Madrid Horse Week: el mundo del caballo, al descubierto
El jinete Denis Lynch presiona con sus pantorrillas y parte al galope. En la arena aguarda el silencio. Su caballo castaño, de nombre All Star, encara los cuatro obstáculos en línea recta, cada uno más alto que el anterior. El público contiene el aliento, mientras los cascos del animal se elevan sobre las barras. El binomio supera el último salto, de casi dos metros de altura, y una ovación inunda el recinto.
Este veterano irlandés fue uno de los ganadores de la prueba de Seis Barras, una de las más emocionantes de la Madrid Horse Week (MHW), el evento ecuestre internacional del año. Durante tres días, los caballos invadieron dos pabellones de Ifema, que se transformaron en cuadras y pistas de entrenamiento y competición. Los mejores jinetes y amazonas de la hípica, el único deporte olímpico en el que hombres y mujeres compiten juntos, acudieron a esta cita deportiva de fama mundial.
Los aficionados esperaban con expectación esta sexta edición de la MHW, que acogió el pasado fin de semana dos pruebas de prestigio, las Copas Mundiales de Salto y Doma, además de otras de menor categoría. Una ocasión, también, para los participantes más jóvenes de medirse con los veteranos.
Otti Verdú, catalana afincada en Madrid, consiguió hacerse con el podio los tres días. «En la vuelta de honor [los tres vencedores recorren la pista al galope entre los aplausos del público] se me pone la piel de gallina», reconoce esta joven amazona de 18 años, que explica la dificultad que entraña mantener una «regularidad» en pruebas de este nivel. Ella compite en salto, disciplina que consiste en superar una serie de obstáculos en el menor tiempo posible. Todos los jinetes y amazonas que no derriban en una primera fase se enfrentan en un emocionante desempate, donde la velocidad es esencial, y arriesgar para ganar unas décimas de ventaja puede hacer que caigan las barras.
«Es un deporte de dos», destaca Verdú, que entró al ruedo con sus dos yeguas, Twiggy y Top Lulú; esta última una de las mejores de España, con la que ganó el Campeonato de España Juvenil. El caballo «es un animal de 600 kilos que no habla, tienes que conseguir que te entienda y tiene que haber un feeling entre ambos», explica. Se trata de forjar una relación de confianza, basada en el entrenamiento diario, y de que el animal obtenga «buenos recuerdos de las pruebas para que ponga de su parte».
La otra disciplina estrella, la doma clásica, se asemeja a una danza entre hombre y bestia. Jinete (o amazona) y caballo se compenetran para trazar una serie de movimientos en los que prima la elegancia y la armonía. «Parece que los caballos levitan», comenta una aficionada que asiste por primera vez a la Copa del Mundo de Doma, la gran novedad de esta edición de MHW.
Algunos caballos tienen cierto talento natural para las habilidades que exige la doma clásica, como la elasticidad, la fuerza, el control o la simetría. «Nuestro trabajo como jinetes es compensar esa balanza y reunir todas las facultades», explica Juan Matute, medalla de oro en el Campeonato de Europa con tan solo 21 años. Este joven competitivo, que ha vivido la mayor parte de su vida fuera de España y ha cosechado numerosos éxitos en su corta carrera deportiva, reconoce que su «personalidad va muy unida a lo que se busca en doma clásica: la perfección». Así, caballo y jinete deben trabajar juntos en sus fortalezas y debilidades. «Es un proceso muy adictivo, en el que creas un vínculo muy profundo con tu caballo», asegura Matute, que se reafirmó el fin de semana como uno de los prodigios de la doma española junto a su montura, Quantico.
A caballo no hay límites
Hace once años, Carmen López sufrió un accidente que le causó una lesión medular. Permaneció diez meses ingresada en el Hospital Nacional de Parapléjicos, alejada de su pasión, los caballos, y de la competición. Después continuó su formación como técnica deportiva y, más tarde, fue jueza de doma clásica. Luego, «todo pasó muy rápido», confiesa López, ahora campeona de España de Doma Adaptada de tercer grado.
La disciplina paraecuestre, «bastante desconocida», también tuvo cabida en la MHW. Comparte los principios de la doma clásica, con la salvedad de que el participante tiene algún tipo de discapacidad física, aunque en España existe una categoría para discapacidades mentales. López demostró en la arena de Ifema que «el caballo nos da la libertad física que el cuerpo nos quita». Su caballo, apodado Batman, le ha permitido disfrutar de la disciplina de nuevo. Claro ejemplo de superación personal, el año que viene piensa introducirse en la competición internacional. «En Europa hay muchas más ayudas para este tipo de deporte, aquí faltan más patrocinadores, ayudas…», añade. Pero gracias a un gesto de la yeguada YMAS, López cuenta con un joven caballo para ir preparando las próximas competiciones.
Ocio para todos los públicos
En España hay 50.000 federados en la Real Federación Hípica Española. La feria de MHW atrae a estos amantes del caballo, pero también a muchos más. Desde el Comité Organizador del evento saben que es una ocasión para abrir la puerta del mundo ecuestre al público general. El Salón del Caballo, un espacio que requiere de todo un despliegue de medios, contó con 65 expositores de las marcas líderes del sector, así como con exhibiciones, talleres y hasta un Poni Park donde los pequeños recibieron su «bautismo hípico».
La pista central también fue el escenario de numerosos espectáculos. Volteo, gimnasia rítmica a lomos del caballo; carreras de ponis –organizadas por Pony Turf, un proyecto solidario orientado a niños de entre 8 y 11 años–; o la prueba de Jump & Drive, donde los participantes cabalgan y después conducen un todoterreno, en una divertida prueba a contrarreloj.
Pero, sin duda, una de las actuaciones más esperadas fue el show del adiestrador Santi Serra. Poderosos frisones y elegantes árabes son algunas de las razas con las que actúa este barcelonés de 30 años, que acude por segunda vez a la MHW. «La doma en libertad es el comportamiento del caballo en la manada puesto en el escenario», explica Serra. Sin cabezada ni montura, galopa de pie sobre sus lomos, y los caballos se sientan o hacen una reverencia cuando él lo pide. Serra sabe que «la manada sigue al líder» y enseña estos ejercicios a sus 36 caballos. Además, en esta última actuación incorporó un halcón, que para él representa la «pura libertad».
Y al son de una guitarra flamenca, Jonatan Peña y su blanco Talavante se ganaron a las gradas y obtuvieron el primer puesto de la Copa Maestros de la Vaquera, que se celebra por segundo año consecutivo en Ifema. La disciplina de doma vaquera, aunque con poca repercusión internacional, representa la rama folclórica del mundo ecuestre.
Europa cuenta con las potencias mundiales de la hípica. Países como Holanda, Francia, Reino Unido, Alemania, Dinamarca o Suecia arrastran una larga tradición de alta competición ecuestre. En este sentido, los jinetes y amazonas españoles se han quedado rezagados en las principales disciplinas. Aun así, figuras consagradas del deporte español, como Eduardo Álvarez Aznar (número uno de la clasificación nacional de salto) o Beatriz Ferrer Salat (dos veces medallista olímpica en doma clásica), demostraron una vez más su finura sobre el caballo.
Y, sea como fuere, desde los fuertes caballos menorquines de capa negra, protagonistas de las fiestas de San Juan de la isla balear, hasta los valientes equinos andaluces que se emplean en el arte del rejoneo, estos nobles animales han sido y serán uno de los símbolos de la cultura española.