¿Qué responsabilidad tuvo el periodismo en la elección de Bolsonaro y Trump?
¿Cuál es la función del periodista a la hora de combatir los discursos de odio? ¿De qué manera hemos fallado en los casos particulares de Brasil y Estados Unidos, donde alcanzaron la presidencia Jair Bolsonaro y Donald Trump? Estas dos preguntas determinaron la reflexión de la mesa redonda que cerró el primer día del XX Congreso de Periodismo Digital de Huesca. Eileen Truax, del Congreso Internacional de Periodismo y Migraciones, actualmente asentada en los EE.UU.; y Maria Carolina Trevisan, periodista brasileña de UOL (uno de los mayores portales de noticias de América Latina), hablaron sobre el ascenso del discurso de odio en sus países y, junto a Antonio Maestre, del diario digital La Marea, discutieron sus semejanzas con la realidad de España.
Para Maestre, la respuesta parece obvia. Según él, los discursos de odio existían mucho antes de que llegasen Trump, Bolsonaro y Vox, en referencia a España, pero aparecían de manera puntual y soterrada. «Los periodistas eran, aunque no debían serlo, blandos o conniventes con ese tipo de opinión, que atenta contra la igualdad, y las trataban como equidistantes discursos que van totalmente en contra de ellos. O sea, se equipara y se contrapone el argumento de quienes creen que las mujeres, o los negros, o los LGTB tengan menos derechos con lo que dice gente que defiende todo lo contrario», afirma.
Truax y Trevisan van más allá: hubo un fallo en la cobertura del inicio de las campañas electorales tanto de Trump como de Bolsonaro, cuando empezaban a fortalecerse. Por un lado, en Brasil los periodistas ignoraban al entonces candidato a la presidencia por creer que su discurso era «tan perceptiblemente absurdo, que no hacía falta cubrirlo y cuestionarlo, porque la gente se daría cuenta». Por el otro, la prensa estadounidense tuvo una reacción muy exagerada a los absurdos que decía Trump, principalmente después del escándalo de acosos sexuales a mujeres blancas, que terminó por funcionar como publicidad.
«Subestimamos a los candidatos y subestimamos a los lectores. No nos acercamos a ellos como periodistas y si no sabemos qué es lo que le interesa a nuestra audiencia o cómo piensa, la perdemos», argumenta Truax. «Y lo que deja todo peor es que antes eran candidatos, ahora son presidentes», añade Trevisan.
Hablando de Brasil ,la periodista asegura que la situación para la prensa está cada vez peor: los profesionales que denuncian actividades presuntamente ilícitas de Bolsonaro y sus hijos, o que hacen fact checking sobre sus discursos, están sujetos a acosos por internet, filtración de informaciones personales e incluso amenazas de muerte provenientes de los bolsominions, como son llamados los electores más acérrimos del presidente. Un ejemplo es el de Contança Rezende, periodista del diario O Estado de S.Paulo: un medio que difunde fake news hizo un «reportaje» en el que tergiversó una entrevista de la periodista para que pareciese que ella quería «arruinar» a Flavio Bolsonaro, uno de los hijos del presidente. El reportaje falso fue compartido por el propio presidente en su Twitter y resultó en persecuciones y amenazas de muerte a Rezende.
«Me gustaría decir que no tengo miedo, pero sí que lo tengo», confiesa Trevisan. «Recibo amenazas que, aunque me asusten, no me sorprenden —tampoco esperaba que la gente no reaccionara ante mis textos—. Por eso tengo técnicas para correr el menor riesgo posible: lo principal es que la gente sepa dónde estoy. Tengo un botón de pánico en el móvil que, si lo presiono, automáticamente reciben mensajes de emergencia tres contactos míos. También evito decir ciertas cosas por wásap, en el caso de que me jaqueen el móvil, cosas de ese tipo», cuenta.
Entonces, ¿qué hacer?
Con ese escenario cada vez más complicado, incluso en España, donde gana cada vez más fuerza Vox, el partido político de ultraderecha liderado por Santiago Abascal, la pregunta que queda, entonces, es ¿qué pueden hacer los periodistas? Trevisan contesta: «Hacer el mejor trabajo que podamos hacer. Con mucha más precisión, con datos, con contexto…No dejar huecos para que esa gente se meta y nos cuestione e intimide».
Truax alerta a nuestro país: «No podemos pensar que el problema está en Bolsonaro, Trump o Vox y que se acabará cuando se vayan». Dice ella que hay que estudiar las razones por las cuales alguien se identifica con tales discursos. «En España tenemos el inicio de una situación por la que ya pasaron Brasil y EE.UU., que ahora enfrentan las consecuencias. Tenemos que pensar porqué estamos aquí, encontrar las fallas, denunciarlas y explicarlas para evitar que la cosa empeore».