Una Nochebuena de contrastes en Madrid
Autores: Manuel Camacho y Manuel Campillo
Madrid, históricamente, se ha caracterizado por ser una ciudad llena de contrastes. Desde los orígenes de la ciudad, las zonas más populares y las nobles estuvieron claramente diferenciadas. Con el paso de los años, la ampliación de la ciudad y la creación de los distritos provocaron una diferenciación de clases abismal entre los residentes de unas y otras zonas. Pero, independientemente de la zona en la que residan, en el mes de diciembre y el comienzo de enero se caracteriza porque, a lo largo y ancho de la ciudad, se celebra la navidad.
Las calles de la capital se engalanan de luces LED para celebrar estas fechas, los centros comerciales adornan cada espacio, al igual que los escaparates de las tiendas, y en las casas los abetos de plástico emergen de las cajas en las que estuvieron descansando durante todo un año. Polvorones, turrones y demás dulces llenan los lineales de los supermercados, al tiempo que el hilo musical adopta la voz de un Rafael mucho más joven al ritmo del tamborilero.
La multiculturalidad de Madrid provoca que, al igual que durante el resto del año, la ciudad viva una enorme cantidad de contrastes. Uno de los ejemplos más representativos lo encontramos en menos de un kilómetro y medio de distancia. Un trayecto que puede parecer insignificante para dos realidades muy opuestas que se van a vivir en Madrid durante la próxima Nochebuena. En estos puntos de la capital las diferencias que se vivirán serán muy grandes, aunque en ambos casos el lujo será la principal característica del entorno que les rodeará. Emplazamientos muy próximos pero que en lo que respecta a la forma y el fondo en la que se va a celebrar la festividad dista mucho.
Por un lado, en el número 8 de la calle Velázquez, una de las zonas más pudientes de la capital, se encuentra el lujoso Hotel Wellington. Solo con pasear por la manzana y asomarse al interior del hall de entrada se puede saber que aquél lugar no es apto para cualquier bolsillo: decoraciones bañadas en oro, espejos o lámparas de araña que podrían pasar por el siglo XVIII y amplias moquetas de color rojo que le dan un mayor aspecto de elegancia. Toda esta ostentosidad encaja dentro de los planes del establecimiento de cara a preparar las cenas para las fechas más especiales de todo el año.
La Nochebuena más exquisita en el Wellington
«Desde 1952, en estas fechas, el Hotel Wellington se viste de Navidad y abre sus puertas de par en par para que quienes nos visitan disfruten plenamente de la “Experiencia Wellington”», declaran desde el establecimiento en la carta de presentación para estas fiestas. «Todo nuestro equipo de profesionales se pone en marcha para que el hotel luzca sus mejores galas con una exquisita decoración, para que nuestros salones brillen en todo su esplendor y para que las mesas se llenen con lo mejor de nuestra afamada gastronomía».
Y es que en estas fechas tan señaladas, como no podría ser de otra manera, el hotel prepara un exclusivo menú dispuesto a sorprender hasta el más exquisito de los paladares. A modo de aperitivo, los comensales que deseen disfrutar de la Nochebuena en el Wellington disfrutarán de una cerveza negra trufada, de una angula ahumada con pico de gallo y de croqueta cremosa de cecina. Los platos principales se compondrán de un suquet de cigalas con puré de boniato y verduras de mar, lomo de lubina salvaje al horno con ajo negro y pisto de clorofila, un sorbete de limón verde con jenjibre confitado y rulo de cordero lechal asado y parmentier de oloroso con tierra de boletus y trompetas como plato principal. El punto dulce de la cena estará compuesto por una charlota de frambuesas con su crujiente, helado de piñones y miel, junto al café y té propios de cualquier cena, y una selección de dulces navideños para los más golosos.
Además, para maridar todos estos exquisitos platos, habrá una no menos selecta selección de vinos y espumosos, entre los que destacan el vino Pedro Ximénez Tradición V.O.S. 30 años –valorado en 65 euros la botella– y el champagne Laurent-Perrier La Cuvée Brut –valorado en 40 euros la botella–, junto con una copa premium que se servirá en la mesa. Este exclusivo menú, como no podría ser de otra forma, también tiene un precio muy exclusivo: 220 euros por comensal –45 euros más caro que el ofrecido hace diez años– y tan solo 100 si tiene menos de doce años –25 euros más que en 2008–. Por lo tanto, una familia media española, formada por dos adultos y un hijo, desembolsará unos 540 euros por pasar la Nochebuena en el Hotel Wellington, y solo contando con la cena.
La Nochebuena más humilde de los sin techo
Sin embargo, en un emplazamiento mucho más lujoso que el Hotel Wellington, encontramos uno de los eventos más especiales de las últimas Nochebuenas. El Museo del Prado, que está en plena celebración de su bicentenario, será el escenario de la cena más solidaria de estas fiestas. La Fundación Mensajeros de la Paz, dirigida por el Padre Ángel, y en colaboración con el Ayuntamiento de Madrid va a celebrar el próximo 24 de diciembre una nueva edición de la cena de Nochebuena para los sin techo. Estas personas, que a lo largo del año viven a la intemperie y sufren las inclemencias temporales, pueden disfrutar con todo lujo de detalles de una espectacular cena que, de nuevo, contará con un menú diseñado por el prestigioso chef Martín Berasategui. Un total de 250 personas –50 más que en los últimos años– podrán disfrutar de los platos que preparará el prestigioso cocinero, que cuenta con diez Estrellas Michelín a su espalda.
Con la colaboración del grupo de alimentación Tello –que se encargará de suministrar todos los ingredientes y medios necesarios para poder elaborar la cena de Nochebuena–, Martín Berasategui ha confeccionado el menú, que constará consta de un primer plato de Toffee de mantequilla salada de guisante con cabeza de cerdo ibérico, un segundo consistente en un Jarrete de cerdo asado con puré de coliflor y su jugo ligado y de postre una Crema Cuajada de Chocolate sin Horno.
A estos invitados habrá que sumar otros 50 necesitados que disfrutarán del mismo menú en la Iglesia de San Antón (C/ Hortaleza, 63), la primera iglesia de Madrid en abrir –bajo iniciativa del Padre Ángel– 24 horas para todos los que necesiten la ayuda de Mensajeros de la Paz. Para esta fundación estas fiestas son muy especiales e intentan visibilizar a aquellos que, popularmente, son conocidos como los «invisibles». Este año, al igual que marca la tradición, inauguraron el belén solidario que se encuentra en la ermita Humilladero de Nuestra Señora de la Soledad (C/ Fuencarral, 44) –y que cuenta con un cepillo electrónico para hacer donativos –que este año reivindica la atención a los demás contra la exclusión y la soledad, uno de los grandes problemas sociales durante las navidades.