jefe o a jugar al fútbol? Esto también pasa en política…

En el caso de Pikara, la clave ha estado en proponer una nueva cultura organizativa. Antes yo era la directora, pero nos cuestionamos esa jerarquía y ahora somos cuatro coordinadoras al mismo nivel y con el mismo sueldo. Llámanos comunistas, pero nuestro objetivo no es llegar a ser presidentas de un consejo directivo, sino demostrar que puede haber un periodismo de economía social, que sea horizontal y se cuestione el autoritarismo.

¿Qué opina de la cobertura que han hecho los medios tradicionales de la huelga?

Un éxito de la huelga ha sido que ningún medio ha podido mirar para otro lado. Todos los medios de comunicación de todas las tendencias políticas lo han llevado a portada. Si el objetivo era demostrar que si las mujeres paramos se para el mundo, era importante que esto afectase a los medios. Creo que algunos lo han hecho muy bien, por ejemplo, en el caso de los periódicos al dejar huecos en blanco o en morado que decían “este espacio está libre porque esta compañera está haciendo huelga”.

En cambio, ayer vi tertulias en las que los asistentes eran todos hombres porque las mujeres estaban en huelga y se daba la paradoja de que sus contenidos consistían en que hombres opinasen sobre el feminismo, sobre nosotras, con la bandera morada cuestionando nuestros métodos y nuestras propuestas.

Hablemos del Premio Blasillo, ¿qué supone para Pikara recibirlo?

Un espaldarazo y un aval por parte de la profesión. Nosotras, que nos sentimos sobre todo periodistas, pero también parte de un movimiento social, nos gusta que la profesión periodística nos reconozca porque muestra que lo que hacemos no es importante solo por este compromiso con los derechos humanos y de las mujeres. Con el premio nos están diciendo que aportamos rigor, calidad e ingenio a la cultura periodística.

Este ha sido un año especialmente simbólico por la huelga feminista y por la muerte de Forges. Nos sentimos deudoras de ese compromiso ético, la irreverencia y el uso del humor socarrón que él aportaba. Hemos aprovechado este homenaje a Forges para poner en valor el papel de las humoristas gráficas.

Esta ha sido la decimoquinta edición del Premio. Ustedes han sido las segundas mujeres galardonadas con él. ¿Qué este sea el año de la mujer puede haber condicionado el fallo del jurado?

Nos han dicho que el fallo fue anterior a ver la fuerza que estaba cobrando la huelga, pero creo que no es casual que se acuerden de nosotras en un año en que la revista Time ha declarado el #MeToo como el movimiento del año. A nosotras nos inquieta un poco porque no queremos sentirnos flor de un día o sentir que ahora el feminismo está de moda, pero pronto va a ser olvidado. Para nosotras es importante recoger la memoria del feminismo como un movimiento centenario.

El Congreso tiene la pelota sobre su tejado para demostrar que la paridad a la hora de conceder estos premios va a ser una constante. También debería servirnos a todas las personas para revisar quiénes son nuestros referentes, a qué periodistas admiramos o a qué periodistas seguimos en Twitter. El techo de cristal en la red social también se ve.

Entonces, ¿a qué cree que se debe que en 13 ediciones los galardonados hayan sido hombres?

Se llama androcentrismo cuando las mujeres son la mitad del mundo, pero el hombre sigue siendo el sujeto de referencia.

En estos espacios te acuerdas antes de los hombres por cómo se construye el prestigio, es decir, el prestigio y la sabiduría todavía tienen nombre y voz de hombre. Cada persona del jurado debería hacer el ejercicio cotidiano de cara al próximo año de pensar en esas mujeres que no se ven. Si mis referentes son solo hombres, yo también pierdo porque me estoy perdiendo lo que me aportan mujeres muy potentes.

Durante el debate de la ponencia de Pepa Bueno e Ignacio Escolar, ha nombrado el feminismo cultural y las ideas de Laura Freixas. Si Melisa Tuya no hubiese recibido en la quinta edición el Premio, ¿hoy Pikara habría ido a recogerlo?

 Este año ha sido complejo. Ayer teníamos el conflicto interno de disfrutar del Congreso, pero también habíamos dicho que íbamos a hacer huelga y para nosotras haber estado aquí sería parte de nuestro trabajo. Justo en este año creo no hubiésemos hecho ese gesto de boicot porque lo queremos tomar como un síntoma de que algo está cambiando. Si el año que viene volvemos y el panorama sigue siendo androcéntrico, intentaremos señalarlo con respeto y con cariño. Pero no puede ser que a la mínima se olviden de que las mujeres existimos.

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