Los portales online de segunda mano, bazar de artículos robados

María del Mar Prieto Sánchez no tuvo un día tranquilo el ya lejano 10 de abril del 2018. Al salir de su jornada laboral de la nave de «Luis Simoes» en el polígono industrial de Azuqueca de Henares encontró, o mejor dicho, no encontró, con sobresalto, su coche SEAT León comprado apenas un año antes aparcado en la puerta de su trabajo. Empezó a buscar intranquila si la grúa había sustraído por aparcamiento indebido. Pero no era el caso. Intentó, confusa, preguntar por los alrededores a los trabajadores que había fuera si habían visto a algún policía llevárselo. Tampoco. Su vehículo había sido robado y nadie había visto nada. Según Prieto, «fue uno de los peores días de mi vida».

Este tipo de hechos se repiten con asiduidad, según reconocen agentes de seguridad del cuerpo de la Guardia Civil de Azuqueca. Teniendo en cuenta las estadísticas que ofrece el Ministerio del Interior, en los seis primeros meses del 2018 se registraron en España 124.994 robos con fuerza en domicilios, comercios y locales y 344.199 hurtos. En muchos de los casos, los usuarios creen que será imposible encontrar el objeto que le han robado y ni siquiera acuden a la policía. Lo dan por perdido. Los propios agentes reconocen que las estadísticas sobre robos no reflejan la realidad, primero porque solo se registran en poblaciones de más de 30.000 habitantes y segundo porque muchos usuarios no advierten a la policía del hurto o robo. En el caso de los hurtos, categoría que agrupa las sustracciones de objetos sin fuerza, violencia o intimidación, son el origen de la mayoría del material robado que se vende por internet.

Cuando María del Mar denunció el robo de su coche a los agentes de policía lo último que estaba en su mente, confiesa, es encontrarlo por la red: «Los agentes me incitaron a buscar en páginas filtrando los resultados a precios muy bajos ya que, según me dijeron, han podido encontrar numerosas bicicletas robadas de esa forma». Después de buscar durante unas cuantas tardes, encontró en repuestos de Milanuncios.com las llantas de aleación de su coche gracias a que, desgraciadamente, tuvo un accidente de tráfico que abolló la llanta delantera. Tal y como explica Prieto, «me quedé paralizada, porque la forma que tenía la llanta abollada era idéntica a la de la imagen del anuncio». Acto seguido decidió comunicárselo a los agentes, que la sugirieron que contactara con ellos lo antes posible. «La verdad es que pensaba que todo era una locura, porque me iba a encontrar con las personas que dos días antes me habían robado el coche y, siendo sinceros, tenía mucho miedo». Contactó, fue con agentes de la Guardia Civil vestidos de paisano y detuvieron a dos personas de origen marroquí a los que se les atribuye varios robos con fuerza en interior de vehículos, faltas de daños y siete faltas por hurto, entre ellos, el coche de María del Mar Prieto.

Sin embargo, su coche no estaba intacto, como ella esperaba por haber encontrado en imágenes la llanta separada del coche. «Me lo destrozaron, habían quitado todo lo que habían podido y estaban vendiendo el coche por partes», dice la víctima. Gracias a que tenía el coche asegurado, pudo comprarse otro poco después, pero el susto no se le olvida, ya que hoy en día asegura vivir con miedo: «Como me vieron la cara, pienso que pueden reconocerme si a lo mejor eran más de dos personas».

«Cada vez es más común este tipo de denuncias», aclara el agente de la Guardia Civil de Azuqueca de Henares, Raúl Huélamo. Los canales de venta de material robado se han ampliado con la proliferación de redes sociales y portales comerciales para productos de segunda mano. Ya no es necesario que los ladrones se expongan en mercadillos conocidos por todos junto al objeto sustraído. La responsabilidad es del que roba, pero los portales y también los usuarios forman parte de la cadena.

Ordenadores, cámaras, muebles y móviles. Estos últimos forman un grandísimo porcentaje de los robos que se venden en portales de internet. En palabras de Raúl Huélamo, «casi siempre son móviles o artículos tecnológicos, porque se venden lo suficientemente rápido como para que no se pille al ladrón».

A Rubén de Blas, vecino de Azuqueca, le pasó esto mismo: «Me lo quitaron en las fiestas de septiembre, durante la verbena, y no pasaron ni dos horas cuando mi hermana me dijo que si el anuncio de Wallapop que acababa de ver no era mi móvil». De Blas, sin embargo, no tuvo tanta suerte como María del Mar Prieto: «Cuando les mandé el mensaje, desapareció el anuncio. Debieron de darse cuenta».

Las plataformas de venta de material de segunda mano son conscientes de esta realidad e intentan poner remedio. Algunas ya han establecido fórmulas informáticas que rastrean determinadas palabras clave o patrones de conducta sospechosos de los vendedores, como altas reincidentes de personas que han sido bloqueadas o cuestionadas por algún usuario. También existen especialistas que se encargan de revisar las ofertas que resultan sospechosas o de las que reciben alertas por parte de la comunidad. En caso de denuncia, facilitan la dirección IP desde la que se hizo la oferta, los datos aportados por el vendedor y sus perfiles de redes sociales. Pero para ello es necesario denunciar, algo que no siempre ocurre.