Las Rosas, en pie de guerra por una gasolinera junto a las casas
Los vecinos de Las Rosas –Madrid– han visto cómo, de la noche a la mañana, su día a día se puede convertir en una auténtica pesadilla. Los residentes de la intersección entre las calles Moscú con Sofía se despertaron con unas obras en el solar de la acera de enfrente, pero sin saber de qué se trataba. Con el paso de los días, descubrieron que se incrustaba en el suelo una especie de depósito de grandes dimensiones, y comenzaron a surgir las sospechas entre los residentes: «¿No será una gasolinera, verdad?», se preguntó Juan Diego, el único que consiguió despertar la liebre de lo que estaba sucediendo enfrente de su bloque de pisos. Sí, era una gasolinera.
Entre el principal bloque afectado y la futura gasolinera, todavía en obras, apenas les separan 15 metros, una distancia que, según los vecinos, es totalmente insuficiente. «¿Crees normal que lo construyan al lado de unos pisos?», pregunta retóricamente Cristina, una vecina del bloque que tiene dos hijos pequeños, con los que sale por las tardes a pasear. «Nadie nos ha informado de nada. Todo se ha llevado entre mucho secretismo», denuncia, siendo esta la principal queja de los propios vecinos.
Las Hermanas del Amor de Dios, guardianas del secreto
Entre los edificios colindantes a la parcela en construcción se encuentran, junto a varias comunidades de vecinos, un centro de escalada con rocódromo –frecuentado mayoritariamente por niños y adolescentes–, diversos talleres de mecánica de automóvil y un concesionario. Pero, a las espaldas de la misma manzana, se encuentra el centro de espiritualidad y acogida de Madrid de las Hermanas del Amor de Dios. Entre las instalaciones con las que cuentan, hay un inmenso patio que ocupa gran parte de la finca y que linda directamente con la ubicación del próximo surtidor de combustibles.
Los propietarios de la comunidad de vecinos más cercana a la parcela en construcción afirmaron que el dueño del solar era de uno de los talleres mecánicos que se encuentra en la misma calle. Sin embargo, tal y como ha conseguido confirmar Madrilánea, el terreno en cuestión es propiedad de la congregación eclesiástica de las Hermanas del Amor de Dios. Fuentes internas a la organización aseguran a este medio que el terreno, a fecha de publicación de este reportaje, es de la congregación, y que la empresa de hidrocarburos se hospedará en régimen de alquiler. Aunque no quisieron hacer públicos sus nombres, afirman que son conscientes del futuro uso que la empresa le va a dar al solar, pero que desconocen «que los vecinos se hayan quejado», a pesar de las pancartas en contra de la gasolinera que cuelgan de las ventanas de las viviendas.
La parcela, totalmente vallada, cuenta con una retroexcavadora y los cimientos de la futura estación de servicio. Pero el único panel informativo que hay versa sobre las medidas de seguridad que los obreros deben de tomar antes de acceder a la zona cercada. Otro de los vecinos de la zona, Alfredo, asegura que se enteró del futuro de la parcela hace tan solo una semana. «Esta zona es polígono industrial, así que poco podemos hacer», comenta pesimista.
Es cierto que el terreno está destinado a la explotación industrial, pero el hecho de que se encuentre a una distancia tan escasa de una comunidad de vecinos puede provocar que no se pueda ubicar en ese lugar, por los problemas serios de salud que los gases de los hidrocarburos pueden provocar. Según la Asociación de Vecinos Las Musas-Las Rosas, todos los trámites se han realizado de manera correcta. «Hemos tenido una reunión con la concejala de Distrito y va a estar encima del tema», asegura Pablo Morena, presidente de la asociación. «Los vecinos han tratado de parar la obra, pero no se sabe lo que pasará porque ya está en marcha». Una de las cuestiones que más ha indignado a los vecinos es el hecho de que se les haya concedido la licencia de obra sin comprobar si se están respetando las ordenanzas municipales.
Uno de los problemas en los que se encuentra la estación de servicio es que, según los reglamentos del Ayuntamiento de Madrid, el depósito de combustible no se encuentra a la distancia mínima a la que se tiene que situar de las casas. «Están tres metros más cerca de lo debido», asegura Morena. De momento la asociación cuenta con la promesa de la Junta de Distrito de San Blas-Canillejas para «llevar un seguimiento y control de las obras para que se ajuste a los parámetros legales». Y es que, además, desde la junta no parecen querer dar una solución a la situación.
Cuando los vecinos descubrieron la índole de la construcción decidieron ir a protestar al gobierno municipal, pero la respuesta que se encontraron no fue, ni de lejos, satisfactoria. Desde la Junta de Distrito de San Blas-Canillejas, en manos de Ahora Madrid, aseguraron que los culpables son «los anteriores grupos políticos que han gobernado y han permitido que esto sea posible. El ayuntamiento solo puede controlar que se cumpla la normativa, pero la gasolinera es legal». Sin embargo, las fechas en las que se concedió la licencia de obra no cuadran.
La licencia de obra de la gasolinera
Según la licencia de obra, a la que ha tenido acceso Madrilánea, esta se concedió a Beroil S. L. con fecha 7 de agosto del pasado año, después de que la misma empresa iniciara los trámites el 10 de febrero de 2018 –en ambas fechas Ahora Madrid y Manuela Carmena estaban al frente del consistorio–, con el fin de crear una «unidad de suministro destinada a la venta directa de combustibles con lavado de vehículos». Esta compañía no cuenta solo con surtidores, como el que se encuentra en construcción, sino que también se dedica a la distribución de carburantes e hidrocarburos con vehículos. Su red de estaciones de servicio se dispersa, sobre todo, por la zona norte de la península, y la situada en la calle Moscú sería la primera en la Comunidad de Madrid.
El terreno en el que se está construyendo la gasolinera figura en la licencia urbanística en un nivel de protección «sin catalogar», y consta de un total de 710,34 metros cuadrados. De estos, un total de 121,5 irán destinados a la zona de repostaje «cubierta con marquesina» y 17,78 metros cuadrados a la «caseta prefabricada» de la estación de servicio. En total, la construcción contará con un depósito enterrado de 70.000 litros, dividido en dos partes. La mayor, de 50.000, irá destinada a gasóleo clase A, y los otros 20.000 litros restantes a gasolina de 95 octanos. Para abastecer a los vehículos, la estación contará con dos surtidores, con cuatro mangueras cada uno. También habrá un terminal de cobro y será autoservicio y, anexo a los surtidores, se colocarán dos «boxes de lavado manual para vehículos con lanzaderas de agua a presión». A pesar de que desde Madrilánea hemos intentado hablar con la empresa Beroil S.L., no han querido responder a nuestras preguntas.
Por increíble que parezca, las obras parecen estar en un limbo en el que no contentan ni a unos ni a otros. Con el depósito instalado y gran parte de la edificación avanzada, los vecinos quieren echar abajo lo ya construído, mientras que el consistorio parece no querer echarse para atrás. Los vecinos, sin embargo, tienen disparidad de pronósticos sobre el futuro de la estación de servicio. Juan Diego confía en poder detener las obras: «La gestoría de la comunidad de vecinos nos ha dicho que si la licencia la concedieron hace menos de 15 años, lo más probable es que tengan que tirarla abajo». Sin embargo, la Asociación de Vecinos Las Musas-Las Rosas se muestra más pesimista: «Cuando subsanen lo de los tres metros, seguramente vaya para adelante», afirma.
A fecha de la publicación de este artículo, la obra se encuentra paralizada, después de que varios técnicos del Ayuntamiento de Madrid hayan acudido al lugar de las obras para realizar las mediciones correspondientes y comprobar que la futura estación de servicio cumpla con las ordenanzas municipales.