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El voto de los sin hogar: si no apareces en el padrón, no existes

 

Foto: Juan José Úbeda.

Autores: Ana Delgado Rodríguez y Jaime Sánchez Moreno

El 10 de noviembre podrán votar 37.000.608 electores en las elecciones a las Cortes Generales según el Instituto Nacional de Estadística. El derecho de toda persona a votar y poder ser votada es fundamental, sin embargo, las personas sin hogar, al carecer de un domicilio no están empadronadas y, por lo tanto, no constan en el censo electoral, que es la llave para ejercer el voto.

Invisibilidad electoral

Las personas sin hogar no están presentes en campañas nacionales. Juan de Ávila González Moyano, Jefe de Prensa del Servicio de Asistencia Municipal de Urgencia y Rescate (Samur) en Madrid, nos habla claro: «En parte se debe a que las competencias para la atención a las personas sin hogar están, sobre todo, en las administraciones locales, pero también a que no es un tema prioritario en la agenda política. Y esto es algo que debería cambiar. Sí se habla del precio de la vivienda y de los alquileres, que obviamente tienen una relación con el sinhogarismo, pero este fenómeno no se limita a un problema de vivienda. Es más profundo y exige soluciones más complejas».

Sólo Ciudadanos y el Partido Popular tienen un compromiso firme con las personas que viven en la calle. «La reforma de la atención a personas sin hogar está en el acuerdo de gobierno que firmaron ambos partidos», afirma de Ávila. Aunque todavía no han recibido propuestas de los distintos grupos políticos.

Una de las labores básicas del Samur Social respecto a las personas sin hogar es facilitar su empadronamiento. «Estar empadronado te abre la puerta al ejercicio de cualquier derecho, incluido por supuesto el del voto. Otra cosa es que las personas sin hogar voten.  Por otra parte, es lógico pensar que no conserven una gran fe en el sistema político ni confíen el los partidos. Son las personas a las que más se ha fallado», destaca de Ávila.

En la Comunidad de Madrid hay un total de 2.998 personas sin hogar. Según el último informe del IX Recuento Nocturno de personas sin hogar, realizado en 2018, 650 personas pernoctaban en la calle, 675 alojadas en pisos, 1.439 en centros de acogida y 234 en asentamientos. «La gente de la calle no suele votar, muchos no lo hacen porque no están empadronados al no tener vivienda», sentencia Ángel de Ávila.

Desmontando estereotipos

Como destaca la presidenta de Bokatas, Esperanza Vera, el sinhogarismo es un fenómeno de exclusión social que no es únicamente no tener dónde dormir, sino estar solo, sin importar a nadie. Porque «el término “sin hogar» hace referencia a la falta de vivienda, así como a la falta de relaciones sociales». Recuerda que «mendigos», «vagabundos» e «indigentes» son palabras que fomentan estereotipos y que son discriminatorios. «Desde Bokatas trabajamos por tratar de erradicar esta terminología, y desvincularla del colectivo», añade. 

Además, Esperanza aporta un dato revelador para desmontar el mito del alcoholismo como causa principal del sinhogarismo: «según el último Recuento de Personas sin Hogar de la ciudad de Madrid en 2018, el primer motivo para acabar en situación de calle es la falta de empleo. La mayoría de las personas sin hogar llegan a la calle sin consumir alcohol, pero es cierto que la calle genera adicciones». 

Foto: César Minguela

Aunque prácticamente ningún partido político ha hecho propuestas para afrontar el sinhogarismo, Bokatas se ha reunido varias veces con los ayuntamientos para pedir medidas concretas. En un vídeo difundido por esta asociación, dos personas sin hogar cuentan los obstáculos que tienen para votar. La presidenta de Bokatas señala que conoce a mucha gente que por el hecho de acabar en la calle no puede votar, porque sin empadronamiento y sin domicilio no se puede recibir notificación de voto ni asignarse un lugar donde votar. 

En torno a World Sleep Out, evento mundial que busca concienciar a la sociedad sobre el sinhogarismo, y que se celebrará en Madrid el 7 de diciembre, Vera cree que puede tener gran repercusión entre los políticos y el resto de ciudadanos. Se espera que mucha gente acuda para dormir en la calle por un día y ponerse en el lugar de las personas sin hogar. 

Vivir en la calle

Azrael (nombre ficticio) vive actualmente con su pareja en la calle, aunque él no se considera realmente como una persona sin hogar, porque tiene una casa y una familia.

Un trabajador social le dijo en su día que los que deben recibir ayuda fundamentalmente son aquellos que tienen problemas mentales, de alcoholismo y de drogadicción, y los que no cumplen ninguno de estos requisitos se pueden apañar por sí mismos, como en su caso.

«Las ayudas son en cierto modo falsas o hipócritas», afirma. Además, sostiene que lo poco que se puntualiza sobre las personas sin hogar es que son antisociales y desastrosas, sin importar de dónde vengan o qué les haya ocurrido previamente. Para él los políticos buscan votos pensando en el dinero que pueden recibir a cambio.

Además, la crisis ha causado que muchas ONG hayan tenido que cerrar y la masificación de los centros de acogida es otra lacra que hace difícil la eficacia de los servicios sociales. 

Desde hace cinco años hay asociaciones que aplican en España el método Housing First (hogar primero)              que marca como primordial la obtención de una vivienda para salir de la calle. Este primer paso es permanente, sin requisitos.

El proyecto está enfocado principalmente en personas en situación de extrema vulnerabilidad, ya sea por enfermedades mentales, adicciones o por vivir mucho tiempo en la calle. Este modelo está siendo un éxito en España y en otros países en los que se lleva a cabo, como en Estados Unidos, donde se originó, o en Finlandia, referente mundial para salvar a las personas sin hogar.

https://www.facebook.com/bokatas.org/videos/454963448587984/

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