El morado toma las calles de Huesca en el Día de la Mujer
Autores: Gregoria Caro/Rodrigo Alonso
«Que sonrían las mujeres y los hombres en silencio escuchen nuestros cantares. ¡Somos todos iguales! Y viva que soy mujer, fuerte entre la nieve». Así son los versos de la poesía que Mari Carmen Murillo regala en la calle. La arropa una marea morada que llega a la Plaza de Navarra de Huesca portando carteles desde diferentes puntos de la localidad. Son 5.500 limpiadoras, camareras, agricultoras, estudiantes, ingenieras, veterinarias y periodistas, entre otras, que ponen el broche final al 8-M en el municipio aragonés.
«La invisibilización de la mujer en el mundo rural es doble. Tiene varias capas, como una matriusca», explicó a Madrilánea Feli Benítez, una de las asistentes a la manifestación feminista. Sus manos envueltas en guantes sujetan una pancarta en defensa de los derechos de la mujer rural. Y es que Benítez es vecina de Graus, un pequeño pueblo a los pies de los Pirineos que, al igual que Huesca, es considerado un entorno agreste. Según afirmó esta manifestante, las habitantes de los pueblos tienen más dificultades a la hora de encontrar un puesto de trabajo o acceder a la universidad en comparación con las mujeres de los núcleos urbanos.
Silvia Salazar, presidenta de Federación de Mujeres de Monegros, también conoce estas dificultades. «Queremos defender nuestros derechos. La vida de la mujer en Monegros ha sido muy dura. Tenemos que trabajar por la igualdad», dijo a la cabeza de su colectivo. La activista se mostró satisfecha con la cantidad de personas que ayer salieron a las calles a defender la igualdad de género, pero recordó la necesidad de compromiso por parte de las chicas jóvenes del ámbito rural. «Necesitamos que se involucren más con nuestras asociaciones», explicó.
Sin embargo, esa falta de interés no se cumple en el caso de Manuela Cortés, estudiante de 25 años, y de todo su grupo de amigas. La oscense se mostró muy emocionada de ver a las mujeres de su tierra unidas. «Esto es muy importante para Huesca, como es una ciudad pequeña parece que hay ideas que no casan con nosotros, pero hoy ha servido para demostrar que están habiendo cambios reales», explicó. «Los avances se hacen día a día, ya sea en el instituto, en el trabajo o en casa», añadió al final del recorrido en la Plaza de Zaragoza.
Ellos también estaban allí. En un segundo plano, y pese a que no habían sido convocados oficialmente, muchos hombres quisieron acompañar a sus mujeres, novias, amigas, abuelas, hijas o parejas. Ese era el caso, por ejemplo, de Santiago Martínez, que paseaba del brazo de su madre, una limpiadora ya jubilada. También de Daniel Cortés que vestía un llamativo delantal morado. «Llevo el mandil porque quiero dejar claro que las tareas de la casa no son una labor de las mujeres, sino una responsabilidad de ambos sexos», aclaró.
En definitiva, las mujeres de Huesca -al igual que las del resto de España- tomaron ayer la calle al grito de «si nosotras paramos, se para el mundo». Un paso necesario en una vieja lucha que cada día coge más fuerza.