El lejano Hoyo de Manzanares: los vecinos hacen memoria sobre su pasado wéstern
125 pesetas. Ese era el sueldo de Victorina Rosado Chantal (93 años) como figurante en películas wéstern grabadas durante los años sesenta en Hoyo de Manzanares (Madrid). Por un puñado de dólares y Bienvenido, padre Murray se rodaron en los decorados del poblado del Oeste Golden City, situados en el Parque regional de la Cuenca Alta del Manzanares; ahora pueden verse in situ en realidad aumentada mediante la aplicación móvil Vive Hoyo.
Se podría jugar a «¿Dónde está Wally?» con Victorina Rosado, pues hizo de todo delante y detrás de las cámaras: desde mexicana en Gringo a cantante en Tres hombres buenos, rodó con estrellas como Fernando Sancho, René Muñoz, Miguel del Castillo o Eduardo Fajardo. Como jefa de cocina –recuerda– se las apañaba con los italianos: «Yo ni he ido al colegio y decían «¡Que se entienda la Vitorina con éste!»».
Su buenparecer con casi 40 años, de ascendencia filipina y francesa, la llevó incluso a Las Rozas, donde participó en la grabación de 55 días en Pekín. «Me cogían todos los días y [las chicas] se ponían negras porque pedían jóvenes, ¿y yo qué iba a hacer?». Todavía se acuerda de como el después rejoneador Manuel Vidrié hacía de doble a caballo de Clint Eastwood.
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Una hoja de cálculo excel. Es donde Julián Iglesias (60 años), de la Asociación HoyoCine, cataloga los —por ahora— 89 títulos de wésterns que se grabaron en Hoyo de Manzanares durante los años 60 y 70 principalmente. Algunos faltan por verificar pues a veces hay confusión con Manzanares el Real. Aunque Hoyo solo aparezca tres minutos en los créditos ya es suficiente para incorporarla a este listado.
Hay incluso filmes eróticos como Las chicas del salón dorado (1975), en el que aparecen escenas de El vengador de California (1963). «Antiguamente las productoras utilizaban escenas de otras películas», aclara.
Iglesias se asemeja al protagonista de la novela El hombre duplicado, de José Saramago: lleva años visionando películas una y otra vez, no para encontrarse a sí mismo, sino para localizar el punto exacto donde se filmaron. Ahora tiene internet, pero antes iba a El Rastro de Madrid para comprar películas del Oeste.
Tanto Rosado como Iglesias llegaron a Hoyo de Manzanares por trabajo. Ella, con apenas 4 años y natural de San Martín de Valdeiglesias, por el empleo de su padre. Él, con 27 años y de Cáceres, para trabajar en la Academia del Arma de Ingenieros.
Por un puñado de dólares (Sergio Leone, 1964) es la producción más célebre que recaló en Hoyo de Manzanares; el 90% del metraje –detalla Iglesias– fue rodado allí y en inmediaciones de la Comunidad de Madrid como Aldea del Fresno. Explica que su rodaje en «Almería son cuatro imágenes…, pero la temática está basada en el poblado [Golden City]».
Otras producciones como Orgullo y pasión (1957), con Sophia Loren, Cary Grant y Frank Sinatra, son más difíciles de ubicar; aunque la hemeroteca de ABC y el NO-DO confirman que se grabó parcialmente en Hoyo y la vecina Colmenar Viejo, «no está determinado en qué límite está».
La ciudad dorada
Golden City debe su nombre al escenario principal de El sherrif terrible (1962), la primera película producida en Hoyo. ¿Por qué allí? «Nunca hemos sabido el motivo exacto. Los primeros rodajes pretendían que se asemejaran un poquito a la frontera entre Estados Unidos y México; «Por un puñado de dólares» está ambientada ahí con edificios de ladrillo y casas blancas, no puramente Texas o Arizona».
Este poblado del Oeste nació en 1962 como idea del productor de cine Eduardo Manzanos; de su diseño se encargaron José Luis Galicia y Jaime Pérez Cubero. Aunque ya se habían rodado wésterns anteriormente en Madrid y España, en Hoyo presumen de haber alojado «el primer poblado del Oeste estable» del país. «Había simples fachadas, pero un elevado porcentaje de los edificios eran completos, donde se podía rodar en el interior y exterior», detalla Julián Iglesias.
El cacereño divide la zona de los decorados en tres partes: el poblado como tal, los ranchos y cabañas, y una calle que emulaba la ciudad de Chicago más un fuerte. Este último «era de 30×30 metros con una empalizada de 6 metros con interiores completos», rememora. Tan solo ha localizado tres películas en las que se utilizó; la principal fue El séptimo de caballería (1965).
Se supone que la «Calle Chicago», de 100 metros y con edificios a ambos lados, sirvió de escenario para siete u ocho largometrajes, pero únicamente han conseguido confirmar dos o tres: «Son policíacos wéstern malísimos». En Tiempos de Chicago (1969), sobre gánsteres, aparece de niño Jesús López, conocido ahora por su empresa de autocares. Se llegó a construir la cubierta de un barco para filmes como El corsario (1970).
Para los restos
De Golden City apenas quedan vestigios: dos abrevaderos y algún bloque de ladrillos escondido bajo la vegetación. Aunque si se agudiza la vista –o el pie– y se echa horas y horas como Iglesias, se descubrirán más tesoros. «Tenemos un «Sad Hill» en Hoyo; he descubierto ocho cementerios y algunos con tumbas», se enorgullece. Calcula 13 películas en las que aparecen estos cementerios, inclusive Por un puñado de dólares.
El principal escollo para dar con las localizaciones es el paso del tiempo: «En todas las imágenes, el terreno era totalmente desértico. Cualquier piedra te sirve como referencia, pero ahora los enebros y el monte bajo la tapa». En este momento está tras la pista de una botella de cerveza Mahou «superantigua» que vio días atrás; también tras una película de romanos y La rubia y el sheriff (1958). «Me queda mucho por descubrir».
Uma grande matéria e um belo trabalho em tributo a estes protagonistas desconhecidos. Para´bens